Espectaculos

Belleza de espíritu punk

María Contreras
Agencia Reforma

2018-11-11

Londres– En la década de los 80, cuando uno de los grandes hitos para una modelo era aparecer en la portada de la edición de trajes de baño de la revista Sports Illustrated, Paulina Porizkova lo logró dos años seguidos: en 1984 y 1985.

Su cara estaba en todas las revistas, de Vogue a Cosmopolitan; apareció en campañas de Chanel, Versace, Hermès o Dior, y en 1988 firmó un contrato con Estée Lauder estimado en 6 millones de dólares, que la situó entre las tops mejor pagadas del mundo.

Además de su belleza clásica, Porizkova también era famosa por decir siempre lo que pensaba.

"Siempre he detestado ser modelo. Es superficial y falso, y odio tener que preocuparme de mi aspecto", declaraba a la revista People en 1985.

En 1989, en Sports Illustrated incluso sostenía que las modelos creaban complejos a las mujeres. Y su opinión no ha cambiado.

"Todavía estoy de acuerdo con mí yo joven, sigo pensando que ser modelo es un trabajo tonto", afirma en entrevista telefónica. "Pero cuando decía eso probablemente estaba intentando ser provocadora, que la gente tuviera una impresión distinta de la que sugería mi aspecto. En realidad era salvaje, alocada y bastante punk".

 

ACOSO DISFRAZADO DE PIROPOS

Paulina Porizkova fue descubierta en unas fotos tomadas a instancias de una amiga de la escuela que aspiraba a ser maquilladora. Tras enviarlas a varias agencias, la invitaron a conocer a John Casablancas, fundador de Elite Model, y antes de darse cuenta estaba viviendo en París. Tenía 15 años.

¿Padeció o presenció experiencias #MeToo?

"Por supuesto. Al acoso sexual lo llamaban piropos: era tan normal, que si un fotógrafo heterosexual no intentaba llevarte a la cama parecía que tenías algún problema".

Desde que ella encontró su voz la ha utilizado sin descanso, pero ahora su eco llega más lejos gracias a las redes sociales.

Además de repasar su carrera con el hashtag #Paulina4Decades, en su cuenta lo mismo denuncia aquella vez que Revlon sustituyó su cuerpo por el de otra modelo en una campaña, como los insultos que recibía en el colegio por ser inmigrante (nació en Checoslovaquia, pero se crió en Suecia después de que su familia huyera del régimen comunista, y hoy también es ciudadana de Estados Unidos).

En ocasiones también expresa su rechazo a las políticas de la administración Trump, y no es raro leer cómo se enzarza con sus haters.

En los años 2000, Porizkova desapareció del mapa ("Tú no dejas a la moda, es la moda la que te deja a ti", admite). Actuó en alguna película olvidable, publicó la novela ‘A Model's Summer’ y fue jurado del concurso de televisión America's Next Top Model pero su perfil era bajo.

Y, de pronto, en el último año el teléfono ha vuelto a sonar: portadas en la edición checa de la revista Elle o en el semanal italiano Grazia, editoriales en Porter o el Vogue checo, campañas de Gloria Vanderbilt o Revlon Profesional y, en febrero, incluso cerró un desfile en la Semana de la Moda de Londres.

También volvió a la publicación que la consagró, Sports Illustrated, para participar en un proyecto dedicado a los cuerpos en positivo.

Aunque todo lo anterior habla de un regreso en toda regla, Porizkova asegura que se trata de un cúmulo de accidentes felices.

"No fue planeado. Estaba dedicándome a escribir y no me había sucedido nada de interés público aparte de haberme separado de mi marido (Ric Ocasek, líder de la banda The Cars y padre de sus dos hijos).

"Al llevar casi toda mi vida en este matrimonio estable y maravilloso, había dejado de aprender muchas cosas de mí misma, y no necesariamente atractivas. Quiero estar abierta a lo que venga ahora, ser curiosa y decir a todo que sí".

 

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