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Motiva en 11 países a tener fe y luchar por los sueños

Horacio Carrasco Soto/
El Diario

2015-10-04

Obstinado y fiel a sus amistades, pero sobre todo con un gran deseo de ayudar, el juarense Javier Ebenezer Olmos Martínez, de 26 años, ha recorrido más de 26 ciudades, aldeas y comunidades de 11 países.
Él salió de Ciudad Juárez el 29 de mayo pasado, con un grupo de 18 jóvenes que se echaron a cuestas la misión de hacer obra social con niños y jóvenes de Latinoamérica que viven en zonas de vulnerabilidad.
Impartieron talleres y conferencias para inspirar a niños y muchachos a luchar por sus sueños y que tengan fe en que “un cambio en el mundo sí es posible”.
Después de cuatro meses de jornada y de recorrer más de 20 mil kilómetros de carretera, actualmente se halla sin un peso en Buenos Aires, Argentina, en espera de conseguir dinero para retornar.
Javier planea regresar por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, para finalmente tomar un avión a México y llegar a Ciudad Juárez, donde vive su familia en Infonavit Juárez Nuevo.
Javier ha realizado el viaje con su gran amigo Alejandro Díaz de 31 años, quien también es juarense y su familia reside en la colonia Infonavit Aeropuerto.
La entrevista con Javier Olmos se hizo a través del chat de una red social. Estas son sus palabras.

Trabajar por la gente

“Soy estudiante y voy al quinto semestre de Ciencias de la Comunicación en la UACh, aunque este año suspendí los estudios para hacer el viaje”, informa.
“He trabajado como reportero para algunos portales de noticias”, agrega.
Informa que el 29 de mayo salió de Ciudad Juárez con un grupo de 18 jóvenes de esta ciudad, así como de El Paso y de otras ciudades mexicanas, inclusive de España, a realizar su misión.
Todos eran estudiantes, profesionistas y había varios artistas como músicos, pintores, bailarinas, actores de teatro y hasta un acróbata.
Su objetivo era hacer obra social con niños y jóvenes de Latinoamérica que viven en zonas de vulnerabilidad, además de viajar, de vivir esa experiencia, refiere.
Javier Ebenezer desempeñaba en el grupo el papel de coordinador de medios de información, pero además tomó parte en los talleres de música y acondicionamiento físico.
Refiere que para hacer el viaje, todos pagaron diferentes cantidades de dinero que oscilaron entre 2 mil y 3 mil dólares cada uno.
“Ofrecimos talleres y conferencias motivacionales con la finalidad de inspirarlos (a niños y adolescentes) a que lucharan por sus sueños, diciéndoles que un cambio en el mundo sí es posible”, añade.
La jornada inició en Guadalajara, de donde viajaron a Guanajuato, luego se presentaron en el Distrito Federal y llegaron a una comunidad que se llama Saclum, Chiapas.
“De ahí cruzamos la frontera sur del país el 5 de junio, ingresando a Guatemala y nos trasladamos a una aldea que se llama Nueva Libertad. La experiencia ha sido mágica”, dice.
“En Saclum estuvimos casi tocando las nubes, a 2 mil metros de altura sobre el nivel del mar, así se denomina a la raza étnica, comiendo su alimento, probando el café que ellos mismos cosechan”, agrega.
En una aldea, que ni siquiera aparece en el mapa, ofrecieron talleres y un concierto, para luego retomar el viaje y cruzar de largo El Salvador y Honduras.
“Llegamos a Costa Rica y Panamá, de Panamá volamos a Colombia, en Colombia trabajamos con menores de 15 años que ya son adictos a las drogas y que inclusive han asesinado a otros por pandillas”, expresa.
“Son amenazados y los resguardan en un refugio del gobierno de Medellín”, indica.
En Colombia visitaron cuatro ciudades: Medellín, Cali, Popayán y Colombia, pero siguieron su trayecto hasta salir del país y llegar hasta Quito, Ecuador.
“Y desgraciadamente para nosotros, el líder, al que le pagamos, administró mal el dinero”, informa. “Se llama Israel Robles”.
“En Colombia nos dijo que ya no tenía un peso de lo que le habíamos dado, entonces nos llevó a Lima (Perú) y ahí se disolvió el grupo”, expresa.

