Opinion

Nuevas alianzas legislativas

Sixto Duarte
Analista

2018-09-03

El sábado pasado se dio inicio a los nuevos períodos legislativos, tanto en el estado, como a nivel federal. A partir de la elección de julio pasado, la composición de las fuerzas políticas en el país cambió drásticamente. La voluntad popular decidió que Morena y los partidos de su coalición obtuvieran la mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso. Desde 1994 no se veía un control legislativo tan sólido. Esto en sí puede ser bueno o malo, según desde el cristal que se le mire. Por un lado se puede estimar bueno porque así lo decidió el constituyente primario, que es el pueblo; igualmente, el Ejecutivo no tendrá problemas en impulsar las reformas políticas que tenga diseñadas para su sexenio. Es decir, no tendrá justificaciones para no aprobar las leyes que necesite. Por otro lado, puede ser malo porque se le entrega a un solo hombre, líder moral de su partido, un poder casi absoluto para hacer y deshacer en el país, según su gusto. Por mucho que los seguidores de Morena digan que son un partido político democrático, los hechos han demostrado que, más que un partido político donde se debaten posturas políticas, son una secta que sigue los mandatos de un líder supremo.
Aunado a la enorme fortaleza legislativa que consolida el partido del presidente en esta nueva composición parlamentaria, varios partidos de los llamados “rémoras” ya fueron a supeditarse con López Obrador. Esto nos muestra que el ejercicio del poder en nuestro país está cada vez más alejado de las ideologías que cada partido abandera.
Por un lado, el Partido Verde, aliado tanto de Zedillo, como de Fox, como de Peña, (es decir, aliado del poder) busca un acercamiento para poder seguir conservando sus prebendas que, en su caso, se reducen a negocios, licencias de casinos, influencias en el Gobierno, etc.; todo a cambio de sus votos en el Congreso. El partido propiedad de Jorge Emilio González, franquiciante del mismo para su explotación en los estados del país, no puede darse el lujo de perder su mina de oro, por lo que ya se alinean con quienes gobernarán los próximos seis años. La crítica férrea que en su momento hicieron al presidente electo, resultó ser mera pirotecnia política.
Respecto a Movimiento Ciudadano, anteriormente Convergencia, exaliados de López Obrador en las elecciones de 2006 y 2012, ofrendaron ya sus “votos” al presidente para revertir el “gasolinazo”. La posición del Gobierno entrante respecto al precio de la gasolina ha sido ambigua, por tanto, se debe estar atento al debate sobre el tema. En el caso del Partido Nueva Alianza, partido próximo a perder su registro, la senadora Rocío Adriana Abreu desertó del partido casi extinto, para entregarse a la bancada mayoritaria.
Del Partido del Trabajo y del Partido Encuentro Social, este último próximamente extinto, podemos decir que jugaron originalmente con López Obrador, pues integraron la alianza ganadora. Sin embargo, eso no los hace menos oportunistas, pues igualmente, el Partido del Trabajo negocia sus votos legislativos con el poder en turno, como se negocia en un mercado o tianguis. Respecto a Encuentro Social, sus legisladores ya brincaron en su mayoría a Morena toda vez que su partido está a punto de desaparecer.
Todas estas posiciones nos reflejan que, más que pragmatismo en el ejercicio de la política, lo que estos partidos han demostrado es que los conduce un cinismo ilimitado, una voracidad insaciable, y un terror de quedar fuera del “reparto del pastel”.
El discurso de López Obrador en su campaña fue el desarraigar esta clase de prácticas por parte de los que él en su momento consideró “la mafia del poder”. Si bien esta “mafia” hacía referencia a lo que él llamó el “PRIAN”, lo cierto es que los exaliados de estos no podían quedar exentos del mote utilizado. El presidente electo no requiere negociar con estos partidos que buscan conquistar sus intereses mezquinos, en detrimento de México. Creo que ésta es una buena oportunidad para que López Obrador demuestre que efectivamente tiene el interés de acabar con la corrupción, no entrando en negociación con estos mercenarios del poder. Finalmente obtuvo una enorme ventaja en las urnas, ¿para qué jugar el juego de estos mercaderes de la cosa pública?

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