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Recurren a las ventas ¡en el trabajo! para completar gasto

Horacio Carrasco Soto/
El Diario

2015-10-11

Como un reflejo de la crisis económica, miles de empleados en Ciudad Juárez alternan su trabajo con otra actividad: el comercio clandestino en sus propios centros de trabajo, con el cual obtienen ingresos adicionales y apoyan su economía familiar.
Hay empresas o dependencias de Gobierno donde es posible encontrar en un solo departamento a varias personas que “en secreto” venden dulces, burritos, salsas, CDs, galletas, productos de dieta, gorditas y muchos otros productos.
En otros casos, el comercio se hace a través de catálogos con los que expenden ropa, calzado, artículos para el hogar o la cocina, artículos de belleza, cremas y jabones, y que tienen la facilidad del pago en abonos.
Gracias a esos pesos extra, los empleados consiguen costear el pago de servicios, los gastos del hogar o la gasolina del automóvil.
Desde hace muchos años esta ha sido una forma en que la gente ha buscado un complemento de su salario, expresa el economista Miguel Ángel Calderón Rodríguez.
Es un comercio que se ejerce en centros de trabajo, escuelas, oficinas de Gobierno, clubes, organizaciones sociales y en cualquier sitio donde hay concentraciones de personas, añade.
Juan “El Juido” dice que fue “la necesidad” lo que lo motivó a ejercer el comercio clandestino en su empleo, siempre a espaldas de los jefes.
Se decidió por esa tarea al elegir una forma de “agarrar dinero honestamente”. Desde hace un año vende granolas de almendra, miel, cacahuate y fruta, además de muéganos, cacahuates salados y avena, todos a 10 pesos la pieza.
También ofrece pastelitos con chispas de chocolate a 12 pesos, que son altamente demandados, expresa.
En otra empresa, Marco se distingue por su seriedad, actitud profesional y entrega al trabajo, por eso nadie se imagina lo que hay en los cajones de su escritorio.
“Desde hace cuatro meses vendo botanas”, confiesa.
Entonces abre los estantes y resulta que están llenos de cacahuates, churros, palomitas, galletas y golosinas que vienen de Toluca y que revende al menudeo.
En otro lugar, donde los trabajadores cuentan con buen apetito, se encuentra Lolita.
“Yo vendo gorditas, están a 10 pesos, mi mamá las hace, se levanta temprano, desde las tres o cuatro de la mañana, y hace los guisados, y hace las tortillas”, dice.
“Los guisados vienen recién hechos, las tortillas y gorditas también, son de maíz y de harina, traigo entre 30 y 35 gorditas y se acaban en la primera media hora de llegar al trabajo”, agrega.
Hay de chicharrón, arriero, chile verde, frijoles con queso, chile rojo y de otros guisados, y en verdad que todas son sabrosas.

Buscan complementar sus ingresos: economista

Miguel Ángel Calderón Rodríguez, vicepresidente del Colegio Estatal de Economistas, dice que este comercio subrepticio crece en las empresas cuando los niveles de la economía andan bajos.
Sucede que la gente tiende a complementar los ingresos que obtiene en su empleo con actividades que le generen ingresos adicionales, agrega.
Entonces es común que surja un gran comercio de cremas, perfumes, inclusive llevan productos naturales y algunas cosas medicinales que no requieren receta, informa.
Además de los productos que vende en su lugar de trabajo, Juan “El Juido” comercia salsa picante un día por semana, de la cual su esposa cuece verdura, tomate y chiles, y luego él hace la preparación, dice.
Para esto, procede a licuar los vegetales con chile habanero, morita o jalapeño, además de cilantro, orégano y ajo, agrega. Enseguida ofrece cada bolsita a 12 pesos y el traste a 14.
La ganancia neta que obtiene con toda su actividad comercial es de unos 600 pesos por semana, informa.
“Con eso me ayudo para pagar los recibos de agua, electricidad y gas, pues con el teléfono me ayuda mi hijo mayor”, expresa.
Marco, quien vende de manera secreta botanas en la empresa donde es empleado, comenta que lo hace “para complementar el gasto semanal, para echarnos una manita”.
Informa que al día vende unas 10 piezas, que cuestan de 7 a 11 pesos, de modo que obtiene una ganancia de unos 150 pesos por semana.
Ese ingreso adicional, bien administrado, es el dinero que sistemáticamente utiliza “para la gasolina” de toda la semana, refiere.
Lolita, quien vende gorditas dentro de su lugar de trabajo, explica que ella y una hermana son viudas, entonces su mamá, quien vende comida en un puesto en la colonia Emiliano Zapata, les cuida a sus hijos a ambas: cinco niñas y un niño.
Y no sólo es darles los cuidados que requieren los infantes, que son muchos, sino que tiene que servirles el desayuno y la comida mientras sus madres trabajan para sacarlos adelante, agrega.
Como su mamá le cuida a sus hijas de 7 y 3 años, Lolita se lleva decenas de las gorditas que ella hace para venderlas y de esa manera corresponderle, por eso no obtiene comisión, dice.
Con las ventas que ella le promueve, su mamá obtiene aproximadamente mil 200 pesos a la semana, agrega. Ese intercambio de esfuerzos es una forma de ayudarse mutuamente.
El economista Calderón Rodríguez dice que estas vendimias se vienen practicando desde hace años, como complemento de los trabajadores para su salario nominal.
“La relación que tienen con otras personas les permite ganar esa confianza y entonces pueden vender productos, y no necesariamente al contado, sino en abonos, de modo que obtienen el pago total en dos o tres semanas o quincenas”, dice.
Y es tal la confianza entre compañeros de trabajo y amigos, que se va generando todo un comercio que no se expresa afuera de la empresa, agrega.
“Una cosa interesante es que hay productos que no se encuentran en el mercado de manera fácil, como productos medicinales, productos alimenticios y de otro tipo como maquillaje y que se consiguen a través de estas cadenas de venta”, expresa.
Al principio lo hacen para compensar sus ingresos y después lo toman como una forma de vida, informa.
Cuando los niveles de la economía andan bajos, la gente busca esto como un complemento permanente, inclusive hacen mucha difusión por internet, ya sea en redes sociales o por correo, comenta.
Venden entre compañeros de trabajo, comida de todo tipo, dulces, chocolates y otros productos de consumo inmdiato.
También hay quien ofrece diversos bienes por catálogo que van desde calzado hasta artículos para el hogar, productos de belleza, etcétera.
Todo esto hace que los precios de esos productos sean inclusive más baratos y que el comercio establecido no tenga las posibilidades de atraer esos clientes, añade.

