Internacional

Tienen Trump y Kim reunión histórica

The Washington Post

2018-06-12

Singapur– El presidente Donald Trump estrechó ayer la mano al líder norcoreano Kim Jong Un en un aislado centro turístico de lujo, revirtiendo décadas de política de Estados Unidos hacia el autoritario régimen, en una apuesta extraordinaria de que su atención personal ayudaría a romper un ciclo de armamentismo nuclear para evitar un enfrentamiento militar.
Trump y Kim se reunieron justo después de las 9:00 horas, (19:00 horas de Juárez), en el gran hotel Capella en un escenario con una alfombra roja y banderas alternantes de EU y Corea del Norte.
Mantuvieron el apretón de manos, y luego se volvieron hacia un pequeño grupo de periodistas para que las imágenes se transmitieran rápidamente por todo el mundo, ambos con expresiones serias y sin sonreír.
Washington— El presidente le indicó a Kim que abandonara el escenario, y los dos hombres se retiraron a una sala privada para reunirse uno a uno, acompañados sólo por sus intérpretes, con el objetivo de establecer una relación antes de que se les unieran sus asistentes para más negociaciones técnicas de las armas nucleares.
Cuando se sentaron uno junto al otro en un par de sillones, Trump declaró: “Es un honor para mí, y tendremos una relación excelente, no tengo dudas”.
Kim habló en coreano, diciendo que “los viejos prejuicios y prácticas funcionaron como obstáculos en nuestro camino a seguir, pero los hemos superado a todos, y estamos aquí hoy”.
El saludo sin precedentes entre el líder no ortodoxo de la nación más rica y poderosa del mundo y uno de los gobernantes más aislados y represivos, se habría considerado casi inimaginable hace apenas unos meses, cuando Trump y Kim intercambiaron amenazas e insultos.
Nunca antes había tenido un presidente en turno de Estados Unidos una reunión con un gobernante de la familia Kim, ya que las administraciones anteriores de la Casa Blanca se negaron a validar el régimen en medio de sus provocaciones nucleares y abusos contra los derechos humanos.
Pero debajo de las notables imágenes del hotel Capella estaba una realidad más espinosa: las dos partes siguen divididas en temas cruciales y el camino hacia un plan de desnuclearización, que podría tomar años en completarse y que enfrentará muchos obstáculos.
El objetivo de la cumbre fue ratificar los lineamientos de una declaración conjunta, que se lanzará antes de que los dos hombres salgan de Singapur más tarde durante el día, que establece un marco para conversaciones adicionales. Al cierre de esta edición, los resultados de la reunión no habían sido comunicados.
Después de su reunión, los dos líderes se unieron con expertos para pláticas más técnicas. Del lado de los EU, el equipo de Trump incluyó al secretario de Estado Mike Pompeo, al asesor de seguridad nacional John Bolton y al jefe de Gabinete de la Casa Blanca John Kelly.
En los días previos a la reunión, con los negociadores luchando por llegar a un acuerdo básico sobre el alcance del acuerdo, Trump y sus asesores buscaron reducir las expectativas sobre cuán rápido la administración podría convencer a Pyongyang de comenzar a desmantelar sus programas de misiles nucleares y balísticos.
Los detalles sobre si el Norte estaría de acuerdo con un marco de tiempo específico y las inspecciones internacionales periódicas de su progreso, así como sobre los beneficios que los Estados Unidos estaban ofreciendo a cambio, no se divulgaron inmediatamente.
Otros asuntos importantes parecían no estar resueltos, incluido el brutal historial de derechos humanos de Corea del Norte, contra el que Trump había arremetido el año pasado tras la muerte del estudiante universitario estadounidense Otto Warmbier, que había estado cautivo durante 17 meses y luego había sido liberado en estado de coma.
La pregunta para Trump y Kim, era si su arriesgado encuentro produciría un avance histórico para aliviar las tensiones o colapsar y dejar a Kim envalentonado y la influencia de Estados Unidos debilitada en el escenario global.
“El hecho de que tenga una reunión es una gran pérdida para los Estados Unidos, dicen los que odian y los perdedores”, escribió Trump en un tuit matutino. “Tenemos nuestros rehenes, pruebas, investigaciones y todos los lanzamientos de misiles se han detenido, y estos expertos, que han dicho que me equivoco desde el principio, ¡no tienen nada más que decir! ¡Estaremos bien!”.

Trump, quien se deleita en desafiar la sabiduría convencional, aprovechó la oportunidad de hacer lo que otros presidentes no pudieron y, a pesar de haber asumido la oficina con escasa experiencia geopolítica, elevó rápidamente la creciente amenaza de Corea del Norte a su principal prioridad en política exterior.

Mientras Pyongyang demostraba competencia rápidamente sofisticada en su arsenal nuclear, Trump supervisó un endurecimiento de las sanciones económicas y el aislamiento diplomático de Pyongyang, sólo para saltar en marzo ante la oferta de Kim de reunirse y precipitarse en una cumbre, a pesar de las advertencias de ex funcionarios estadounidenses de que era moverse demasiado rápido y recompensar al régimen por su mal comportamiento.

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