2016-06-02
Los gobernantes –tanto municipal como estatal– que emanen de las urnas el próximo 5 de junio y del partido que sean, deberán garantizarnos a los chihuahuenses, y de manera muy particular a los fronterizos, la seguridad pública como prioridad fundamental, porque nuestra ciudad en paz y con orden es un estratégico e insuperable polo para la atracción de empleo, de inversión, de turismo recreativo y médico, entre otras ventajas competitivas, como lo hemos comprobado en los últimos tres años.
Nadie queremos que nuestro Juárez vuelva a caer en otra etapa oscura de matazones e inseguridad como la que nos devastó entre 2008 y 2011, cuando fue catalogada como la ciudad más violenta del mundo, cuando se registraban hasta cien ejecuciones por semana, cuando los enfrentamientos a balazos sorprendían en medio a inocentes, cuando los carjackings y los secuestros golpeaban a nuestras familias, cuando el miedo, en fin, se enseñoreó de esta comunidad.
El terror destrozó a esta frontera, quebró miles de empresas, corrió cientos de negocios y maquiladoras, provocó un desempleo histórico, exilió a más de cien mil fronterizos, dejó viviendas deshabitadas por todos los rumbos…
Tras un gran esfuerzo de juarenses y autoridades, aquel dantesco panorama se ha modificado. La ciudad ha vuelto a florecer. Los medios extranjeros que antes la señalaron con índice de fuego hoy exaltan su recuperación. Los negocios prosperan de nuevo, las inversiones han retornado, el empleo se ha recobrado. Si bien aún se registran algunos homicidios, no hay punto de comparación con, por ejemplo, los más de 3 mil que se documentaron en 2010. A la vez, los demás reportes delictivos han ido a la baja.
Ahora hay que voltear los ojos hacia estados como Nuevo León, Veracruz, Guerrero, Chiapas o Oaxaca, donde la violencia ha alcanzado o rebasado los niveles que acá se presentaron, para sustentar que no queremos –ni debemos aceptar– que regresen esos escenarios a nuestra frontera.
Por desgracia, durante el proceso electoral que está por culminar, gran parte de las propuestas de los candidatos quedaron escondidas bajo la suciedad con que en internet se manejaron militantes y no militantes de partidos políticos, con ataques personales, acusaciones no probadas y señalamientos sin fundamento.
Es por ello que, hoy, cuando estamos a unas horas de otra jornada comicial, ya sin el ruido de las campañas encima, los ciudadanos tenemos la obligación cívica de reflexionar y decidir por las opciones que nos certifiquen el cumplimiento de las condiciones que necesitamos para avanzar. Que nos garanticen tranquilidad y no un retorno al deplorable pasado de temor y muerte. Que nos aseguren progreso en vez de retroceso.
Nunca en política algún candidato ha logrado concretar como gobernante todo lo que ofreció en campaña. Tampoco lo veremos ahora. El ciudadano fronterizo debe discernir entre populismos engañosos que ofertan promesas inalcanzables. Porque no es con esos espejismos ni con dogmas ideológicos o engañosas utopías como nuestra ciudad saldrá adelante.