Opinion

El 'ya chale' y las 50 sombras del gobernador

LA COLUMNA
de El Diario

2018-09-22

Al borde de la intolerancia patológica y el abuso de poder, Javier Corral rompe todas sus promesas sin rubor alguno. Austeridad y ataque a la corrupción cayeron por insostenibles. Ahí están las evidencias, palpables, comprobables.
Si en 2016 al tomar protesta como gobernador dijo que Chihuahua viviría una libertad de expresión como no se había visto, hoy, totalitario y personalista, impone sus caprichos a la opinión pública. Ningún decoro por guardar verticalidad entre las promesas y los hechos.
Con un “ya chale con El Diario” resume, ramplón, su cinismo, el mismo con el que ha respondido a la crítica legítima y necesaria de los medios de comunicación que le provocan urticaria y desatan su molestia. Ya chale con todos los que publican su fracaso político y administrativo.
Ya no tiene deseos Corral Jurado de comparecer ante el tribunal de la opinión pública. No puede ser interrumpido por entrevistas de banqueta, como suele hacerse en el ejercicio periodístico. Hasta en eso ha perdido el estilo y la valentía. Opta por salir despavorido frente a las preguntas de los periodistas.
Hay una incomodidad que se palpa en sus expresiones verbales. Su rostro transmite molestia, hastío, insultos reprimidos.
Era una simple pregunta de seguimiento. Suficiente para desatar la ira del señor, ese sentimiento que lo ha llevado a una confrontación con El Universal, Proceso, La Jornada, los Diarios.
“Qué opina usted de...” palabras prohibidas. Una sonrisa fingida y luego el ataque al medio de comunicación en todos los casos.
No fue eso lo que prometió en aquella fastuosa toma de protesta.

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Conocido ahora por su personalidad ambivalente, todo era cuestión de tiempo. Las 50 sombras de Corral lo exponen en cuerpo y alma. Metamorfosis según los escenarios y las conveniencias. Camaleónico.
En esas eternas contradicciones, atacar la corrupción sólo era mensaje público; la verdad consistía en prohijar los grandes negocios de camarilla. Las cosas cambiaron para no cambiar con él instalado en Palacio de Gobierno.
El negociazo del agua lo retrata de cuerpo entero. Crédito innecesario, que hipoteca a los chihuahuenses de las siguientes generaciones, con altas tasas de interés y lucro desmedido.
No hace falta esperar a la adjudicación que seguirá las reglas de favorecer al proveedor favorito e impedir la libre participación ideal de mercado. Hay en juego 950 millones nada más. El tope en endeudamiento y crecimiento exponencial de pago mensual por réditos no interesa.
Otro ejemplo es la publicidad contratada al Canal 28; sin sustento, abre el caudal de recursos, sin asidero ni lógica alguna.
Los millones son enviados y tirados a la basura literalmente, engordando bolsillos, en un auténtico robo a despoblado. No hay soporte de audiencia que justifique esos pagos salvo, claro, la sociedad y la complicidad Valles-Corral.
Pero el gobernador en su sueño de grandeza se instala en el sillón y ofrece una entrevista exclusiva a Valles. Transmite su mensaje manipulador frente al conductor obsequioso, haciendo a un lado incluso el enfadoso y grosero desliz de los días anteriores. El “mamacita” o el “parece piñata” se olvidó. Dignidad ni para defender a la primera dama ni a la alcaldesa Maru Campos.
La comunicación a modo. Se trata de manipular el mensaje y no admitir opiniones en contrario.
Totalitario, manipula medios y si no, los compra. Y para impulsar aún más su mensaje homogéneo, crea medios de comunicación estatales. Puntualizando en la radio y el pravdita Cambio 16 en las alcantarillas, porque su pésimo manejo ahí lo deposita.
Construye entonces un sistema de comunicación propio para imponer su verdad.
El “ya chale” asume entonces una trascendencia mayor. Va más allá de los Diarios, como intenta hacer ver.

