The New York Times
2018-06-11
Washington— En la reunión anual más inestable en decenios de las mayores potencias occidentales, Donald Trump calificó como “ridículos e inaceptables” los aranceles impuestos sobre productos estadounidenses y prometió poner fin a ser “como la alcancía que todos roban”.
La indignación de Trump se basa en su creencia de que Estados Unidos se encuentra en desventaja en lo referente al comercio global y está perdiendo con los aranceles que otros países imponen. Pero para muchos de los socios comerciales del país, las críticas del presidente suenan huecas debido a que Estados Unidos impone sus propios aranceles en todo desde camiones hasta cacahuates.
“Si bien el sistema presenta problemas, de ninguna manera es ‘injusto’ para Estados Unidos, que como poder ha fijado las reglas y las excepciones a las reglas”, señaló Susan Aaronson, profesora en la Facultad Elliott de Asuntos Internacionales en la Universidad George Washington.
Desde hace largo tiempo Estados Unidos ha sido el mayor abanderado del comercio mundial, considerando la apertura de las fronteras algo esencial para fortalecer no sólo su economía sino también la economía global. El país dirigió la creación del orden comercial internacional del Siglo XX, elevándose hasta convertirse en la mayor economía en el mundo. Los aranceles se utilizaron como medio para ofrecer protección a ciertas industrias, pero el libre comercio se consideraba la ola que levantaría a todos los barcos debido a que beneficiaría a todos los países involucrados.
En vez de ver el comercio como una relación mutuamente benéfica, el Presidente ha descrito las relaciones comerciales como un juego que suma cero, en el cual Estados Unidos pierde cuando otros países cuentan con condiciones más favorables. Trump ha recurrido a las políticas comerciales para apuntalar a las industrias que ha prometido revitalizar, limitando la competencia extranjera.
Con el enfoque de Trump se corre el riesgo de acabar con la actitud de aceptación que Estados Unidos ha tenido respecto el libre comercio y con el uso de las relaciones comerciales a fin de contribuir a que el poder económico crezca de manera evidente en Estados Unidos y el mundo.
Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha reducido sus aranceles según los de otros países desarrollados. También ha dado acceso a sus mercados a varias naciones menos desarrollados.
Los críticos temen que el enfoque de Trump perjudique a los países en desarrollo y genere una serie cada vez más alta de aranceles que eleven los costos a los consumidores y las industrias estadounidenses, pudiendo dañar a los propios fabricantes a quienes Trump dice se propone proteger con su política comercial.
Mientras las otras economías líderes siguen adelante con pactos comerciales y unidos contra el enfoque comercial de Trump, definitivamente parece que Estados Unidos se encuentra en desacuerdo con muchos de los países que eran sus socios.
@