Fernando Aguilar/
El Diario
La gente de Aprocáncer no puede olvidar el semblante de Mary Ramírez cuando el esposo de esa mujer la vio y, sorprendido, le preguntó qué tanto le habían hecho porque la hallaba diferente, notaba en su apariencia un gran cambio.
Tampoco deja de recordar lo motivada que se veía Georgina al irse del consultorio tras haber atravesado por una profunda tristeza a lo largo de los meses.
“Se les ilumina el rostro bien bonito”, sostiene la enfermera Blanca Loera, responsable de lavar, secar, cortar y personalizar cada una de las pelucas que al ponerse las pacientes de esa organización civil les hace olvidar, aunque sea mientras las llevan en la cabeza, que están inmersas en un duro proceso como lo es el tratamiento del cáncer.
Por ahora, 20 de ellas esperan recibir uno de estos accesorios que, en opinión de la administradora de Aprocáncer, Eloísa Ramírez Delgadillo, son más importantes de lo que parece porque forman parte de su plena recuperación.
La razón es que robustecen su autoestima y, en cierto modo, no son tan ‘delatadoras’ de la condición como pueden llegar a ser los paliacates.
Muchas de estas pelucas son donadas por mujeres que entienden lo desgarradora que es la enfermedad porque sobrevivieron a ella.
A María Dolores no le preocupa demasiado tener o no cabello, pero sí que el accesorio le siente bien, sobre todo cuando va a salir.
Las 22 quimioterapias y 32 radiaciones que ha recibido para atacar al cáncer de tiroides que la aqueja han terminado por sacar de su cuero cada uno de los cabellos negros que solía pintarse apenas se percataba de la aparición de una cana.
La enfermera de Aprocáncer se la entregó ayer, luego de haberla lavado y preparado.
“Ya cuando están listas y peinadas, se les muestra a las pacientes para que ellas las vean y elijan la que sea de su gusto”, explica la voluntaria. “Es para darles una idea más o menos respecto a la forma de su cara. Cuando se les coloca la peluca, se les da un proceso para personalizarlas y que les queden todavía más bonitas”.
Dijo que les llegan unas 10 cada mes, gracias a las donaciones.
Aunque son sintéticas, estas pelucas cumplen la misma función que las oncológicas, que la asociación civil también ofrece a las mujeres a las que atiende.
Estas últimas se hacen en una compañía especializada luego de recolectar montones de trenzas de mínimo 25 centímetros de largo, todo como parte de una campaña permanente desde 2010.
“Es muy bonito volver a verlas sonreír y que se vean como se veían antes”, considera Blanca Loera. “El cabello para las mujeres es algo muy importante. La cara que ellas tienen de felicidad al verse otra vez como se veían antes es algo que no puedo explicar”. (Fernando Aguilar / El Diario)
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