Destino:
Argentina

Javier Ebenezer dice que el proyecto de hacer obra social terminó en Lima, Perú, y a partir de allí se dedicó “sólo a viajar”.
Con el afán de cumplir la meta, que para todos era llegar a Buenos Aires, siguió el viaje con Alejandro Díaz y allí empezó la verdadera aventura, dice.
“Tuvimos qué mochilear, hacer dedo en la carretera, dormir en un albergue, a veces una comida enlatada al día para ahorrar lana”, agrega.
“En Santa Cruz, Bolivia, me recibieron unas personas de una iglesia cristiana que ya nos esperaba con el grupo”, cita.
“Ahí esperé durante tres semanas para que Israel Robles me mandara dinero para poder llegar a Argentina, porque así se había comprometido, pero no lo hizo y mi visado para estar dentro del país estaba por vencer”, continúa.
“Tuve que salirme de ahí y viajar a Argentina, mochileando, haciendo dedo, luego llegué andando el camino a una ciudad que se llama Orán”, refiere.
“Ahí contacté a un funcionario de esa municipalidad que me consiguió hospedaje en un albergue”, añade.
“Y luego, con un poco de ayuda de unos amigos y vendiendo mi celular, pude viajar en ‘bus’ directo a Buenos Aires que está a 24 horas de camino”, informa.
Fue “una satisfacción” llegar a Buenos Aires después de recorrer más de 20 mil kilómetros de carretera, expresó.
“Acá me recibieron un amigo y su familia, me han dado hospedaje y alimento”, dice. “He tenido frío, pues así es, acá estamos saliendo del invierno”.
“Como sabíamos antes de partir que en Sudamérica están en invierno, fui precavido y me traje un par de suéteres y una chamarra, que es ligera pero ad hoc”, agrega.
Javier refiere que él y Alejandro han pasado muchas cosas: desde lesionarse en la carretera después de caminar todo un día, hasta dormir una semana completa en un albergue en Argentina.
“Claro que todo lo que hemos vivido ha valido la pena, hemos tenido la oportunidad de conocer gente increíble, lugares asombrosos, vivir de cerca las culturas de la gente de Latinoamérica, estar en las selvas, los bosques, desiertos, las grandes ciudades, durmiendo en el piso, viajando en las gualas de Colombia, en avión, en bus, de ride”, cita Javier.
“En el camino me he encontrado con mucha gente que nos ha extendido la mano, con agua, alimento, orientación, que han sido vitales para seguir la ruta”, comenta.
“Algo importante que me ha traído acá es mi fe en que las cosas se logran cuando hay disposición”, dice. “Y tengo fe en que todo va a estar bien, siempre pienso eso”.
“No me arrepiento de nada, toda la gente que he conocido, los lugares en los que he estado”, agrega.
“Los momentos difíciles me han servido para valorar lo que he tenido y no tengo ahora, como la familia, mis amigos, que no están conmigo ahora”, refiere.
Informa que sus padres son Javier Olmos y María Martínez, y sus hermanos son Elizabeth, Paloma y Saulo Olmos Martínez, todos ellos vecinos de la colonia Juárez Nuevo de Ciudad Juárez.
Expresa que se ha mantenido en contacto con su familia a través de las redes sociales y procura, cada vez que tiene oportunidad, informarles dónde está a dónde planea moverse.

Regresar a México
Javier dice que hasta ahora no ha podido conseguir un empleo en Buenos Aires para capitalizarse y regresar a México, pues no cuenta con papeles para ello. De hecho, no tiene dinero.
“La gente me pregunta que si soy rico como para hacer un viaje tan largo jajá que cómo le hago o cómo le hice”, menciona.
Agrega que a pesar de la gran distancia, de hallarse en la punta sur del continente, no ha tenido miedo, aunque a veces lo asalta la incertidumbre porque nada es seguro.
“Mi objetivo ahora es regresar vía terrestre a Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia para documentar información, me gustaría integrar a algún trabajo periodístico, un documental”, agrega.
Ya de Colombia volaría a México, que es lo más barato, informa.
“Claro que algunos amigos de Juárez y mi familia me han echado mucho la mano, enviándome poco y que a la vez es mucho, de hecho más de lo que merezco”, indica.
De Colombia salió con 20 dólares en la bolsa y siguieron allí hasta llegar a tierras argentinas, donde terminaron.
“En el camino me quedé muchas veces sin un peso, y de pronto, en base a algunos trabajos que dejé pendientes en Juárez, me caía un poco de lana, más lo que me mandaban, pues ya se compensaba”, expresa.
“Aparte, para disfrutar muchas de las cosas que te da la propia naturaleza, pues no se necesita dinero”, comenta.
Dice que buscará regresar a México en cuanto “se aclare un poco el panorama, esto la verdad es una locura”, pues ha encontrado gente que lo hace desviarse hacia otro lado, o bien, quedarse más días en un lado y menos en otro.
“Podría tardar un mes más, calculo”, agrega e informa que pretende hacer escalas en los países de paso para recopilar información y documentarla en video y fotografía para hacer algo después.
“Estaba trabajando en un proyecto similar con mi compañero de viaje, pero no tenemos las mismas ideas, decidimos en buenos términos cada quién trabajar en lo suyo”, expresa.
Su proyecto consiste en “mostrar Latinoamérica tal cual es, cómo se vive, qué se sufre, temas sociopolíticos, culturales, económicos, etcétera”, dice.
“Y claro lo lindo, la naturaleza, los bonitos paisajes, las grandes ciudades”, agrega.
“Y sí, después de estar para entonces más de cinco meses viajando, quiero regresar un tiempo a casa de mis papas, buscar un trabajo o recuperar el que tenía”, informa.
Las personas que deseen ayudarlo pueden contactarlo a través de Facebook, pueden buscarlo con el nombre de “Javier Supertramp”.
Allí publica “todo lo que voy haciendo, en dónde estoy, subo fotos, y mientras esté en Buenos Aires estaré en línea la mayor parte del tiempo”, dice.
Si todo sale bien y nadie lo desvía en su viaje, Javier podrá estar en su casa en Ciudad Juárez antes del 3 de diciembre, cuando festejará su cumpleaños. Y claro, Alejandro lo acompañará. (Horacio Carrasco Soto / El Diario)

hcarrasco@redaccion.diario.com.mx

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