Opinion

Una nueva República ¿de verdad?

Francisco Ortiz Bello
Analista

2018-10-20

Andrés Manuel López Obrador estuvo en Chihuahua ayer sábado, como parte de su gira de agradecimiento con la que recorre todo el país. Y aquí, en la capital del estado, de frente al gobernador Corral repitió, frase por frase, todo lo que ha venido diciendo en diversos momentos de su camino a la Presidencia del país: a partir del 1 de diciembre, México será un país distinto.
De tanto decirlo, de tanto repetirlo hasta la saciedad, hay quienes están convencidos de que así será. Para los más escépticos, nos queda la duda si de verdad es posible cambiar un país por un decreto presidencial, cuando en realidad, para que ese cambio se de y sea efectivo, debe provenir de cada uno de los mexicanos.
Pero es tal la vehemencia del presidente electo en sus propuestas y buenas intenciones, que habremos de vencer nuestro escepticismo para concederle el beneficio de la duda, además de que nadie en su sano juicio podría no desear que las cosas mejoren en nuestro país y en nuestro estado.
Quizá la cereza del pastel durante la visita del tabasqueño a nuestra entidad fueron las palabras que pronunció durante su discurso en el evento público de la Plaza Francisco Villa de la capital:
“… y por eso vengo a Chihuahua a decirles que vamos a iniciar desde diciembre un plan, va a empezar un plan para el bienestar del pueblo de Chihuahua. Vamos a atender a todos, vamos a escuchar a todos, vamos a respetar a todos ¡vamos a gobernar para todos!”, remató categórico López Obrador, justo en la cara del gobernador Corral quien ha hecho exactamente todo lo contrario. ¿Qué habrá sentido el gobernador en ese momento? ¿Qué habrá pensado? ¿Se habrá dado por aludido?
Gobernar para todos dijo López Obrador. Palabras como atender, escuchar, respetar rematadas con el “a todos” deberían calar muy hondo en el ánimo del señor gobernador Corral, quien ignora por completo lo que significan, y menos sabe lo que es aplicarlas. Pero bueno, aún habrá que ver si López Obrador pasa de las palabras a los hechos en eso de “gobernar para todos”.
Por lo pronto, y partiendo de hechos concretos, de realidades a la vista de todos, debemos consignar que, desde el 1 de julio a la fecha, las cosas han sido distintas. No podría decir si buenas o malas, creo que ha habido de todo, y aún es muy pronto para hacer juicios de valor sobre la conveniencia o no de los actos del presidente electo, pero han sido diferentes, distintas, de eso ni duda cabe.
Nunca en la historia de las elecciones presidenciales se había visto un proceso de transición como el que hoy vivimos. Se conoce ya a prácticamente todos los integrantes del gabinete presidencial, así como los cargos que desempeñarán. Son estos mismos futuros titulares los que encabezan el proceso de transición en cada una de las áreas de la administración federal.
Estos próximos funcionarios federales ya han estado teniendo reuniones y juntas de trabajo con los actuales titulares de las áreas a las que van a llegar. Se han reunido también con legisladores, con gobernadores, con alcaldes, con actores sociales, lo que sin duda les permitirá tener un diagnóstico muy claro y preciso sobre la principal problemática de cada una de las dependencias a las que van a llegar. Nunca antes había ocurrido algo parecido. Regularmente conocíamos los nombres de los integrantes del gabinete presidencial la noche del 30 noviembre, no antes.
El propio López Obrador ha mantenido una interlocución muy intensa y directa con actores políticos del momento, nacionales e internacionales, durante este período de transición gubernamental –impensado en otras épocas–, lo que le ha permitido marcar posturas, definir situaciones y, aunque aún no toma el poder formalmente, ha tomado algunas decisiones en el ámbito de sus facultades actuales.
Sin embargo, tampoco es nada nuevo en López Obrador. A lo largo de los últimos 18 años, el hoy presidente electo, sin cargo formal alguno durante ese tiempo, ha sido constante voz crítica y ha marcado parteaguas importantes en la vida política del país, por lo tanto es alguien acostumbrado a lidiar con la fama pública, con el liderazgo de opinión y con el poder. Ha mantenido un constante y permanente activismo político de primer nivel. Pero en este caso hay una diferencia fundamental: ya es el presidente electo de México; y rendirá protesta al cargo el próximo 1 de diciembre, en tan sólo 41 días más, lo que lo revestirá del poder que la investidura presidencial otorga ¿qué hará López Obrador ya con el poder?
