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Sabe vivir

Agencias

2018-10-13

Madrid— Los personajes que ha interpretado Keanu Reeves a lo largo de su trayectoria han sido variopintos, pero en la retina de sus seguidores permanece de manera especial el nombre de Neo, en la trilogía ‘Matrix’, y el vengador que interpreta en otra saga, ‘John Wick’, que en 2019 estrena su tercera entrega.
Sin embargo, la vida del actor tiene poco que ver con sus personajes victoriosos.
Sí, es una estrella de Hollywood y uno de los mejor pagados de la industria cinematográfica, pero también es la personificación del antidivo y un hombre comprometido que destina parte de su fortuna a ayudar en causas sociales como la investigación y la lucha contra el cáncer.
“El dinero no significa nada para mí. Podría vivir los próximos siglos con lo que ya he ganado. Mi idea de la felicidad está relacionada con acostarme en la cama con la persona que amo, compartir una cena con amigos o ir en moto”, dijo en una entrevista que refleja la esencia de su vida real.
En esa filosofía han influido las dramáticas experiencias que ha ido superando a lo largo de su existencia. Su infancia la marcó el alcoholismo de su padre, que terminó por abandonar a la familia que formaba junto a su madre y su hermana Kim, dos años más joven que él.
Aunque nació en Beirut tiene nacionalidad canadiense, país que les acogió cuando su madre decidió mudarse para buscar un nuevo futuro después de haber tenido que trabajar como stripper para sacar adelante a sus dos hijos.
La pérdida de seres queridos y el cáncer son dos conceptos que aparecen reiteradamente en su biografía. Tras la desaparición de su padre, Reeves vivió la enfermedad de su hermana pequeña, que sufrió una leucemia que logró superar tras meses de tratamiento.
Cuando empezó en la industria del cine, después de renunciar a su pasión por el hockey por una grave lesión, conoció a River Phoenix, compañero de rodaje en ‘Mi Idaho Privado’, y desde ese momento uno de sus amigos más cercanos.
Una sobredosis de speedball (mezcla de cocaína y heroína) acabó con la vida de Phoenix en una acera próxima a un bar propiedad de Johnny Depp, un hecho que devastó a Reeves y que lo ha perseguido por años.
Seis años después volvió la tragedia: la hija que esperaba con su novia, la actriz y asistente personal Jennifer Syme, nació muerta.
Syme entró en una profunda depresión que acabó con su unión y, 18 meses después, murió en un accidente de tráfico, cuando ellos habían roto como pareja pero seguían siendo amigos.
Un año después, la leucemia volvió a aparecer en la vida de su hermana y Keanu paralizó todos sus compromisos para estar con ella en esta etapa.
“Ella es lo más importante para mí. Cuando te enfrentas a una situación como ésta con un ser querido, todo se pone en perspectiva”, dijo sobre esa época de su vida.
En la suma de todos estos acontecimientos tiene su base la labor altruista del actor, que lleva años apoyando de forma anónima iniciativas solidarias, como una fundación que creó para ayudar en la investigación contra el cáncer y que también financia hospitales para niños.
Sus donaciones se estiman en millones de dólares, pero su nombre no figura en ellas porque Reeves sabe que la vida es otra cosa, y que el dinero no te devuelve a nadie querido.

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