Internacional

Huyendo de la pobreza y violencia, mujeres se unen a las caravanas

El Diario de Juárez

2018-12-04

América Central es una de las regiones con más muertes de mujeres en el mundo. Muchas centroamericanas dicen haberse unido junto con sus hijos a las caravanas migrantes porque para ellas es más barato y seguro viajar en grupos grandes. La mayoría viajaron con sus esposos o con familiares, pero algunas son madres solteras, publicó The Wall Street Journal.

En las últimas semanas, el Wall Street Journal habló sobre su travesía con algunas que viajaban hacia la frontera.

Lilian, 31 años, de Comayagua, Honduras

Lilian y su hijo ya iban al Norte cuando se toparon con la caravana y decidieron unirse por razones de seguridad.

Gloria, 22 años, de San Pedro Sula, Honduras

Gloria partió de Honduras con una prima y su vecina cuando se enteraron por televisión sobre la caravana migrante.
“La vida en Honduras es, bueno, así así”, dijo.

Ilsi Ramírez, 24 años, de San Pedro Sula, Honduras

El padre de su hijo de tres años había sido asesinado. Hace más de un mes, Ramírez y su hijo se fueron de San Pedro Sula. Al oír de la caravana, ella pronto decidió integrarse. Dejó a su hija mayor.

“Ha sido difícil”, recordó. “Pero uno no se puede quedar en Honduras… Es imposible vivir. Y no hay trabajo”

Mayra Hernández, 36 años, de Tegucigalpa, Honduras
 

Hernández se levantaba a diario a las 4 am para vender tortillas en la capital de Honduras, pero se volvió demasiado difícil seguir pagando las extorsiones de las pandillas. Ya no le alcanzara para los libros y el uniforme de la escuela de su hija.

“No podía criar a mi hija en un lugar así”, dijo.

Sarahí Castillo, 18 años, de Tegucigalpa, Honduras

La delincuencia organizada estaba amenazando y extorsionando a la mamá de Sarahí, y ella misma quería una vida mejor.

Alejandra Córdova, 33 años, de Soyapango, El Salvador

Córdova dejó en El Salvador a sus dos hijos con la abuela de los niños para buscar un trabajo con sueldo mejor. “Tienen tres y seis años. Los abracé fuerte y les dije: ‘voy a volver pronto por ustedes”, dijo. Córdova planea trabajar por un tiempo en la Ciudad de México y ahorrar dinero para traer a sus hijos al Norte y, eventualmente tratar de cruzar de manera segura a Estados Unidos.

Belindre Granados, 15 años, de Teguciglapa, Honduras

Granados quiere estudiar en Estados Unidos porque dice que en Honduras la educación es mala. Junto con su hermana mayor, de 27 años, quiere llegar a Houston, Texas, donde las espera su tía. En las redes sociales tuvieron conocimiento de que en Honduras estaba formándose una caravana de migrantes. Al día siguiente partieron.

Mariela, 41 años, de San Salvador, El Salvador

Mariela salió de El Salvador con su hijo y su hermano. Ella decidió emigrar cuando recibió amenazas de muerte por empezar a investigar el homicidio de su hermano a manos de una pandilla.

“Nuestras vidas están en peligro. La situación en El Salvador es peor que durante la guerra de los años 80. En ese entonces, uno sabía quién era quién. Ahora, cualquiera te puede matar por cualquier razón”, dijo.

Carla Rubio, de Tegucigalpa, Honduras

Carla tiene tres hijos: Rebecca, nacida en Honduras; Cjay, nacido en México; y Cody, nacido en Estados Unidos, donde ella vivió ilegalmente un tiempo. Regresó a Centroamérica cuando deportaron al padre de Cody. Aunque Cody es estadounidense, el pasaporte ya se le venció y Carla no puede renovarlo. Dijo que está teniendo dificultades con las autoridades hondureñas debido a que los papeles de sus hijos no están en orden. “Huí de Honduras porque amenazaron con quitarme a mis hijos, y tengo miedo”, dijo.

Esmeralda González, 27 años, de El Progreso, Honduras

“En mi país no hay empleos”, dijo González, dando pecho a su hija de 11 meses. Su esposo, Miguel Cáceres, empujaba la carriola donde va el equipaje de la familia y llevaba de la mano a su hijo de cinco años, Ángel.

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