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Con sello de guerrera

Luz del Carmen Sosa/
El Diario

2016-06-22

Wendy apenas sonríe mientras mira atenta a la cámara y al fotógrafo que busca su mejor ángulo. Los clics la entretienen pero segundos después vuelve su atención a los objetos de colores que coloca dentro de la cesta de plástico.
Es una actividad de pinza fina, pinza gruesa y coordinación, por lo que ya pasó por la alberca de pelotas y trabaja con figuras de legos de plástico de colores brillantes que toma y deja dentro de la cubeta, explica la terapeuta de Villa Integra.
La niña padece un retraso en el desarrollo psicomotor por su nacimiento prematuro, pues sólo tenía 25 semanas de gestación.
El llanto de Wendy se escucha en las instalaciones de Villa Integra y es la terapeuta quien explica que la niña hace un ejercicio para lograr el desapego de su madre, necesario para avanzar en la terapia.
Debido a Wendy y su mamá permanecieron varios meses en estrecho contacto físico, para la infante es difícil permitir que otras personas se le acerquen para continuar con las actividades físicas.
Alejandra Belmontes acuna a su hija mientras ella toma un block de plástico y, despacio, lo arroja al recipiente. Esto lo repite una y otra vez.
“Tuve un parto prematuro debido a una infección, la niña estuvo conectada a un respirador durante cuatro meses y al nacer pesó un kilo 30 gramos y perdió peso, llegó a pesar 780 gramos. Estuvo en Terapia Intensiva tres meses y medio en el Seguro Social, así como dos semanas en el área de niños prematuros”, recuerda.
Su hija enfrentó otras complicaciones de salud, tuvo reflujo y fue intolerante a la lactosa y con el tiempo detectaron que es propensa asmática y padece de alergias, particularmente al polvo.
Cuando Wendy nació los doctores le dieron una esperanza de vida de seis a 12 horas por lo prematura que fue, pero la pequeña se aferró y ya casi cumple los dos años.
“Al principio fue muy difícil, batallamos con muchas infecciones, pero ya va más adelante. Mi hija tiene el comportamiento de una niña de ocho meses, no camina, no gatea, apenas empieza a sentarse, pero ya come sola y empieza a decir unas cuantas palabras”, dice la madre orgullosa.
“El objetivo ahora es que ella camine y para eso tenemos que lograr que se desapegue un poco de mí y pueda hacer las terapias”, dice Alejandra.
Wendy es una de más de 500 personas que atiende Villa Integra, la asociación civil que abre sus puertas a personas con alguna discapacidad.
Actualmente ofrecen servicios de rehabilitación física a través de electroterapias, hidroterapia, mecanoterapia, terapia Vojta y la aplicación de la toxina botulínica.
Además ofrece atención psicológica individual, familiar, grupal y pláticas de superación familiar a quienes enfrentan situaciones complicadas de salud.
Otro programa que iniciaron recientemente es Luminar, focalizado al desarrollo de independencia y comunicación en niñas y niños de 2 a 8 años que presentan trastornos del Espectro Autista, para promover su funcionalidad y bienestar familiar.
Laura Antillón, directora de Desarrollo Institucional, explica que esta asociación no tiene fines lucrativos, por lo que mantiene cuotas de recuperación muy bajas que han mantenido durante varios años para no impactar a las familias que tienen un ser querido con alguna discapacidad física.
Y Alejandra Belmontes es una de las madres que lleva a su pequeña hija a terapia.
“Mi niña tiene un gran avance, ahora lo siguiente es que aprenda a gatear y después a caminar”, confía  Alejandra, quien carga a su niña mientras Wendy dirige su mirada nuevamente al fotógrafo y le lanza otra sonrisa.

Para más información sobre Fundación Integra se puede llamar a los números 624 -87- 35 y 624- 87- 37

lsosa@redaccion.diario.com.mx

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