Reforma
2018-10-17Bruselas— Las negociaciones para acordar el Brexit están atrapadas en un túnel, y todavía no se ve la luz al final.
La cumbre europea de este miércoles en Bruselas pactó una prolongación de las conversaciones, bloqueadas desde el pasado domingo, y las dos partes se mostraron dispuestas a agotar el margen de maniobra, tanto político como temporal, lo que podría retrasar hasta noviembre o diciembre el posible acuerdo sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE).
Los líderes del Bloque concluyeron que no hubieron suficientes avances a pesar de la intensidad de las negociaciones.
"A pesar del espíritu de buena voluntad de Theresa May (Premier de Reino Unido), no he detectado ninguna propuesta nueva", declaró Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo.
Londres y Bruselas contemplan también ampliar un año, hasta finales de 2021, el periodo transitorio tras el Brexit, previsto inicialmente para 21 meses -de marzo de 2019 a diciembre de 2020-, lo que evidencia una clara señal de que Reino Unido asume la tremenda dificultad de gestionar el Brexit, incluso con acuerdo.
Los 27 están ofreciendo más tiempo al Gobierno de la Premier británica para que realice una contraoferta que resuelva el punto más conflictivo: la frontera entre las dos partes de Irlanda.
Pero se niegan, por ahora, a fijar una fecha precisa para rematar el acuerdo del Brexit, lo que mantiene la incógnita sobre el final de la negociación.
"Necesitamos tiempo, mucho más tiempo y seguiremos trabajando en las próximas semanas con calma y paciencia", señaló el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, momentos antes del encuentro con los 27.
La Primera Ministra, invitada a participar al principio de la reunión, también mostró un cauto optimismo y aseguró que se han registrado progresos y que un buen acuerdo es posible.
Fuentes comunitarias corroboraron ese balance pero señalaron que May se mostró abierta a considerar la posibilidad de prolongar el período transitorio, una oferta que resultará humillante para los euroescépticos de su país -porque mantiene a Reino Unido sometido a la legislación y jurisprudencia comunitaria- pero que puede enviar una señal muy tranquilizadora para todas las empresas europeas o mundiales con presencia en el mercado británico.