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El caso Pinedo y sus contratos adjudicados vía romance exprés, exponen con crudeza la otra cara de la manipulación, la del favorecimiento y protección sin límite.
Hasta la ignominia, Corral es capaz de casarse en su protectorado con el mismo socio que antes robó al Fideapech y Francisco Barrio lo perdonó. No le interesan las evidencias públicamente difundidas ni soterradamente expuestas en su gabinete.
Poco o nada le importa la opinión de los auténticos panistas, de aliados políticos y funcionarios que compraron el ideal de honestidad. Prefiere lamentarse de ellos en privado o defenestrarlos antes que romper con sus pactos de impunidad.
La transparencia y el derecho a la información pasaron a la historia. Otrora adalid de estos temas, hasta creó una organización para ello. Se ufanó por todo el país y hoy cae como mosca tocada por una chispa electrizante. No ha puesto un pie en el Instituto de Transparencia chihuahuense desde que pretendió mangonear a su ahora expresidente Rodolfo Leyva. ¿Alguien ha notado que no habla ya de transparencia? Antes se indigestaba con el solo concepto.
Hasta se dijo Corral titular de la materia en la Universidad Nacional Autónoma de México, simulando títulos nobiliarios académicos sin sostén.
De nada sirvió todo esto, porque este día la marca de la casa es la intolerancia total hacia los medios de comunicación por mínimos que sean los señalamientos.

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Ha caído en un personalismo que asombra a propios y extraños. Defiende su derecho a los mimos a sus mascotas, y su superficial y burguesa afición por el golf. No comprende que no es una persona cualquiera. No asimila que cada croqueta que se comen sus perritos y gatitos es pagada con dinero público. Se trata del gobernador de una entidad federativa, la más grande en el país, sumida en problemas graves que no admiten dilación ni infantilismo.
Pero en lugar de asumir esa agenda prioritaria, se acomoda en un personalismo mal educado y caprichoso, que envía mensajes de falta de seriedad, de irresponsabilidad pueril plena.
Piensa que el mundo gira en su entorno. Es el epicentro de todo lo que acontece y reclama atención absoluta. Personaliza la administración pública, la educación, las finanzas, los contratos.
Asume una posición patrimonialista de abuso de poder. Por ello continúa adjudicando contratos de manera directa, sin límite alguno, y en todas las áreas. Pensiones Civiles o Ichisal en salud como primera línea por su cuantía enorme.
Y encima de todo, se molesta cuando es señalada. No admite tocamiento mediático ni con el pétalo de una rosa.

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Se le olvida a Corral Jurado la necesaria colaboración de los medios como controladores de poder público y fáctico, tantas veces esgrimido como argumento en tribuna.
Ahí parado en el atril, con manoteos incesantes Corral se desgarró vestiduras y atacó los intentos del poder público por socavar las libertades de prensa y expresión, y el derecho a la información.
Su incongruencia y mal agradecimiento no tienen comparación, sus artículos fueron publicados durante años por El Diario sin condición alguna mientras era gobernador César Duarte, su enemigo despierto y dormido.
Hizo correr mar de tinta en periódicos que no sólo le abrieron las puertas precisamente a sus editoriales, sino que además le pagaron por ello y que en estos momentos recrimina, como es el caso de El Universal.
Persigue a La Jornada como enemigo público número uno porque en cada oportunidad le recuerda el abandono y el peligro en que dejó a los colegas asesinados y aquellos que hoy corren riesgo, por su ineptitud para combatir el crimen.
Lo mismo hace con Proceso cada vez que le pican las pulgas de la intolerancia.
Misógino como él solo, hace escarnio y maltrata particularmente a las compañeras periodistas.
Hoy Corral es congruente con su incongruencia. Manipulador, mentiroso y multipolar, hace lo mejor que sabe hacer: salir por la puerta fácil del “ya chale” con la comunicación, la seguridad y la honestidad.
Su espíritu de periodista –si es que alguna vez lo hubo– quedó abandonado, apolillado, rancio, en alguna de sus curules plurinominales, sus favoritas.

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