Opinion

Caravana, tratado y migración

Yuriria Sierra
Analista

2018-10-19

Ciudad de México.- “¡Gracias, México!”, escribió Donald Trump el jueves por la tarde en Twitter. La frase fue más bien un acuse de recibo, pues se trataba de un reconocimiento al tuit de una periodista de BuzzFeed, quien dio cuenta de la llegada de dos aviones con agentes de la Policía Federal que aterrizaron un día antes en Chiapas, como parte del operativo de protección de nuestra frontera sur ante la llegada de más de tres mil migrantes hondureños. Con esto entendemos que la amenaza escrita horas antes perdió fuerza. El acuerdo comercial, T-MEC, como oficialmente le llamaremos en español, no tiene riesgo de disolución. Para Donald Trump, México está haciendo su parte para enfrentar la contingencia que trajo una caravana migrante cuyo único fin es darle a sus integrantes un mejor futuro.
Lo que tal vez no supo Trump es que, junto a aquellos agentes de la Policía Federal, viajó personal de migración, así como de derechos humanos. Su espíritu bélico lo habrá vencido y pensará que, así como escribió en su red social favorita, México actuaría bajo su misma idea de combate.
Es una situación difícil, de sumo cuidado, que involucra altas dosis de humanidad. ¿Qué país está en contra de brindar a un ciudadano la posibilidad de aspirar a una mejor vida? Sin embargo, México quedó entre la espada y la pared, porque entre sus buenas intenciones, debe actuar para proteger sus intereses. Andrés Manuel López Obrador aseguró que su gobierno dará trabajo a centroamericanos en el país, pero ¿cuál será la ruta a seguir para lograrlo? Porque en cuestión de migración, como en tantas otras, somos un país de doble moral: muy buenos para decir que hay racismo en Estados Unidos sin voltear a ver lo que hay de este lado de la frontera. “Apuntamos mucho el dedo hacia las injusticias y lo que el gobierno de Estados Unidos está haciendo con los migrantes, sin embargo, no estamos apuntando el dedo con la intensidad, con la misma intensidad de que cómo México trata a los migrantes cruzando hacia nuestras fronteras...”, me comentó Alfonso Cuarón en entrevista por su película Roma. Y no puede tener más razón.
La frontera con Guatemala se ha convertido en un foco rojo para el que el aparato gubernamental no está listo. La caravana migrante de Honduras es de poco más de tres mil personas. En entrevistas que algunos de sus integrantes han dado, unos aseguran que su fin sí es llegar a Estados Unidos, pero otros más afirman que quieren llegar a nuestro país y buscar refugio, para comenzar en territorio nacional la construcción de un futuro para ellos y sus familias. México recibió mil 296 peticiones de refugio en 2013, cuatro años después, en 2017, la cifra se elevó a 14 mil 546, según la Comisión Nacional de Ayuda a Refugiados; sus cifras detallan que la mayoría de estas solicitudes llegan a Tapachula, Chiapas. En Imagen Noticias hemos llevado historias de migrantes tanto en frontera sur como en la norte, que viven a la espera de una oportunidad de cruzar, de levantar cimientos, pero que, mientras el momento llega, deben pasar los días en condiciones sumamente dolorosas.
“Nosotros no hemos deportado por esta caravana a persona alguna...”, dijo el jueves Alfonso Navarrete Prida, secretario de Gobernación, al comparecer en San Lázaro como parte de la glosa del Informe de Gobierno, y podrá tener razón, pero ¿qué dice de nuestro país la llegada de agentes de la Policía Federal a la frontera con Guatemala? El aplauso de Trump no debe entenderse jamás como halago. ¿Qué dice de la dependencia a su cargo, si hace un par de días lanzó una advertencia de no permitir la entrada a quienes no cumplan con los requisitos migratorios?
México enfrenta hoy un dilema, porque debe poner en marcha un operativo migrante que esta vez esté enfocado no en connacionales, sino en ciudadanos que quieren entrar al país. Lo ideal, por supuesto, es que ningún ciudadano opte por dejar su lugar de origen, pero mientras eso pasa, ¿qué hará México para contener un flujo migrante que parece ser mayor a la capacidad operativa de nuestras instituciones? Por algo ya pedimos ayuda a la ONU, pero ¿será suficiente?

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