Sixto Duarte
Analista
Apenas la semana pasada, en este mismo espacio, comentábamos la nueva integración de fuerzas en el Poder Legislativo. Advertimos que era imperativo para la estabilidad de la República –y para enviar un mensaje de genuina lucha contra la corrupción–, que López Obrador y Morena no se prestaran al juego corrupto de los partidos rémora que parasitariamente deambulan por la Cámara Alta y la Cámara Baja. Partido Verde, Nueva Alianza, del Trabajo, entre otros, han confundido la cosa pública o como le llamaban los romanos res publicae, con una res bovina (valga la redundancia) a la cual hay que ordeñar hasta que se eche. De ahí que las coincidencias que buscan tener con el nuevo régimen obedezcan a un interés económico particular, más que a un interés superior por México.
Al parecer lo que aquí dijimos, y que fue publicado el martes pasado, presagiaba lo que unas horas después sucedería: el Senado, la Cámara Alta, el órgano garante del pacto federal, se convertiría en comparsa de los caprichos de un cacique regional como Manuel Velasco, uno de los más grandes hijos del cleptócrata Partido Verde.
La primera fuerza en el Senado es Morena. Junto con el PRI, y evidentemente el Verde, convalidaron ese atropello a la dignidad parlamentaria del Senado, al negar su solicitud de licencia en un primer momento, y otorgarla horas después para que Velasco pudiera chapulinear de vuelta a Chiapas a terminar su período como gobernador del estado, y volver en diciembre a asumir como coordinador de los senadores del Partido Verde en la Cámara Alta. El Senado al servicio de los intereses ya no de grupo, sino de una persona.
Se ha especulado que el verdadero motivo por el cual Morena cambió de parecer en ese período de apenas unas horas fue que el Partido Verde ofreció a cambio de votar esa licencia, entregar cinco diputados a la bancada de Morena, consolidando así este último, la mayoría absoluta en San Lázaro.
Es una pena que, en pleno siglo XXI, y especialmente, a tres meses de haber “consolidado la democracia” (como muchos izquierdistas opinan) sigamos teniendo meretrices de la cosa pública, o peor aún, diputados de alquiler, como quedó evidenciado la semana pasada. El transferir diputados electos por un partido a otro, traiciona al elector que depositó en ellos su confianza, para ser representados por ese partido. Ese actuar facineroso por parte del Partido Verde viene a evidenciar lo que siempre han hecho: venderse al mejor postor.
Es increíble que los senadores, de manera indigna, hayan avalado esta postura. Existen dos motivos que se estiman agravantes a tal situación. El primero es que, como he sostenido en diversas publicaciones, Velasco está impedido para ser senador, pues incumple con lo dispuesto en el artículo 55, fracción V de la Constitución. Si el Partido Verde no quiso respetar la Constitución al postularlo, el INE no quiso hacerlo al admitir su registro, y el Tribunal Electoral se hizo de la vista gorda, son asuntos graves atribuibles a cada uno. Pero que el Senado legitime una violación constitucional de esa magnitud, y además, le permita ir y venir a Tuxtla con doble cachucha de senador y gobernador, es algo que tiene que avergonzarnos a todos, especialmente a los senadores que votaron esa licencia. El segundo es que, se encuentra en letra gris esa idea de que se puede ser senador y gobernador a la vez.
Por increíble que parezca, pero la senadora-secuestradora Nestora Salgado y el senador-prófugo Napoleón Gómez Urrutia, no votaron a favor de dicha licencia. Irónicamente se puede decir que estos dos criminales votaron con mayor conciencia, reflexión, responsabilidad y sentido patriótico que el resto de la bancada mayoritaria. ¿Cómo deja esto parados al resto de sus compañeros?
La periodista Lily Téllez, senadora de Morena por el estado de Sonora, se ufanaba diciendo que en las medidas de austeridad recién aprobadas por el Senado, se incluía las de no comprar más café y galletas en el recinto parlamentario. No sólo resultó una medida inútil y populista, pues resultó también ser una farsa, ya que a la sesión siguiente seguían las mismas prebendas. En mi opinión, es preferible que Morena siga comprando café y galletas, en lugar de que siga comprando diputados del Verde.