Opinion

Un nuevo país, me canso ganso ¿Será?

Francisco Ortiz Bello
Analista

2018-12-01

El ser humano es, por naturaleza, un ente de esperanza. Casi cualquier cosa puede faltarle a una persona y adaptarse a casi cualquier circunstancia negativa, menos la esperanza, porque es el motor que le da fuerza a los afanes, sueños, ilusiones y planes del hombre, hablando del género. Un ser humano sin esperanza es nada.
Se pueden tener muchas y muy variadas perspectivas sobre el nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, algunas incluso frontalmente encontradas, pero en algo podemos coincidir todos: es el gobierno de la esperanza.
¿Por qué es el gobierno de la esperanza? Porque cada uno esperamos cosas distintas de su gestión. Todos tenemos cifradas nuestras expectativas en que haga lo que ningún presidente ha hecho: gobernar para todos los mexicanos. Pero principalmente todos estamos esperanzados en que, por fin, termine con la corrupción oficial. Creo que esa es la principal esperanza de todos, porque ese es el principal problema de nuestro país.
Para comprender mejor esta reflexión, hagamos un muy breve pero completo análisis por la historia de los últimos 50 años, poniendo especial atención en los eslóganes de campaña de los presidentes y sus más destacadas acciones, para bien o para mal.
“Arriba y Adelante” - Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). Una pugna entre empresarios y gobierno originó un gobierno populista y demagógico, que despilfarraba el gasto público y empezó la espiral del endeudamiento y la inflación. Para controlar la inflación, el gobierno decretaba aumentos emergentes de salarios, a veces hasta 3 veces por año. En 1976 el Banco de México abandona el mercado de cambios, dejando al peso en flotación libre lo que ocasionó una devaluación de casi el 100 por ciento, bajó el crecimiento un 34 por ciento con una inflación descontrolada de 137 por ciento en el sexenio, creció la deuda externa de 4.2 mil millones de dólares en 1970 a 19.6 mil millones de dólares. En resumen, aterrizando su gestión al eslogan de campaña, lo único que fue para arriba fue la deuda y lo único hacia adelante fue el tipo de cambio.
“La solución somos todos” - José López Portillo y Pacheco (1976-1982). Se distinguió por la corrupción, el nepotismo y la frivolidad. Quiso convertir a México en uno de los más importantes exportadores de petróleo y sus derivados. Fue un gobierno que originó quiebras de empresas, adquirió el sistema bancario para controlar el crédito y creó dependencias inútiles que provocaron una deuda externa creciente de 19.6 mil millones de dólares en 1976, a 58.9 mil millones al cierre del sexenio, con una inflación superior al 100 por ciento en un año, un tipo de cambio de 22 pesos por dólar al inicio de su gestión a uno de 150 pesos por dólar al final, por lo que la única abundancia administrada fue la del propio presidente y sus amigos.
“La renovación moral” - Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988). En su primer discurso dijo “No permitiré que el país se me deshaga entre las manos”, los mexicanos lo aplaudieron como si con eso se resolvieran los problemas. En efecto, heredó un país en ruina, sin reservas, con inflación galopante, eternamente endeudado y con una industria petrolera en franca caída en la cual se basaban los ingresos del gobierno. Enfrentó el sismo del 85 que cambió la ciudad y a la Nación ratificando lo vulnerable de nuestro país en todos los aspectos. La inflación no bajó del 50 por ciento por año y alcanzó un 160 por ciento en 1987; el tipo de cambio pasó de 197.45 pesos por dólar en 1983 a 2 mil 281 pesos por divisa norteamericana en 1988. En cuanto a sus eslóganes de campaña, lo único que realmente se renovó en México, fue el poder de los políticos corruptos precisamente.