Aquí en Chihuahua dijo ayer que se terminarán la corrupción y los abusos desde el poder. Fue repetitivo en lo que ha sido su discurso por muchos años. Devolverle al servicio público la mística del servicio, de la entrega, de la vocación por servir a los semejantes y de la honrosa medianía juarense (referida por el presidente Benito Juárez) sobre los ingresos y forma de vida de los servidores públicos. Aunque aún no me queda muy claro cómo encajará esa parte de su discurso con la exuberante y costosa boda de uno de sus hombres más cercanos, César Yáñez, de quien ya sentenció que “… voy a hablar con César cuando vuelva de sus vacaciones”.
Habló de terminar con el esquema y la estructura, muy costosa, de las delegaciones federales, repitió que, sólo habrá un delegado federal por entidad y en ese punto ratificó que, en Chihuahua, ese delegado será Juan Carlos Loera de la Rosa –sólo como apunte al margen para quienes han esparcido el rumor de que Loera se caería del cargo antes de llegar–, que sólo habrá un área de comunicación social del Gobierno federal, que desaparecerán todas las direcciones jurídicas de cada dependencia y sólo habrá una consejería jurídica de la Presidencia, que desaparecerán los oficiales mayores de cada secretaría de Estado, y que será la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público la que realice todas las compras del Gobierno federal, mediante un esquema de compras consolidadas aseguró.
Bien por la austeridad y bien por el gigantesco recorte a la nómina federal. Sólo me inquieta algo: ¿habrá pensado ya López Obrador qué hacer con todo ese personal que se quedará sin empleo con resultado de sus recortes y acciones de austeridad financiera gubernamental?
Haciendo un cálculo conservador, de acuerdo con lo que ha dicho hasta hoy en ese tema, y sumando todos los despidos que habrá por cada una de las acciones anunciadas (recortes, fusión de secretarías y áreas, desaparición de cargos en el organigrama, traslado de dependencias a otras áreas, reducciones salariales, etcétera), estimo que quedarían sin empleo algo así como entre 18 y 20 mil actuales funcionarios federales, si no es que un poco más. El impacto es fuerte y habrá que medir muy bien la repercusión social y económica que pueda tener.
Luego de su reunión privada en Palacio de Gobierno, Javier Corral y Andrés Manuel López Obrador ofrecieron una conferencia de prensa conjunta. Aunque vale la pena destacar que la figura central fue el presidente electo. Fue muy evidente que esta situación (la figura central de AMLO) incomodó seriamente a Corral, acostumbrado a ser el centro de la atención y figura principal en cualquier lugar o evento político. También fue notoriamente evidente que, a la llegada de López Obrador a Palacio de Gobierno, el gobernador sufrió uno de sus ataques de protagonismo y furia contenida, ya que el pueblo chihuahuense se volcó a las calles para darle la bienvenida a López Obrador.
Todos querían saludarlo, estrechar su mano, sacarse la “selfie”, entregarle alguna carta o petición escrita, en fin, tener alguna clase de contacto con el distinguido visitante, situación que llevó al presidente electo a dejar esperando a Corral –al bajar de la Suburban que lo trasladaba– por espacio de varios minutos, para el saludo y la foto oficiales, mientras atendía a la gente detrás de las vallas de contención. Fue muy claro que AMLO prefirió hacer esperar a Corral, antes que dejar de atender a quienes lo esperaban ansiosamente, al pueblo.
En esa rueda prensa conjunta, a pregunta expresa de los reporteros de la fuente, López Obrador afirmó que solicitaría al futuro secretario de Relaciones Exteriores que, una vez tomado el poder, realice los trámites para la extradición de César Duarte, ya que mencionó había sido una petición del gobernador Corral en su reunión privada. Así lo dijo, seco y tajante: “Realizar los trámites para la extradición del exgobernador, conforme a la ley”, remató. No lo noté especialmente animado con ese tema, como sí lo estaba con otras propuestas de las que informó.
En fin que la “Nueva República” anunciada por AMLO inicia en 41 días y, bajo la visión optimista de quien desea el bien para México y los mexicanos, espero y deseo reseñar aquí en este espacio, que fue todo un éxito la instauración de un nuevo modelo de gobierno. Que así sea.

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