Deportes

¡SON LEYENDA!

Eduardo Morán
El Diario

2016-02-04

El 19 de marzo de 1966, un triunfo en un partido de basquetbol colegial hizo que Estados Unidos volteara su mirada hacia una ciudad del sur del país, que en ese momento para muchos de sus habitantes era realmente desconocida, y voltearan también la mirada hacia un colegio de minería del que muchos no sabían ni siquiera que significaban sus siglas TWC.
El triunfo, sin embargo, no fue uno más, fue el más importante que ha tenido, no solamente la hoy Universidad de Texas en El Paso (UTEP), sino cualquier universidad del estado de Texas, y que cambió la historia del deporte en los Estados Unidos.
Ese día, los Mineros del Texas Western College (TWC, hoy UTEP), dieron una de las mayores sorpresas deportivas en la historia de los Estados Unidos, al derrotar a los favoritos de la Universidad de Kentucky en la final por el título nacional de basquetbol colegial de la NCAA, 72 a 65.
Hasta ahora, es el único campeonato nacional de basquetbol conseguido por cualquier universidad o colegio de Texas de Division I.
La obtención del título cobró mayor relevancia por ser la primera vez que un equipo de basquetbol colegial alineaba a cinco jugadores titulares afroamericanos, dirigidos por el legendario coach Don Haskins, y que se enfrentaron a un equipo conformado nada más por jugadores blancos que ya sabían lo que era ser campeones nacionales.
Incluso la hazaña dio pie a la creación de la película Glory Road, que en el 2006 ganó premio de The ESPY como mejor película de deportes.
Ayer, en la sala Union Gallery del edificio Union East de UTEP, siete jugadores de aquel equipo campeón se reunieron una vez más para recordar sus años como estudiantes y jugadores de UTEP, y por supuesto recordar la obtención del campeonato nacional que los convirtió en leyenda, recuerdos que compartieron con un buen de número de representantes de los medios de comunicación locales.
En la galería, que sirvió como escenario para que los campeones nacionales compartieran sus memorias, se presentan una serie de fotos de aquellos tiempos, así como algunos objetos que recuerdan la obtención del título, desde las páginas en blanco y negro de periódicos que al día siguiente daban a conocer la noticia a ocho columnas en su primera plana, hasta una caja del cereal Wheaties recordando la hazaña.
Entre las fotos, todas en blanco y negro, del partido contra Kentucky, llama la atención una en especial, en la que el jugador Willie Worsley es levantado en hombros por sus compañeros de equipo para realizar el tradicional corte de la red, debido a que nadie les facilitó una escalera. Según crónicas de la época, les hicieron eso por ser afroamericanos.
Un día después, el 20 de marzo, regresaron a El Paso a bordo de un avión DC-8 de American Airlines, con el nombre de Astrojet, y fueron recibidos en el aeropuerto por más de diez mil personas, mientras que miles más les hicieron una valla desde la terminal aérea hasta los dormitorios del entonces Texas Western College.

Nevil Shed
Jugaba con el número 33 y era centro de los Mineros. Recuerda que aquella noche había dos equipos en busca del título nacional, pero ellos sabían que Kentucky era favorito pues ya sumaba cuatro títulos nacionales.
-¿Cuánto tiempo le tomó darse cuenta de que fue un triunfo que cambió el deporte?
Varios años. Era de Nueva York y cuando regresé a casa con un playera que decía ‘TWC NCAA Champions’, nadie supo que era TWC.
Shed dice que lo primero que pensó cuando sabía que se iba a realizar este evento es que han pasado 50 años, medio siglo, y es algo que no se ha repetido.
“Gracias a Dios algunos de nosotros aún estamos aquí para hablar de eso y de lo que estamos haciendo. Mucha gente dice que somos pioneros por lo que hicimos. Nosotros no pensábamos en ser pioneros, pensábamos en ganar ese partido.
“¿Pioneros?, no. ¿Leyendas?, les guste o no, lo somos y lo seremos toda la vida. Es un gran sentimiento estar aquí en el 50 Aniversario. No creo estar cuando se cumplan los 75 años, pero el recuerdo ahí permanecerá. Y esto no es un adiós, sino un continuará”.

Louis Badoin
Era delantero, portaba el número 22 en su playera y en tono de broma dice que lo que más recuerda de aquella temporada es “que no practicamos al día siguiente de ganar el campeonato (ríe)”.
Con cierto aire de nostalgia dice que el campus de la universidad ha cambiado bastante en este medio siglo.
“Por la mañana nos dieron un tour y nos dicen que hoy cuentan con miles de estudiantes cada día, además nos dimos cuenta que ya no cuesta 50 dólares el semestre”.
Incluso recuerda que una temporada antes de ganar el campeonato, fueron a la ciudad de Chihuahua a jugar contra la UACH y “todos conocían nuestros nombres, fue increíble ver cómo nos reconocían y cada vez que iba a Juárez era fantástico ser reconocido”.

Dick Myers
El exdelantero de los Mineros, que jugaba con el número 31, dice que lo que más recuerda son los dos robos de balón que logró Bobby Joe Hill en la final contra Kentucky, pues eso le dio un giro completo al juego y a ellos una ventaja que ya no perdieron, “pero en realidad toda la temporada tuvimos grandes números”.
Comentó que le gusta saber que hay varios documentales sobre la historia que hicieron en 1966, así como libros, pues incluso dos de sus compañeros escribieron libros recordando el suceso. “Es bueno leer esto desde otras perspectivas 50 años después”.
Recordó que en 1966 El Paso era una ciudad muy pequeña, y que había un camino de tierra desde el edificio Burges en el Centro hasta el colegio, además de que se podía cruzar el puente rumbo a Juárez y los estudiantes de TWC lo hacían por las noches.
“El Paso era una ciudad pequeña, muy pequeña, pero había un gran ambiente, todos eran amigables. A mí me gustó la ciudad, así que de inmediato firmé cuando fui reclutado y dije ‘este el lugar donde quiero estudiar’”.

Joe Gómez
No fue parte del equipo de basquetbol campeón nacional de 1966, pero Joe Gómez ingresó como alumno a TWC en 1965 y además de compañero fue amigo de algunos de los jugadores que lograron el título de la NCAA, y aficionado de los Mineros.
“Muy aficionado, pero muy amigo por ejemplo de Bobby Joe Hill. Willie Cager y yo teníamos varias clases juntos y ha sido una gran pasión mía seguir a este equipo porque merecen todo lo que se le puede dar. Eran afroamericanos que realmente no tenían alguna oportunidad en el sur de los Estados Unidos, y aquí encontraron su tesoro”.
Gómez recuerda que el partido lo vieron por televisión, pero “en las orejitas de la tele le poníamos papel aluminio para agarrar mejor la señal”.
-¿Cómo fue la celebración?
“Inmediatamente venimos aquí a la universidad y vimos todo lo que estaba pasando y luego nos fuimos a la Plaza San Jacinto dando vueltas y vueltas. Estuvimos ahí como hasta las 3 de la mañana.
“Recibimos al equipo en el aeropuerto y pues casi nadie quiso ir a la escuela el lunes, porque regresaron el domingo y todavía estaban celebrando todos. El Paso de repente fue conocido a nivel nacional, no solamente regional”.

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