Cynthia Camacho / El Diario
2017-11-08
Con el fresquesito que ya se empieza a sentir, el cuerpo pide calorías y sabores dulces, o al menos, esa es mi percepción, no me hagan mucho caso si están a dieta.
En obediencia al mandato de mis antojos de otoño, seguí los consejos de quienes me recomendaron la Churrería El Curro, en pleno centro de la ciudad.
Ahí, en las calles Ignacio de la Peña y Francisco I. Madero, me encontré con un lugar que me llevó automáticamente al pasado. Decorado con artículos ‘vintage’ y pantallas de lámparas colgando del techo, el lugar me inspiró ternura y nostalgia por la casa de mis abuelos, me invitó a quedarme y pedir un churro con chocolate, para empezar.
Para mi sorpresa, los churros que ahí se venden los ofrecen sencillos con azúcar, o con opción a bañarlos en una variedad de más de 25 glaseados a elegir.
Entre esos glaseados que me hicieron salivar sólo de ver la lista, hay sabores de cajeta, fresa, chocolate, cereza, Kahlúa, Lechera, amaretto, piñón, nuez, rompope, horchata, grosella, o jarabes y mermeladas naturales, preparadas ahí mismo.
Platicando con encargados de El Curro mientras esperaba mi churro con chocolate, me cuentan que la idea de establecerse justo en este punto de la ciudad se inspiró en la tradición de las churrerías en los centros de las ciudades.
La técnica de preparación la importaron de Guanajuato, y a más de un año que abrieron, les ha atraído una gran cantidad de seguidores de todas las edades.
Los artículos que forman la decoración de El Curro son originalmente ‘vintage’, como la rocola –que aún funciona– y que data de 1957, un ropero, fotografías antiguas, discos de vinil de 45 y 33 revoluciones, platos de peltre, un calentón de petróleo, y un teléfono de disco en el mostrador.
El chocolate lo sirven en tarritos de barro con sus bombones; los churros tienen esa textura crujiente que esperaba, y glaseados con los diferentes sabores, –en mi caso fue de Kahlúa y Lechera– la explosión de sabor es mayor. Para cerrar, pedí un tamal de pollo en verde delicioso.
La oferta en El Curro va más allá de los churros; hay tamales (de pollo en rojo, en verde, de frijoles con queso, de mole, de chicharrón prensado, de dulce con anís y pasitas, y de elote); también hay sopes y enchiladas, por si quedan con el antojo de algo salado.
El lugar invita a platicar y convivir, y si como yo son fans de los churritos, el café, el chocolate y los tamales, denle una visita a Churrería El Curro. Se ubica en el 476 de la calle Ignacio de la Peña, esquina con Francisco I. Madero. Está abierto de martes a domingo de 2:00 de la tarde a 10:00 de la noche.