Internacional

Masacra Estado Islámico a 9 periodistas en Kabul

El Diario de Juárez

2018-04-30

Nueve informadores, la mayoría de ellos afganos, han muerto y cinco más resultaron heridos de gravedad, informó el diario El Mundo.

Este nuevo ataque contra la prensa no fue fruto del azar o la oportunidad. La intención del terrorista suicida era llevarse por delante a todos los periodistas posibles. Por este motivo "escondió sus explosivos en una cámara y se acercó al lugar donde estaba la prensa", según informó Khama Press.

Entre los muertos está el histórico fotoperiodista de la agencia AFP, Shah Marai. También fallecieron Yar M. Tokhi, de TOLONews; Salim Talash y Ali Salimi, de Mashal TV; Ghazi Rasooli, Noor Ali Khamosh, del canal 1TV; Ebadullah Hananzai y Maharam Durani, de Radio Azadi.

Los heridos son Naser Hashemi, de Al Jazeera; Omar Soltani, de Reuters; Ahmadshah Azimi, de NANA Media; Ayar Amar, de Vahdat Mili, y Davod Ghisanai, del canal de televisión privado Mivand, además de Ahmad Shah, de la BBC, en otro atentado a tiros al este del país.

Ahmadshah Azimi, de NANA Media es uno de los colaboradores -fixer según la jerga periodística anglosajona- sin el que el trabajo de muchos reporteros de occidente sería imposible. Las heridas de gravedad le abrieron el pecho, pero después de una cirugía de urgencia sobrevivió.

Un periodista del diario El Mundo se dijo afortunado, pues si hubiera llegado a la zona de prensa con su compañero Ahmadshah, quizás no habría podido seguir informando. "Los 400 metros que me separaban de la explosión, sin duda, me han salvado la vida. En el punto cero de la segunda explosión la escena era dantesca. Los cuerpos entrelazados, rotos, desmembrados y chamuscados de los periodistas y civiles yacían en el suelo mientras, alrededor, el miedo de los presentes, temiendo un nuevo ataque; el humo, los gritos, la impotencia de los heridos alzando las manos o tendidos con los ojos abiertos, paralizados, como sorprendidos, se mezclaba con el ensordecedor ulular de las sirenas de las ambulancias y los coches de la policía. Un caos, un horror, que trasciende a cualquier palabra", dijo.

"Hay víctimas por todas partes. Otra vez. ¡Dios, cuándo terminará esto! El suelo está lleno de muertos. ¿Por qué Dios nos castiga de esta manera? Hoy estoy vivo, pero, mañana, qué, ¿eh?", contó al rotativo español Ahmad, uno de los transeúntes habituales de la avenida de Shashdarack, herido levemente en la cabeza. Hablaba con la ropa hecha jirones, la cara tiznada de negro y con los ojos inyectados en sangre. "¿Dónde está la seguridad que prometió el gobierno? Cada día hay más controles [policiales] pero los ataques continúan", añadió sollozando. "¡Por qué, por qué!", se marchó gritando.

La muerte y la suerte son parte del oficio periodístico. Hoy, la primera reinó despiadadamente sobre la segunda. La pérdida de los nueve informadores afganos jamás podrá ser compensada o justificada. Sin embargo, "las tácticas del Estado Islámico que son inhumanas, asesinas y basadas en el terror absoluto, no detendrán a la libertad de prensa afgana. No vamos a renunciar a ella. Jamás", explicó Hamid, periodista afgano y director de la agencia NANA Media.

Pero el coraje de los periodistas afganos no es suficiente. "Sabemos que el gobierno ha tomado medidas para protegerlos, pero debe aumentar la seguridad", según indicó Christophe Deloire, secretario general de Reporteros Sin Fronteras.

Hemos enviado formal y oficialmente el caso [de la prensa afgana] al secretario general de la ONU. No hay duda de que ha llegado el momento de que las Naciones Unidas hagan llegar un mensaje fuerte a la comunidad internacional y a los protagonistas nombrando a un Representante Especial para la Protección de los Periodistas", añadió.

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