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‘Usted ni me salude’, dijo Quevedo, sacó su pistola y le dio siete balazos

Juan de Dios Olivas
El Diario

2014-01-04

¿Cómo está mi general?, preguntó aquel día el senador Ángel Posada al ex gobernador Rodrigo M. Quevedo para después extender amablemente su mano derecha al militar.
‘“Usted ni me salude”, respondió quien fuera gobernador de Chihuahua de 1932 a 1936.
Después vino una bofetada y salió a relucir un arma que escupió siete balazos que terminaron con la vida del legislador.
Eran las 2 de la tarde del 12 de marzo de 1938 y en el vestíbulo del hotel Koper, localizado en la avenida Juárez, se vivía un capítulo más de una época donde los políticos dirimían sus diferencias con violencia.
A nivel nacional, el presidente Lázaro Cárdenas, consolidaba su poder político tras poner fin dos años atrás –en 1936– al llamado “Maximato” y obligaba a exiliarse fuera del país al general Plutarco Elías Calles, de quien Quevedo era cercano.
Para consolidar su poder, Cárdenas creó la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y procedió a reorganizar a su partido, con el nombre de Partido de la Revolución Mexicana (PRM) a la postre el PRI, donde incluyó a los sectores campesino, obrero, popular y militar.
El nuevo orden generó un reacomodo violento de grupos políticos en el país del que Chihuahua no estuvo exento. El que encabezaba Quevedo se enfrentó violentamente al liderado por el nuevo gobernador Gustavo L. Talamantes en disputa por candidaturas y posiciones de poder.
La lucha  política cobraría también la vida  del alcalde José Borunda, amigo del senador Posada y quien fue asesinado en un atentado con explosivos en plena Presidencia Municipal. Previamente, en 1937 le costaría el cargo de alcalde a José Quevedo y su cuerpo de regidores quienes fueron destituidos por Talamantes.

SE ACABA EL PODER

El 3 de octubre de 1936, el gobernador Rodrigo M. Quevedo rendía un informe de Gobierno y recibía medallas y diplomas de reconocimiento a su trabajo por parte de sus partidarios en el Teatro de los Héroes en la capital del estado.
Ese día también entregaba el poder a su sucesor Gustavo L. Talamantes en una ceremonia donde el senador por Michoacán, Ernesto Soto Reyes, conminaba al nuevo mandatario a seguir la política trazada por Quevedo y por supuesto, a cumplir con los postulados de la Revolución, refiere el historiador David Pérez López en su libro Los Años Vividos, Ciudad Juárez Crónicas Pendientes.
Y como en ocasiones sucede en la actualidad, el gobernador saliente y su grupo perdían poder y terminaba enfrentándose a su sucesor.
Casi seis meses después la confrontación brotaba cuando el Juez Segundo penal dictó una orden de aprehensión en contra del alcalde de Ciudad Juárez, José Quevedo Jr., –familiar del ex gobernador– y de todo el Ayuntamiento por los cargos de peculado y otros delitos.
Al mismo tiempo 3 mil integrantes del recién creado Frente Único de Obreros y Campesinos de la Frontera, con los regidores Pedro Díaz y Edmundo Vázquez, se lanzaron a las calles a marchar pidiendo la renuncia del presidente municipal.
El alcalde, quien había logrado obtener un amparo, junto con los regidores Valentín Fuentes, Gilberto Martínez, José Suárez, Alfredo Aragón, Nieves Ortiz, Ignacio Jiménez y sus respectivos suplentes, se encerraron en la Presidencia Municipal, en aquel entonces a espaldas de la Misión de Guadalupe, (hoy edificio del Centro Municipal de las Artes).
Ahí, el alcalde decidió destituir a su jefe de Policía, el capitán Antero Torres Aizpuru. Sin embargo, el Congreso del Estado tomó otra decisión: ordenó la inhabilitación de Quevedo y designó sustituto a Antero Torres.
El 31 de marzo de 1937, en el hotel Río Bravo, fue designado oficialmente el nuevo Ayuntamiento, pero por 11 días más, Quevedo se negaría a entregar la Presidencia Municipal y estuvo a punto de tomar las armas.
El 12 de abril, el nuevo Ayuntamiento se mudaría del hotel Río Bravo para instalarse finalmente en la Presidencia Municipal, luego de que Quevedo decidió entregarla.

