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Hacen de la ‘pepena’ oficio y herencia

Cinthya Ávila/
El Diario

2016-05-24

En la Sierra de Juárez un grupo de hombres manipula viejos aparatos electrónicos. Con sus manos, cortan los cristales de las pantallas y extraen las partes que puedan tener algún valor.
Ese es un escenario común en la calle Mayapán de la colonia Ricardo Flores Magón.
Los productos tecnológicos destripados al exterior de cada una de las viviendas forman parte del paisaje de la zona.
Todos los que ahí habitan subsisten de la recolección de fierros y desperdicios, incluso, la actividad se ha convertido en una cuestión generacional.
A Juan López Sotelo, de 31 años, su hermano mayor le enseñó el oficio y después sus otros hermanos menores también se dedicaron a lo mismo.
Ahora su sobrino Martín, de 17 años, aprendió a ensillar el caballo para salir a recolectar los fierros de las colonias cercanas.
Al exterior de su vivienda, Juan saca minuciosamente lo que considera que puede vender de un viejo televisor.
Su patio está plagado de los cascarones de los artículos ya desarmados y restos cristalinos. En su rutina diaria lo acompaña su carreta y su caballo, en los que sale a recoger las cosas obsoletas.
De tanto desbaratar televisiones y computadoras, Juan tiene ya las manos agrietadas. Cuenta que esos artefactos tienen varias porciones punzocortantes y en más de una ocasión se le ha abierto la piel. Las cicatrices están visibles. Su esposa ya aprendió también a faenar la tecnología desechada.
“En una ocasión hasta el hueso se me veía. Pero solo se me curó”, recuerda.
Su sobrino Martín comenzó hace un año. Por diversas circunstancias tuvo que dejar la escuela y decidió practicar la labor de su familia.
La calle Mayapán es una arteria angosta y pegada a los cerros. Para recorrerla es necesario pasar entre toda clase de instrumentos desechos.
José López García tiene afuera de su casa un enorme montículo de teles y hasta viejas lavadoras. Sin levantar mucho la mirada, desarticula lo que tiene a la mano y lo va subiendo a una troca. Entonces irá a algún sitio de compra de metales, donde le darán 80 o 100 pesos, según lo que lleve.
En semanas “buenas”, la colecta puede dejar hasta 350 pesos o más. Todo depende de lo que junten.
“Yo creo que a veces sí le regatean a uno”, expresa Sergio Castañeda, otro fierrero del sector. Él se dedica a esto desde hace 12 años. Inició con un caballo y el animal le dio para comprarse un vehículo.
En ocasiones, sus hijos de 12 y 14 años lo acompañan. Sergio les está enseñando los trucos básicos. Entonces la cadena de sustento vuelve a comenzar. (Cinthya Ávila/ El Diario)

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