Espectaculos

Un desnudo a sus sesenta

Agencia Reforma

2018-08-18

Montana— Andie MacDowell cumplió 60 años en abril. Cuando eres mujer y sigues trabajando en Hollywood, un aniversario como esos es más que un hito personal: es un milagro cinematográfico, particularmente cuando consigues papeles jugosos acordes con tu edad.
La actriz estelariza un pequeño filme independiente titulado Love After Loveque llegará a Hulu el mes entrante, en el que da vida a una mujer de mediana edad que trata de recuperarse tras la muerte de su esposo.
Podría ser su mejor interpretación desde que dio vida a una esposa sexualmente pasiva en Sexo, Mentiras y Video, el filme de Steven Soderbergh sobre un hombre (James Spader) que sólo puede establecer intimidad a través del lente de una videocámara.
En esa película el sexo sólo era sugerido. Pero en Love After Love MacDowell realiza su primer desnudo en pantalla de su larga carrera.
"Todo mundo hace gran alharaca de la desnudez. Y es vergonzoso que sea así. Me gustaría haberlo hecho antes, pero no, tenía que esperar hasta que tuviera un cuerpo más viejo".
Las alabanzas de los críticos, algunos de ellos sorprendidos (¡Andie MacDowell sabe actuar!) le recuerdan a la actriz cuando cumplió 40 años y sus colegas le preguntaron, como le han preguntado ahora, cómo se sentía al haber alcanzado una edad en la que podría no volver a tener trabajo
Suelta una risotada. Con proyectos que incluyen una participación en la quinta temporada de la farsa británica Cuckoo, y un filme al lado de Richard Dreyfuss y Chevy Chase en The Last Laugh (ambos para Netflix), MacDowell puede permitirse un verano relajado.
Bueno, es un decir.
Era la hora del té, y MacDowell estaba sentada en un sofá de tapiz desteñido en la sala de su modesta casa de campo, un poco exasperada porque no podía recordar los nombres de dos de estrellas de cine actuales.
Una ruidosa Chihuahua-Boston terrier llamada Ava Gardner salta a su regazo mientras la actriz, cuya belleza aún deslumbra, explica que la cinta Certain Women es un ejemplo del tipo de trabajo que le gustaría seguir haciendo... con todo y que no lograba recordar el título.
"Es una película maravillosa. Sale Laura Dern y esa chica de las cintas de vampiros, ¿cómo se llama? Y esa otra actriz de Montana... ¡Nombres! ¿Qué demonios?", se pregunta con impaciencia.
¿Por qué no lo googlea? Porque a cierta edad, evitar ese atajo tecnológico te ayuda a conservar la dignidad.
"¡Michelle Williams!", dice triunfante, en referencia a la protagonista de Certain Women.
Como modelo convertida en actriz, ha tenido altas y bajas: por ejemplo, nunca consiguió el lugar merecido. A menudo era elegida como la chica ideal y elusiva (como en Cuatro Bodas y un Funeral y St. Elmo's Fire, donde se las arregló para que un suéter fuera más sexy que un bikini).
Como ha pasado con muchas mujeres hermosas, el magnífico rostro de MacDowell hace dudar a quienes quieren contratarla como actriz.
Nacida en Gaffney, Carolina del Sur, debutó como modelo a finales de los 70, con sus mejillas sonrosadas y un cabello ingobernable, en contraste con las rubias perfectamente peinadas (Cybill Shepherd, Christie Brinkley y Cheryl Ladd) que dominaron esa década.
Desde 1985 tiene un contrato con L'Oréal, lo que la convierte en la más longeva de sus embajadoras.
Tímida y solícita en persona, MacDowell se interpreta a sí misma en las redes sociales. Su biografía en Twitter cita el poema de Emily Dickinson "I'm Nobody! Who are you?". Publica fotos de sus perros, citas inspiracionales de distintos autores y selfies de su sombra.
La enorgullece que Ram Dass sea uno de sus más de 45 mil seguidores y le divierte que Deepak Chopra la siguió sólo un día (quería invitarla a un evento por mensaje directo, explica).
En 2016, fue tachada de elitista cuando publicó una selfie de un vuelo en American Airlines con la leyenda "AYUDA. Pagué primera clase y me mandaron a turista con mi perro, el cual registré y por el que pagué".
Llevaba a Ava Gardner de Los Ángeles a Charleston, Carolina del Sur, y un asistente de vuelo le dijo que no había suficiente espacio en primera clase. A los tuiteros no les gustó su queja.
La graciosa respuesta de la actriz fue ofrecer donar a la caridad lo que le reembolsaron. Pero últimamente se clava menos con los comentarios de los trolls.
"La gente me dice que ya no soy relevante, pero ¿quién quiere serlo? Implica mucho trabajo permanecer en ese sitio por siempre. Nunca he querido venderme, sólo que me tomen en serio".
Las experiencias de su personaje en Love After Love (sus exploraciones sexuales, sus poco afortunadas citas y sus hijos adultos) se cruzan de alguna manera con las suyas.
Su hijo, Justin Qualley, quien trabaja en Montana en el área de bienes raíces, tiene 31 años. Sus hijas Rainey y Margaret tienen 29 y 23 años, respectivamente. Su padre es Paul Qualley, ex modelo y contratista de quien la actriz se divorció hace dos décadas.
Crió a sus hijos en Montana y luego en Asheville, Carolina del Norte, donde era conocida como Rose Qualley. Pero ahora, con el nido vacío, está experimentando con la vida en Los Ángeles.
"¿Sabes qué es genial? Que aquí soy una desconocida, a nadie le importa si soy una estrella de cine, porque todos aquí lo son.
"Sé por experiencia lo que es estar sola, pero me gusta. Y también conozco la tristeza. No puedes llegar a esta edad sin sentir cierto tipo de dolor intenso".
A los 23 años, MacDowell trabajaba como modelo en París cuando su madre murió de una falla cardiaca. Tenía 53 años y había sido alcohólica. Andie, la menor de cuatro hijas, había sido la cuidadora de su mamá, la que le quitaba el cigarro de la mano cuando se desmayaba en el piso y quien la cubría con una manta.
Cuando tenía 16 años, le organizó una intervención, la cual fracasó y su madre fue despedida de McDonald's, donde ambas trabajaban.
Fue Andie quien la llevó a su empleo ese último día porque su mamá había perdido su licencia de conducir.
"Pensaba que estaba lo suficientemente sobria para ir a trabajar ese día, pero me equivoqué. Y eso fue porque nunca la vi sobria, así que no podía saber si lo estaba o no. Curiosamente, teníamos una buena relación. Era la única hija que vivía con ella y no quería dejarla en esas condiciones".
Unos meses después, murió, pero le dejó una carta.
"Me decía que había dejado de beber, que estaba muy orgullosa de mí y que me merecía tener una madre sobria. Se suponía que iba a ir a casa en Día de Gracias, pero no lo hice. Realmente me arrepiento.
"Siempre trato de estar con mis hijos y de pasar tiempo con ellos, pero tengo que recordar que es natural que a su edad ellos traten de experimentar el mundo por su cuenta".

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