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Blindan al Chapo hasta su comida

Francisco Chávez/
El Diario

2016-05-25

Cuando “Daniel” comenzó a trabajar en el Cefereso 9 Norte apenas hace unas semanas, nunca imaginó que prepararía los alimentos de uno de los narcotraficantes más sanguinarios.
Para este padre de familia, quien pidió ser identificado con otro nombre por seguridad, la presencia de Joaquín “El Chapo” Guzmán ha causado expectativa entre custodios, policías, cocineros y personal administrativo que trabajan en el penal.
Las medidas de seguridad dentro del reclusorio, a raíz de la llegada del líder del Cártel de Sinaloa, no son menores a las que se ven afuera, sobre la carretera.
Daniel cuenta que cada porción de alimento y los cubiertos que se dan a “El Chapo” son pesados en una báscula instalada en la cocina, para verificar que no contengan algún objeto extraño.
En los demás internos no se aplica este protocolo de seguridad, afirma.
Otra medida extraordinaria es la revisión de cucharas y tenedores que usa el narcotraficante, los cuales deben ser de plástico y rápidamente desechados.
“En la cocina hacen pesar la comida, se la revisan exactamente, que no vaya a llevar algo. El oficial te selecciona las cucharas y se está contigo”, narra ‘Daniel’ al soltar una risa nerviosa. 
Guzmán Loera no sale al patio ni a la cafetería como otros reos, permanece encerrado en su celda de máxima seguridad, aislado del resto de los reclusos, dice.
Abordado por El Diario al concluir su jornada de trabajo, el cocinero refiere que él y sus compañeros de profesión saben para quién cocinan los alimentos, pero nunca han visto el rostro de “El Chapo”. Dice no sentir miedo, pues sólo se dedica a hacer su trabajo. 
“Nunca lo he ‘guachado’ en mi vida”, precisa.
Cuenta que dentro del Cefereso hay tres áreas de cafeterías y Guzmán Loera se encuentra en la denominada B, donde laboran alrededor de 30 cocineros, entre ellos él, quien recibe un nombre ficticio.
Según comenta, el menú que se sirve al líder del Cártel de Sinaloa es el mismo que el de los demás internos, que viene programado desde la ciudad de Chihuahua y por lo regular consta de cereales, yogurt, puré de papa, caldos de res y pollo, y en ocasiones chuletas de puerco.
“No nos dejan verlo. Van dos agentes especiales por la comida (a la cafetería) y se la llevan a una habitación especial que le hicieron al vato”, dice. 
Ataviado aun con su uniforme de chef, Daniel señala que en sus recorridos diarios le ha tocado pasar a unos metros de la celda de “El Chapo”, lo que le genera algo de expectativa por la clase de huésped al que alimenta y del que todos hablan.
Asegura que la celda de Guzmán Loera está enclavada en un pasillo al que sólo define como muy largo, lleno de policías con vestimenta táctica azul y que dentro del dormitorio se encuentran otros cuatro agentes armados que no se le despegan ni para dormir.
Custodios del Cefereso 9 contactados por El Diario rechazaron ser entrevistados por miedo, según manifestaron. 
Cada movimiento que realiza Joaquín “El Chapo” Guzmán es monitoreado por una red de cámaras de seguridad y binomios caninos apostados frente a su celda las 24 horas del día, dijo Eduardo Guerrero Durán, comisionado del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (Oadprs), tras la llegada del narcotraficante a esta ciudad el 7 de mayo.
Detalló que se encuentra aislado de otros reos, en uno de los cuatro módulos de alta seguridad con los que cuenta el reclusorio y que recientemente fueron remodelados.
Daniel lleva varios años trabajando en restaurantes, pero tras quedar desempleado acudió a una agencia de contrataciones, que lo canalizó al Cefereso 9 Norte, dice.
El cocinero revela que los trabajadores de la cárcel también han sentido el rigor de los dispositivos de seguridad, pues tienen prohibido mirar hacia el área donde se encuentra recluido el narcotraficante y tienen que caminar con la vista al frente, como si fueran reos. 
“Adentro hay cuatro (policías) con él día y noche, y en el pasillo está todo lleno también. Nosotros pasamos por ese pasillo y nada más miramos de lado porque no nos dejan ni voltear, miras de puro reojo”, expresa. 
En la entrada al penal, situado en el kilómetro 33 de la Carretera Panamericana, se encuentra el primer filtro de seguridad orquestado por personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), comisionados ahí exclusivamente para el resguardo del narcotraficante.
A unos 200 metros al oriente, en medio del desierto juarense, le sigue el punto de revisión de la Policía Federal hasta llegar al área de resguardo, a otros 200 metros aproximadamente en la misma dirección.
Daniel menciona que al ingresar al tercer filtro de vigilancia, conocido como punto de resguardo, les quitan pertenencias personales como teléfonos y carteras.  
Luego los pasan al área de rayos X y posteriormente son sometidos a revisión corporal. En caso de que personal de custodia detecte algo extraño, se les obliga a desnudarse y a toser para verificar que no guarden drogas o armas en su cuerpo, según el testimonio del cocinero, que coincide con el de abogados defensores que visitan a sus clientes en el Cefereso.  
“No nos dejan entrar con nada. En resguardo, pasando los militares y federales, ya de ahí ya no entras con nada”, dice. 
Los empleados de cafetería trabajan 24 horas y descansan 48, es decir, un día entero de labores y dos más de descanso. Al concluir su jornada duermen en la cocina, encima de un colchón y abrigados con una cobija que les proporciona la administración penitenciaria, de acuerdo con el testimonio. 
A casi tres semanas de la llegada de “El Chapo” al penal de Ciudad Juárez, las medidas de seguridad son estrictas y permanentes. El perímetro del Cefereso 9 Norte se encuentra blindado por las fuerzas federales por tierra y aire, varios kilómetros a la redonda. (Francisco Chávez)

fchavez@redaccion.diario.com.mx

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