BALAZOS EN EL Koper

El asunto no quedó en la destitución de Quevedo, la confrontación subiría de tono y el mismo ex gobernador en un arranque de furia asesinaría a uno de los opositores a su grupo, al senador Ángel Posada.
Tres días antes del crimen, el legislador llegó a la frontera acompañado del diputado federal Francisco García Carranza para visitar la zona agrícola del Valle de Juárez.
En el mismo hotel Koper –actualmente en remodelación– localizado sobre la avenida Juárez entre las calles Abraham González y 16 de Septiembre, propiedad del general Alonso Quevedo Moreno, el senador sostuvo una reunión en una de las habitaciones para tratar asuntos del Congreso.
Al concluir, tomó su portafolio y se dirigió a la salida del hotel y justo en la escalera se encontró al general Rodrigo M. Quevedo, entonces recién nombrado jefe militar en Puebla.
Al intentar saludarlo, recibió como respuesta siete balazos que acabaron con su vida. Algunos de sus acompañantes intentaron defenderlo y se desató una balacera en la que resultaron heridos el ex alcalde José Quevedo, Narciso Talamantes, hermano del gobernador, el diputado Valentín Oñate y la niña Josefina Ariciniega, quien pasaba por la avenida Juárez y fue alcanzada por una bala.
Posada recibió tres proyectiles en la cabeza y cuatro más en el cuerpo, incluyendo un tiro en el corazón que acabaron con su vida al instante.
Rodrigo M. Quevedo salió y se encaminó a la Guarnición de la Plaza donde se entregó, pero fue ayudado a huir y tiempo después apareció en Nuevo Laredo, Tamaulipas donde fue arrestado, degradado y hecho prisionero por dos años. No obstante obtuvo un amparo de un juez de Distrito de Puebla y el presidente Cárdenas omitió aplicar un castigo, pese a la presión social que se generó en el estado de Chihuahua.
José Quevedo Jr. se refugió en El Paso, Texas y obtuvo también un amparo de un juez federal argumentando ser perseguido por cuestiones políticas.

BOMBA MATA AL ALCALDE

Tres semanas después del asesinato de Posada, el 1 de abril, José Borunda, quien había tomado protesta como presidente municipal apenas a principios de ese año, recibió en su despacho un paquete que le fue enviado por el Servicio Express del ferrocarril desde la ciudad de Chihuahua. El remitente era su propio sobrino Teófilo Borunda.
El paquete fue abierto por la noche por el mismo alcalde y el conserje de la alcaldía, Domingo Barraza, quien le prestó una navaja y procedió en su mismo escritorio a cortar las cuerdas que lo sujetaban.
Al abrir la tapa, una explosión sobrevino y sacudió al viejo edificio de la Presidencia Municipal. Se trataba de siete libras de nitroglicerina que al estallar, arrancaron las manos y lo dejaron sin ojos. El conserje también quedo destrozado.
Ambos quedaron vivos pero por la gravedad de las heridas fallecieron en breve tiempo.
El alcalde fue velado en el salón principal de la Aduana Fronteriza –hoy Museo de la Revolución en la Frontera– y su funeral se convirtió en un acto masivo.
Al día siguiente en Chihuahua seis sospechosos eran detenidos, todos ellos reconocidos simpatizantes del ex gobernador Rodrigo M. Quevedo y su familia, fueron detenidos, y otros tres Efrén Escobar, Nicolás Chávez y Alfredo Perusquía, el 3 de abril, y dos más, Justo B. Salaices y Alfredo Asís, el día 5.
Uno de ellos, Alfredo Chávez confesó ser el que envió el paquete, pero dijo ignorar su contenido, en tanto que Escobar acusó a Asís de ser el fabricante del artefacto. Al final Escobar, a quien un taxista reconoció como la persona que envió el paquete, fue el único en ser condenado por el atentado.

NACE EL PRI

Los crímenes al calor de la política, quedaron atrás al refundarse el partido político en el gobierno y nacer el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual conciliaría intereses.
El PRI fue fundado en la Ciudad de México el 18 de enero de 1946, el mismo día en que se elegía como candidato a la Presidencia de la República de ese partido a Miguel Alemán Valdez; pero se trataba del mismo partido creado por Plutarco Elías Calles en 1929 como Partido Nacional Revolucionario (PNR) y al que Cárdenas denominó Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938.
Ese mismo año, en Chihuahua, gobernaba Fernando Foglio Miramontes, en Ciudad Juárez se desempeñaba como alcalde Arturo Chávez Amparán.
Sin embargo, los liderazgos políticos los tenían entonces Teófilo Borunda y Antonio J. Bermúdez, el primero de los cuales había sido electo diputado federal para el periodo de 1943 a 1946, y quien previamente había sido alcalde de la ciudad en 1940-1941.
Bermúdez, por su parte, había sido el último presidente municipal en cubrir un periodo de dos años, en 1942 y 1943, y sería electo senador por Chihuahua precisamente en 1946.
En 1942, Teófilo Borunda había fundado la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) en Ciudad Juárez, e incorporaba al partido oficial a todos aquellos sectores que no eran ni obreros ni campesinos: prestadores de servicios turísticos, comerciantes, industriales y profesionistas.
Por su parte, el ex gobernador Rodrigo M. Quevedo continuó en las filas del Ejército Mexicano y en 1958 fue nuevamente postulado y electo senador de la República.


FUENTES: David Pérez López, en Los Años Vividos, Ciudad Juárez, Crónicas Pendientes; Martín González en Breve Historia de Ciudad Juárez y su región; Héctor Pedraza Reyes, El Partido Revolucionario Institucional, en http://docentes2.uacj.mx, Visión Histórica de la Frontera Norte de México.

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