Carlos Irigoyen
Analista
¿A qué concepto nos referimos? ¿Al que la historia marca bajo un contexto social en el que la población de la Nueva España se quitó el yugo gachupín? ¿O al consumista disfrazado de idealista que aprovecha la gesta heroica como un motivo de auténtico jolgorio y juerga? Los bochinches de las festividades paganas salen extremadamente costosos, aquí en nuestra ciudad será de 6.2 millones de pesos, para un municipio con incontables necesidades esta cantidad pudiera ser un buen acicate para remediar uno que otro mal tapado bache o cráter callejero.
Además, el ánimo del juarense ¿estará como para festejar la “independencia” de nuestra nación? Los niveles de violencia en una desenfrenada carrera por demostrar una saña inaudita, los problemas y retos políticos recién solventados y a los cuales les falta aún la famosa “operación cicatriz”; esto sin contar con la variable “corrupción” que se placea a todos los niveles y la cual cada vez es más difícil de controlar y erradicarla, ya parece un sueño guajiro.
Aquí en nuestra ciudad el festejo será a ritmo de banda y grupos de la localidad con todas las viandas que se ven en tremendos ágapes populares, una festividad cívica convertida en una auténtica verbena popular. Al día siguiente el desfile, quizá una de las actividades más impactantes que cada niño que acudió a verlo tiene en su mente y que ahora tiene una resonancia estridente por su marcada acentuación… de motivo comercial. Por si algo faltara, el 15 habrá pelea de box de un mexicano, de esas que casi son consideradas como si estuviera en juego el orgullo nacional; “El Canelo” Álvarez contra Golovkin, en Las Vegas, donde seguramente la fiesta será épica para exacerbar el nacionalismo mexicano. Seguro, al pueblo pan y circo, motivos para ir a echar relajo, para “gritar” y reafirmar una compleja personalidad nacional, un galimatías, una paradoja de altos contextos y entrecejos.
Hoy la palabra “independientes” se ha mezclado hasta con una corriente política que las más de las veces ha sido señalada como falta de autenticidad y sujeta a intereses bien delimitados.
Por eso la reflexión, ¿somos independientes o simplemente la esclavitud ha cambiado de actores y variables?
Dice la RAE, independencia es cualidad o condición de independiente, libertad de un Estado que no es tributario de otro y entereza firmeza de carácter. Pues ni la primera, ni la segunda ni la tercera. Como sociedad, Juárez tiene muchas ataduras, forma parte de una comunidad que tiene una dinámica muy sui generis, estamos entre dos mundos; el capitalista que ofrece la exquisitez del consumismo al casi 20x1, donde usted tiene que traer consigo un documento que le acredita como un ciudadano “ejemplar” para transitar hasta cierto punto de la franja fronteriza, donde las leyes transforman la mentalidad del ciudadano mexicano que cruza el puente tras esperar en ocasiones hasta más de dos horas; si bien no es un tributo bajo estricto apego a la ley, es de alto impacto el efecto económico que tiene la dinámica de la frontera, esa que muchas veces provoca que los ciudadanos mencionen razones de obtener mejores condiciones en la compra de productos y servicios del lado “gringo” de la frontera.
Para ser independientes, nos hace falta ser más conscientes de lo que puede favorecer que consumamos lo que ofrece la comunidad empresarial local, aunque también es importante que el empresario tenga condiciones para ejercer una empresa y plantear con más técnica la estrategia de atracción y capacitación de consumidores. Aquí aparece un gran inhibidor de la independencia: la inseguridad. En el colectivo está tatuado un esquema asociado al riesgo que implica hacer actividades en la frontera; en la individualidad estamos afectados por la aversión al riesgo, a la duda y a una serie de paradigmas sociales que hacen de nuestra sociedad una masa de personas de alta vulnerabilidad y ser dependientes de esquemas, comportamientos e inclusive ideologías que nos hagan sentir un halo de seguridad, una esperanza de que vamos en la vereda correcta y que tomamos decisiones de manera libre e independiente.
Hay una especie de “libertad condicional”, familias enteras condicionadas por un salario que apenas alcanza para medio o mal vivir, grupos sociales que viven condicionados a que un desastre natural no arrase con su patrimonio debido a la voracidad de quien construyó una casa con el signo de pesos en la frente y el sentido humano escondido en lo más negro de la conciencia.
¿Y qué tal de quien condiciona el desarrollo de toda una comunidad a expensas de sus propios intereses personales? Cuando más requerimos de una verdadera independencia para darle alas a una generación de mexicanos sumamente talentosos, se aparecen los tentáculos de la corrupción. Cuestiono con severidad el festejar nuestra “independencia”, prefiero conmemorar la gallardía, la valentía y el idealismo de aquellos que creyeron en los ideales de libertad, justicia y amor de nuestro México… ¿Bochinche o prudencia? Los hechos hablarán por sí solos, ¡Que viva el bochinche del 16!