Cinthya Ávila
El Diario
Todos los días Rosa Isela Anaya llega al campo a las 6 de la mañana para comenzar las labores de la pizca.
Ama de casa y madre de familia, Rosa Isela, de 45 años, trabaja en las parcelas desde que era niña, pues su familia siempre se ha dedicado a este trabajo.
Las tierras donde labora se encuentran en el Ojo de la Casa en Samalayuca, donde se siembra y cosecha chile jalapeño, california, tomate, pepino y calabacita.
Sin importar las condiciones del clima, Rosa Isela dedica al campo hasta 10 horas diarias. Ayer sólo se armó de un gorro y una chamarra para mitigar el frío mientras cortaba tomate y chile.
Los resultados de la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2017 arrojaron que el 32 por ciento de la mano de obra en el campo chihuahuense corresponde a mujeres, siendo el primer lugar a nivel nacional.
Datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) indican que hasta agosto de 2018 trabajan en actividades agrícolas 19 mil 579 personas. De ese total 6 mil 265 corresponde al 32 por ciento.
Además de ello proyecciones del Servicio de Información Agropecuaria y Pesquera de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) la producción agrícola aportada por mujeres en la frontera norte tuvo un valor de 19 mil 520 millones de pesos en 2017.
En las mismas tierras donde trabaja Rosa Isela, Yadira y Lourdes también cortan y levantan tomate y chile.
Yadira es la más joven de la parcela. A sus 16 años recién comenzó en las labores del campo. Sin detenerse va cortando chiles de las hileras sembradas. Aunque toda su familia se dedica a esta actividad, ella recién va aprendiendo los trucos del oficio.
Lourdes en contraste tiene 47 años y comentó que toda su vida se ha dedicado a la tierra. Ya tiene experiencia maniobrando las plantas y cortando las hortalizas.
Pese a los guantes que usan, las manos de estas mujeres lucen agrietadas y con pequeñas heridas producto de las jornadas, pero ni así se detienen.
“Nosotras somos una parte importante, porque el campo trabajado por la mujer produce mejor. Tenemos la paciencia y el amor por las plantas”, aseguró Rosa Isela.
La trabajadora agrícola destacó que la mayoría de las mujeres que se dedican a esta actividad en Samalayuca combinan este rol con sus responsabilidades de madre de familia.
“El único permiso que nos piden es para llevar o recoger a sus hijos a la escuela, pero siempre están aquí”, mencionó.
Rosa Isela Anaya dijo que el trabajo de todos es importante, pero “el toque femenino”, siempre es importante.
Por ejemplo, en el tratamiento de la calabacita, que es una de las hortalizas que requiere mayor cuidado, se prefiere la mano de la mujer, incluso para empacarla y darle una buena presentación.
En las jornadas y salarios aseguró que no hay diferencia, pues el trabajo es igual para cada uno.
“Todos ganamos y trabajamos al parejo. En el campo es donde menos discriminación he visto hacia la mujer”, insistió.
De acuerdo con los resultados de la ENA 2017 en mano de obra femenina en el campo destacan también Baja California con 26.6 por ciento y el Estado de México con 25.5 por ciento. (Cinthya Ávila / El Diario)
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