Economia

Cuestionan productividad de EU

The New York Times

2016-04-28

Nueva York— Más de 151 millones de estadounidenses se cuentan como trabajadores, cifra que en los últimos años ha aumentado en forma dramática. La pregunta es ésta: ¿qué hacen durante todo el día?
Porque sea lo que sea, al parecer casi no está registrando producción económica.
En el transcurso del año concluido en marzo creció 1.9 por ciento la cantidad de horas que los estadounidenses laboran. En los datos nuevos divulgados ayer se muestra que en el primer trimestre el producto interno bruto subió 1.9 por ciento respecto al año anterior. A pesar de los constantes avances en software, equipo y prácticas administrativas destinados a intentar volver más eficiente a la iniciativa privada en Estados Unidos, la producción económica real solamente avanza a marcha forzada con el número de horas que la gente dedica, en vez de elevarse como ha hecho a través de la historia moderna.
Se trata de un fenómeno presentado desde hace algún tiempo. Entre el 2011 y el 2015, el parámetro oficial del Gobierno sobre productividad laboral muestra un crecimiento anual de sólo 0.4 por ciento de producción por hora de trabajo. Es la cifra más baja en algún lapso de cinco años desde el periodo 1977-1982, muy por debajo del promedio de 2.3 por ciento registrado a partir de los años 50.
La productividad es una de las áreas más importantes pero menos comprendidas de la economía. Durante periodos prolongados, constituye la única vía hacia niveles más altos de prosperidad. Dicho con franqueza, si persistiera indefinidamente el tipo de crecimiento de productividad que los datos publicados ayer implican, sus nietos no serían más ricos que usted.
Pero también resulta muy difícil de medir, sobre todo en las empresas de servicio. (¿Qué tan productivos fueron el trimestre pasado los empleados de Facebook, o de su banco local? Diviértase tratando de averiguarlo.)
No estamos seguros qué esté sucediendo en la actualidad, o cuánto durará. Pero las posibles respuestas oscilan entre totalmente deprimentes hasta absolutamente optimistas:
El panorama deprimente
La contracción en la productividad es real, y no va a desaparecer. Las olas anteriores de innovación en la tecnología (una computadora en el escritorio de cada empleado de oficina, por ejemplo) y las estrategias administrativas (como encargar a empresas externas las funciones no básicas) se han implementado completamente a lo ancho de la iniciativa privada de Estados Unidos, y por lo tanto ya no están incrementando la productividad.
Si a ello se añade la contracción en gasto de capital que las empresas han registrado desde la recesión del 2008, lo cual significa que los trabajadores no están obteniendo equipo o software mejores que pudieran ayudarlos a hacer con mayor eficiencia su labor. En el panorama deprimente, en el futuro los estándares de vida estadounidense van a crecer con mayor lentitud, sin que nosotros podamos hacer mucho al respecto. Afortunadamente, no es el único factible.
El panorama neutral
Quizá simplemente no estemos contando bien las cosas —o, usando el término que los economistas prefieren, exista un error de medición.
Después de todo, industrias enteras están transformándose de maneras difíciles de registrar en datos del producto interno bruto, sobre todo en la tecnología y los servicios. Tal vez tener una computadora de alta potencia en nuestros bolsillos y redes sociales que nos permite mantenernos en contacto con amigos nos haga sentir mejor de lo sugerido por la estrecha aritmética del producto interno bruto —en el cual sólo se cuenta lo que pagamos.
Sin embargo, no está clara la razón de que hoy en día dichas ganancias en la calidad de vida no incluidas en el mercado sean tan distintas que durante generaciones previas.
“La cuestión no es si existe parcialidad”, escribieron esta primavera los economistas David M. Byrne, John G. Fernald y Marshall B. Reinsdorf en un trabajo en torno a los problemas en los parámetros de la productividad incluido en Reportes Brookings sobre la Actividad Económica. “La cuestión es si es más grande que antes”.
El panorama optimista
Piense en alguna empresa que esté invirtiendo para el futuro. Contrata mucha gente y abre nuevas oficinas y construye fábricas nuevas. Pero mientras está haciendo todo lo anterior, su productividad es bastante baja. Cuenta con muchas personas que trabajan largas horas, pero su producción económica es muy baja hasta que sus operaciones alcancen velocidad total.
Quizá, sólo quizá, es lo que esté ocurriendo obviamente con la economía de Estados Unidos. Las empresas están incorporando trabajadores en preparación para el futuro, pero pasará tiempo antes de que sus inversiones reditúen en términos del producto interno bruto.
Existe un precedente reciente de dicho patrón. A finales de los años 90, el mercado bursátil se encontraba en auge y las compañías estaban haciendo enormes inversiones en personal, equipo y tecnología de la información. Pero el crecimiento de la productividad reportado era de hecho inferior a la tendencia a largo plazo —apenas aproximadamente 1.7 por ciento anual entre 1993 y 1998, por ejemplo. Luego empezó a dispararse en los años siguientes, sobre todo en los primeros a partir del 2000.
Pero hay una pieza de evidencia que indica que el patrón de los 90 no es el actual. Las inversiones de las empresas en equipo, propiedad intelectual y construcciones son bajas a comparación de la magnitud de la economía. Uno esperaría que dichas cifras fueran más altas si actualmente en la productividad hubiera una pausa mientras la economía espera que las grandes inversiones produzcan a futuro.
No obstante, por debajo de esos números generales podrían estar pasando suficientes cosas como para que el argumento optimista sea factible. Por poner un ejemplo, los ingenieros de varias empresas están trabajando con ahínco intentando perfeccionar los automóviles autónomos. Hoy, representan un socavo para la productividad —están trabajando miles y miles de horas sin poder presentar ninguna producción económica. Pero, de tener éxito, su trabajo podría elevar radicalmente la productividad nacional en los próximos decenios.
Ése es el panorama que todos esperamos esté teniendo lugar: el actual lento crecimiento de la productividad no es más que el enganche para un futuro mucho más brillante.
(Neil Irwin / The New York Times)

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