Surgen pleitos y hasta rotación: gerente de maquiladora

Alfredo Gómez Gastaldi, gerente de personal de una empresa maquiladora, dice que a esas personas se les detecta muy fácilmente cuando hacen su vendimia en el área de trabajo.
Agrega que ese tipo de comercio no está expresamente prohibido por la Ley Federal del Trabajo, pero en todas las empresas existe un reglamento de trabajo.
Este documento es de aplicación general para toda la base trabajadora, contiene varias prohibiciones para los empleados y debe hacerse respetar, informa.
Dice que hay muchas malas experiencias con ese tipo de comercio porque los empleados se distraen de su labor, se retiran de su lugar de trabajo y se registran problemas y hasta pleitos, pues siempre hay personas que no quieren pagar.
“Ese tipo de cosas no son convenientes para nadie”, agrega. Llega a haber conflictos muy intensos.
Hay situaciones que provocan hasta rotación, pues hay personas que con tal de no pagar lo que deben, simplemente no van a trabajar, informa.
Además hay algunas empresas, como las del ramo médico, donde podría afectarse la calidad del producto porque los empleados manejan dinero, expresa.
En la mayoría de las empresas, el Reglamento Interior de Trabajo prohíbe esas prácticas, dice Joaquín Alberto Barrios Cervantes, presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje.
El trabajador puede hacerse merecedor de una sanción si se ausenta de su lugar de trabajo para hacer ese tipo de actividades, agrega.
La ley no contempla este comercio clandestino en los centros de trabajo como una prohibición, a menos que sean juegos de azar o apuestas, informa.
En el caso de las “vendimias”, son los reglamentos interiores de trabajo los que las impiden, expresa.
Las empresas las prohíben por política interna y establecen medidas sancionadoras, correctivas o disciplinarias en sus reglamentos, dice.
“La situación económica es difícil, los trabajadores a veces con el salario que perciben es muy difícil que puedan llevar el sustento a sus casas, entonces venden productos por catálogos y otras cosas”, agrega.
Lo que está prohibido es que se sustraigan de su lugar de trabajo para realizar estas actividades, informa.
“Hubo un tiempo en que estuvieron muy de moda las tandas y había muchos problemas porque no se les entregaba el dinero, o porque la persona que recolectaba el dinero se les iba con todo y dinero”, dice.
Las empresas incluyen en su reglamento medidas disciplinarias para quien ejerza esta actividad y, según los reglamentos, puede haber suspensión de uno a ocho días, agrega.
Sin embargo, muchas empresas los toleran durante un tiempo para que se recuperen económicamente y luego les piden parar su actividad, informa. (Horacio Carrasco Soto / El Diario)

consumo inmediato
• Dulces
• Burritos
• Gorditas
• Galletas
• Botanas

Para llevar
• Salsas
• Quesos
• Pasteles
• Conservas

Por catálogo
• Zapatos
• Lencería
• Colchas
• Abrigos
• Perfumes
• Bolsas
• Productos del hogar
• Productos de belleza
• Joyería


Inconvenientes
Trabajadores se distraen
Bajan su productividad
Surgen conflictos por deudas
Genera rotación de personal

Beneficios
- Reciben ingresos extra
- Apoyan gasto familiar


hcarrasco@redaccion.diario.com.mx

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