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Regresa con su gente

Luz del Carmen Sosa/
El Diario

2016-09-04

Con lágrimas y expresiones de amor, fronterizos se apostaron en ambos lados del puente Lerdo-Stanton para atestiguar el paso de la carroza que llevaba montada en el techo la urna de madera y cristal depósito de las cenizas de Juan Gabriel, resguardada por arreglos tejidos con cientos de rosas rojas y hojas verdes que sobresalieron sobre el oscuro  y sobrio tono del vehículo.
Poco antes de las seis de la tarde de ayer, un cúmulo de personas formó una valla a lo largo de la calle Stanton, que desemboca en el puente Reforma, para despedir a su ídolo.
Decenas portaron globos blancos, vistieron camisetas con fotografías o mensajes alusivos al artista, al preguntarles el significado que Alberto Aguilera Valadez, el nombre del cantante que se autodeclaró juarense, tenía en sus vidas, explotaron con declaraciones de admiración y llanto.
“Lo voy a extrañar, pero siempre lo voy a llevar en mi corazón”, dijo una mujer que estrujaba una fotografía de su ídolo contra el pecho.
Cuando el cortejo de camionetas negras y blancas llegó al cruce fronterizo, las emociones estallaron a través de los gritos de los dolientes y de la canción “Amor Eterno”, pieza de su composición que fue reproducida a través de aparatos de sonido que fueron prestadas por uno de los negocios del sector.
Del otro lado del puente, como se llamó una de las películas que Juan Gabriel filmó, la escena fue similar, aunque más multitudinaria.
También cargados con fotografías, mensajes y globos blancos que iban soltando al paso del cortejo fúnebre, los dolientes vitorearon al cantante ya del lado mexicano.
Desde las dos de la tarde, la carroza era esperada tanto por sus fanáticos como por integrantes de la comunidad LGBT, querían agradecerle por sus canciones y visibilizar a esa comunidad ante la comunidad.
Detrás de las camionetas y de las patrullas que custodiaron el tránsito, se formó un enorme cortejo, cuyos integrantes corrieron para intentar tocar la carroza o arrancarle una rosa. La mayoría portaba cámaras de video o teléfonos celulares con las que grabaron la escena.
En el camino hacia la residencia del artista, sus cenizas pasaron por la casa ubicada en la avenida Lerdo, donde su madre trabajó como empleada doméstica y que luego él le compró. También lo hicieron por el edificio abandonado de lo que fue el albergue Semjase, donde se concentraron exestudiantes, extrabajadores y exprofesores para rendirle pleitesía a quien fue su benefactor.
Las lágrimas y las manos agitándose en el aire a forma de saludo y despedida fueron la escena común a lo largo del recorrido, mientras que la masa que corría detrás del cortejo crecía a cada metro recorrido.
En un momento dado la escolta, formada por personal de Tránsito y de Seguridad Pública, resultó insuficiente para un público que estaba deseoso de estar cerca, por última vez, de Juan Gabriel.
A fuerza de piernas, los fronterizos acompañaron a su ídolo hasta su casa de la avenida 16 de Septiembre, entre Perú y Colombia, el lugar que el artista escogió para que los juarenses, y todos quienes lo admiran, lloren la muerte del palomo. (Con información de L. Sosa / J. Torres / El Diario)

lsosa@redaccion.diario.com.mx

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