Opinion

Prefieren morir en el intento

Víctor Guzmán
Académico

2018-11-06

La hospitalidad juarense es una cualidad que se lleva arraigada entre los fronterizos, desde el inicio de su historia. Aquí nadie se muere de hambre, dicen sus pobladores. Y hay trabajo para todo el que quiera.
Son un sinnúmero de personas cobijadas por esta gran ciudad. Desde las diversas comunidades del estado de Chihuahua hasta las ciudades más lejanas de la República, han emigrado a Juárez. Sintiendo su calidez, deciden quedarse para mejorar sus condiciones de vida y ser parte de la población económicamente activa.
No sólo nacionales llegan, también se fue incrementando la presencia de extranjeros, sobre todo centroamericanos que buscan su travesía hacia el vecino país, ello fue recurrente y hasta cierto punto visto como normal. Pero hoy la percepción de los lugareños se ha dividido en torno al tema.
En estos días, está llegando una población cansada, con sed y hambre, pero con una perseverancia a tope, con la única finalidad de ingresar a Estados Unidos, pasando por territorio mexicano en unos casos, y en otros, cruzando más fronteras de naciones. Una travesía larga y sumamente peligrosa.
Con llagas en los pies, frío y desvelo se enfrentan a diario a los malos tratos, insultos y hasta golpes, de algunos transeúntes que cruzan a la vecina ciudad. Pero son más los altruistas que llegan aportando algún alimento, bebida o cobija a los guatemaltecos, hondureños y nicaragüenses, que apostados a la intemperie del puente internacional y con fe inquebrantable guardan los tiempos para ser llamados por las leyes norteamericanas y recibir el beneficio del asilo político.
Familias completas permanecen con la incertidumbre de su futuro, pero con la esperanza, que es lo último que muere.
Los siguientes son sólo algunos de de los comentarios y controversias que surgen en redes sociales, por la presencia de los centroamericanos:
“No podemos dejar de mencionar que como seres humanos merecen un trato digno, su finalidad no es quedarse en México. No debemos ser racistas con ellos, ni con nadie. Alguna vez también fueron parte de México”.
“Cómo estará la situación de pobreza en su país de origen, para que prefieran los padres enviar a sus niños solos en la caravana, únicamente con la bendición a sabiendas que pudieran perder la vida en ese largo e incierto caminar”.
“No todos son personas de bien, también vienen delincuentes huyendo de su nación, que seguramente se van a quedar aquí, creando un ambiente de mayor violencia”.
“Existe mucha pobreza que no se ha podido erradicar en toda la nación y aun así se permite el ingreso de miles de personas. Se les brinda mejor atención que a los connacionales”.
“¿Qué va pasar con todas las personas que no logren ingresar al vecino país, se van a quedar en México?”.
Ya Trump dijo que no va permitir el ingreso de esas caravanas. Además la economía de la ciudad, se va ir a pique si cierran los puentes internacionales.
Son varias las interrogantes y también temores, que surgen entre los fronterizos. Lo seguro es que los centroamericanos no quedarán desvalidos y mucho menos morirán de hambre en esta acogedora localidad. La otra parte, el ingreso de la caravana a Estados Unidos, no le corresponde solucionar a México.
Mientras tanto los misioneros, iglesias y organizaciones civiles brindan un apoyo esmerado a estos seres, ofreciendo lo que está en sus manos hasta este momento, movidos por el amor al prójimo y una solidaridad de hermandad, viviendo con ellos sus penas e historias.
Percibiendo este fenómeno bajo otra perspectiva. Estos son momentos de oportunidad política para aquellos que tengan aspiraciones en un futuro próximo. Aparecer en los reflectores realizando obras filantrópicas es válido, siempre y cuando exista la voluntad de apoyo y servicio verdadero de quien lo necesita. En este caso los migrantes.

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