Agencias
2018-10-19
Bogotá, Colombia—Dar vida a uno de los personajes más rudos de la televisión, que enfrenta a delincuentes, protagoniza largas peleas y salta de edificio en edificio en Nueva York, ya le ha pasado factura a Daredevil.
Bueno, en realidad, quien padece las consecuencias de ser un superhéroe es Charlie Cox, quien admite que no sólo los villanos salen apaleados.
"Bajo las escaleras y ya soy muy consciente de que lo estoy haciendo, ¡mis rodillas me lo gritan! Mis hombros y mi cuello también lo padecen.
"Me toma un poco más de tiempo llegar al baño cuando me levanto por las noches para ir a orinar de lo que solía tardar", acepta el británico, de 35 años, con humor.
Y no es de sorprender que el físico ya le reclame, pues es un héroe que no tiene superpoderes, así que siempre lucha a puño limpio.
Si a eso se le agrega que Matt Murdock, el alter ego del superhéroe, tiene una discapacidad visual, la interpretación se vuelve más complicada.
"La ceguera sigue siendo un desafío, aunque también lo disfruto, pero no he llegado al punto en el que ya sea en automático.
"Supuse que algún día sucedería, como pasó con mi acento estadounidense, que ahora ya no tengo que ponerle tanta atención, y si cometo algún error soy capaz de detectarlo y corregirlo", revela Cox.
Y lo peor es que la producción parece determinada a exigirle físicamente cada vez más al actor.
Para la tercera temporada de ‘Daredevil’, disponible a partir de este viernes en Netflix, le quitaron el popular traje rojo de superhéroe que ya había tomado en la entrega pasada.
"El dolor y daño que causó al convertirse en un símbolo no tuvo nivel de comparación con el bien que podía hacer. Al final de la temporada dos y de ‘The Defenders’ (miniserie de Marvel en la que también apareció) reconoce que fue un experimento fallido, que no funcionaba y que estaba peor de lo que imaginaba.
"Esa es una de las muchas razones por las que se ve forzado a retroceder, rechazar esa icónica imagen y ser alguien que opera fuera del radar", expone.