“Que hable México” - Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Luego de su triunfo en unas elecciones en las que se "cayó el sistema" de cómputo, se vivió la ensoñación total en la administración salinista. Las reservas internacionales, por primera vez en décadas, crecieron de 6.4 mil millones de dólares hasta 24.5 mil millones de dólares para 1994, la deuda externa disminuyó de 81 mil millones de dólares en 1988 a 78.8 mil millones a fines de 1993, el tipo de cambio (una vez que se le quitaron tres ceros a la moneda nacional en 1993) pasó de 2.29 pesos por dólar en 1988 hasta 3.32 pesos por dólar a fines de 1993 y la inflación, a fines de 1988, fue de 51.7 por ciento mientras que para fines de 1993 era de 8.01 por ciento, redujo el déficit fiscal de 12.72 por ciento a fines de 1988 hasta prácticamente cero en 1993, las exportaciones de bienes y servicios, crecen de manera extraordinaria y pasan de 20 mil 545 millones de dólares a 51 mil 886 millones de dólares, lo que motiva la firma el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1993 generando que la tasa líder de Cetes a 28 días a finales de 1988 de 67.6 por ciento bajara hasta 12 por ciento a fines de 1993. Todo eso de nada sirvió, durante la gestión de Salinas habló México, como lo propuso en su eslogan, pero habló el México Bronco que después ha sido muy difícil acallar.
“Bienestar para tu familia” - Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000). Zedillo recibe un país literalmente montado sobre un polvorín, la economía en medio de una fuerte contracción estructural y sostenida por un hilo, la globalización se hacía presente en el mundo, fue la época de los “efectos económicos” de los cuales tenemos la gracia de ser precursores, con una economía tan vulnerable y débil como la que dejó Salinas, Zedillo decide soltar la economía para “tocar fondo”, ya sin control la inflación y el tipo de cambio devastan a México y a partir de eso construye un modelo económico que permita dar al país una solución (Error de diciembre y posteriormente el "efecto Tequila") Aunque pone los cimientos para mejorar la economía, Zedillo deja 40 millones de pobres al final de su sexenio obteniendo un nulo bienestar para las familias.
“El voto del cambio” Vicente Fox Quezada (2000-2006). Prometió que todos tendríamos un “vocho y un changarro” y que “resolvería el problema de Chiapas en quince minutos”, generando muy altas expectativas que luego no se cumplieron. En la economía, había 40 millones de pobres en México y al final de su sexenio se registraban 48.3 millones, en 2004 la producción petrolera alcanzó un punto máximo de 3.38 millones de barriles diarios en promedio, el PIB creció a un promedio de 2.25 por ciento anual. Al no tener mayoría absoluta en las cámaras de diputados ni de senadores no pudo lograr la aprobación de las tres reformas más importantes que había planteado para su mandato, la fiscal, la energética y la laboral. Aunque los resultados de su gobierno fueron positivos en general sobre todo en materia económica, los mexicanos nos quedamos esperando que el cambio no solo fuera de partido (ni de Martha por Vicente).
“El presidente del empleo” Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012). Desde su toma de protesta se apreció un conflicto grave en el país: el divisionismo en el país, no sólo político sino también social. Calderón inició su gestión con buenos números en una economía creciente que luego enfrentaría la crisis causada por Estados Unidos que nos arrastró a una recesión mundial. Inició un combate al crimen organizado que dejó un saldo en decenas de miles de muertos, miles de desaparecidos, otros miles de desplazados, miles de casos de tortura y dos secretarios de Gobernación fallecidos en inusuales accidentes aéreos. En el 2010 se registró el menor índice de inflación real en la historia económica del país, sin embargo y pese a estos logros, por la falta de generación de los cinco mil empleos anuales que prometió en campaña, la economía informal creció y la desaparición de grandes empresas deja una vez más al país con el incumplimiento de los objetivos y promesas de campaña del candidato, por ello es más conocido como el presidente del desempleo y por la “Guerra de Calderón”.
“Mi Compromiso es contigo” Enrique Peña Nieto (2012-2018) No sabemos a quién se dirigía cuando dijo esta frase. Todos tenemos reciente la historia de corrupción, tráfico de influencias, criminalidad e inseguridad que se vivieron en este sexenio.
¿Hay que creerle a López Obrador? ¿Cambiará por fin México su historia? Creo que eso no depende ni de AMLO ni de nadie más que de los mismos mexicanos, cuando nosotros dejemos de ser corruptos, flojos, mezquinos y mentirosos, entonces México cambiará, antes no. Por lo pronto, démosle a López Obrador el beneficio de la duda. Sus intenciones son buenas, asegurémonos que las cumpla.

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