The New York Times
2018-08-10
Washington— En un intento por impedir que el presidente Trump afectara drásticamente durante la cumbre de la OTAN celebrada el mes pasado un convenio formal sobre políticas, funcionarios estadounidenses de seguridad de alto nivel presionaron a los embajadores de la alianza militar a concluirlo antes de que el siquiera comenzara el foro.
El trabajo destinado a preservar el acuerdo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el cual por lo general se somete a intensas negociaciones de último momento, se dio semanas después de que Trump rehusó autorizar el comunicado del encuentro del Grupo de los 7 en Canadá.
Las apresuradas maquinaciones para implementar las políticas, como lo exigía el asesor nacional de seguridad John R. Bolton, no se habían dado a conocer. Descritos por diplomáticos europeos y funcionarios estadounidenses, dichos esfuerzos constituyen un indicio sobre hasta dónde están dispuestos a llegar los asesores presidenciales de primer nivel a fin de proteger de la impredecible hostilidad de Trump a la alianza internacional formada hace decenios.
Embajadores aliados señalaron que el plan de los funcionaros estadounidenses funcionó —hasta cierto grado.
Trump casi echa a perder la sesión de dos días que comenzó el 11 de julio en Bruselas. Amenazó vagamente con que Estados Unidos seguiría por su cuenta si sus aliados se resistían a sus exigencias de destinar más fondos militares. Después de dicha cumbre, Trump también cuestionó un fundamento de la alianza: que un ataque contra algún país de la OTAN es un ataque contra todos.
Pero la aprobación del comunicado —denominado declaración durante las sesiones— resultaba crucial para la alianza. El documento garantizaba que, a pesar de los arrebatos retóricos de Trump, los diplomáticos de la OTAN podrían implementar iniciativas, entre ellas cruciales prioridades del Pentágono dirigidas a mejorar las defensas aliadas ante Rusia.
“El equipo de seguridad nacional del Presidente hizo un buen trabajo al garantizar un resultado mínimamente exitoso en la cumbre de la OTAN”, dijo James G. Stavridis, almirante jubilado que alguna vez fungió como comandante supremo de los aliados en Europa.
Pero, añadió, “resulta desafortunado que la aparente animadversión personal del Presidente continúe generando fricciones en una alianza que ha aguantado la prueba del tiempo”.
Semanas ante de la cumbre Bolton pidió a las delegaciones terminar el comunicado el 6 de julio. Temerosos de que se repitiera el desastre el G-7, todos los emisarios de los países miembros de la OTAN accedieron.
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