Carlos Irigoyen/
Analista
“El Buen Fin busca reactivar la economía fomentando el consumo, pero sobre todo mejorar la calidad de vida de todas las familias mexicanas”, así reza el portal de elbuenfin.org
En la frontera, noviembre parece el mes del monumento al consumismo. Por un lado “El Buen Fin”, del otro “Black Friday”; ni a quien irle. En los dos casos el aparato de mercadotecnia de las diferentes empresas se están relamiendo los bigotes ante la ola de consumidores que ya están buscando qué van a comprar, mientras que otros precisamente como “gatos afuera de carnicería”, se relamen los bigotes ante tanta carne en exhibición… sin poderla siquiera arañar es la desigualdad de ingresos a la mexicana.
Tiempo para que Profeco hago uso del músculo del poder la autoridad, los descuentos de El Buen Fin son percibidos por muchos consumidores como una falsedad, la historia de subir los precios en septiembre y octubre para darles un “descuento real y verdadero”. Ante estos casos los inspectores de la dependencia deberán de andar desgastando más de lo normal la suela para proteger a los consumidores.
Aún así, el contexto parece ser el ideal, es fin de semana largo, quincena, en algunos casos hasta con adelantos de percepciones decembrinas; tan sólo en la Ciudad de México el año pasado de acuerdo a Canaco se tuvieron ingresos por casi 19 mil millones de pesos, ¡un montón de dinero!
Este año –a diferencia de ediciones anteriores– ha sido profusa la promoción de las fechas, incluso se han hecho esfuerzos para atraer a los consumidores de El Paso y Las Cruces, al final no todo es Black Friday y el concepto ya esta posicionado, además no perdamos de vista que el dólar está caro en estos momentos, es decir, el poder adquisitivo del comprador que tiene dólares es de un nivel superlativo.
La octava edición de la jerga promocional más conocida del mercado mexicano promete ser muy buena, incluso el SAT repite como actor ya que por medio de sorteos busca incentivar la compra por medios electrónicos.
En el país y bajo los escenarios más conservadores se oyen incrementos de venta entre un 5 y 13 por ciento de las ventas para esas fechas, el lift promocional puede y debe ser benéfico para las compañías que se suman al programa de manera formal y por supuesto, para quienes sin ser parte del aparato oficial aprovechan todo el ruido generado por la promoción y se unen a la fiesta de descuentos.
La fecha promocionalmente viene con “buena vibra”, un consumo privado en la disposición de bienes y servicios que se mantiene al alza por octavo mes consecutivo y que es el tercer incremento más alto desde febrero de 2013. Sumemos a esta circunstancia el dato que “la confianza del consumidor” esta por cuarto mes consecutivo por encima de la marca del 100 –curiosamente coincidental con el triunfo de AMLO en las elecciones federales- y que se percibe sumamente positiva hacia los siguientes 12 meses.
De forma llamativa y de acuerdo con el último reporte, el mexicano en general percibe que hoy está ligeramente mejor que hace 12 meses pero cree que estará en una condición sumamente mejor en los siguientes 12 meses.
Al momento de preguntarle: “¿cómo considera en el momento actual las posibilidades de que usted o alguno de los integrantes de este hogar realice compras tales como muebles, televisor, lavadora, otros aparatos electrodomésticos, etcétera?”, la respuesta es clara, la confianza del consumidor no había logrado un índice tan alto en los últimos 12 meses, es favorable la sensación de que puede gastar en esos artículos, incluso, la confianza de comprar cosas como inmuebles, carros que tradicionalmente son artículos castigados por los consumidores respecto a su potencial consumo, muestran una recuperación favorable; se puede prever que el consumidor mexicano sí se animará a comprar de una manera consiente.
Ojalá que no sucedan los incidentes de meses anteriores, personas que se dedican a buscar –con premeditación, alevosía y ventaja– errores de tipo ortográfico o de diseño para obtener artículos de alto costo a precios sumamente ridículos bajo el argumento barato de “ellos son los de los errores, ahora me tienen que respetar el precio porque la ley dice” y luego contra viento y marea se “atrincheran” hasta que les respetan el precio de los artículos que van a llevar para su “consumo personal” pero que luego aparecen peculiarmente en las páginas de Facebook en venta, ¿y el respeto a la ley?¿Estarán en su legítimo derecho de obtener una renta a partir de un error de la empresa que originalmente vendió? Esas son las historias de terror que se han vivido, ojalá que en esta edición todo se desarrolle en santa paz y que el que haya ganado la batalla por el máximo descuento sea a final de cuentas el consumidor, la mesa y las condiciones están puestas.
¡Que comiencen los juegos de las ofertas!