Opinion

No sabe otra que pedir prestado a costa del gobierno

LA COLUMNA
de El Diario

2018-09-01

Los gritoneos y manotazos de Javier Corral contra la deuda pública del estado, en aquel “lejano” 2015 y 2016, aderezados con promesas de campaña de todo calibre, han quedado hoy en el simple recuerdo. Son ecos de la astucia, de la conveniencia electoral.
Chihuahua se encuentra en el fondo de los indicadores de deuda que puntualmente lleva la Secretaría de Hacienda federal. Sólo la Ciudad de México y Nuevo León lo superan, con 75 y 67 mil millones de pesos de endeudamiento total.
Nuestra entidad adeuda 48 mil 20 millones de pesos al 30 de junio del 2018, con una afectación gravísima en las participaciones federales que se encuentran comprometidas al 78 por ciento. El margen del nuevo endeudamiento es apenas del cinco por ciento de los ingresos libres de disposición; es decir, nada. En un salario familiar no quedaría semanalmente ni para lo más básico, como ejemplo.
Frente a esta situación, la salida de Corral y sus superasesores financieros ha sido la reestructura de la deuda a largo plazo con beneficios pírricos, que más bien fueron de marketing, y las benditas deudas de corto plazo, que no pasan por el trago amargo del Congreso del Estado, mecanismos jugosos para obtener liquidez bajo el pretexto de pago a proveedores, que por cierto continúan en filas interminables con la mano extendida y con sus empresas en bancarrota.
Si eso fuera poco, la creatividad da para más. La figura empolvada de la asociación pública privada permite hacer negocios dándole la vuelta jurídicamente al señalamiento de deuda, pero encestando una puñalada mortal a los ciudadanos que esperaban resultados tangibles y no nuevas versiones de la aldea ballezana, que hoy entrega un jugoso negocio transexenal de 950 millones a la familia del archimillonario Gustavo Madero, que ha cobrado de sobra tras haber convencido a Ricardo a Anaya de convertir a Javier Corral en gobernador con la complicidad de Miguel Ángel Osorio Chong y sus operadores en Chihuahua.

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La innovación para contraer deuda de corto plazo fue de César Duarte (hemos repetido que Corral y él son gemelos). En su sexenio se contrataron cuatro empréstitos por 30 mil millones de pesos. En 2013 fueron 11 mil, en 2014  siete mil, en 2015 fueron cuatro mil y en 2016 obtuvieron siete mil millones.
Con todo y sus declaraciones condenando el crédito del 2016, Corral fue uno de los principales beneficiados con esos recursos, a la larga fue el ejemplo que siguió, fielmente mimetizado en las argucias de su principal enemigo político.
Ese mismo año, 2016, ni tardo ni perezoso, su fiel escudero Arturo Fuentes Vélez, tesorero de medio pelo (más amistad que eficiencia), contrajo el primer contrato de crédito a corto plazo por mil 900 millones de pesos, con una tasa de 1.25 de interés por encima de la TIIE (Tasa de Interés Interbancario de Equilibrio).
En 2017 de nuevo la misma receta. Una nueva deuda de corto plazo. Ahora fueron 2 mil millones de pesos, con una tasa de .44 sobre TIIE.
El pretexto fue la insuficiencia de recursos para afrontar las obligaciones de fines de año con gasto corriente y proveeduría.
No pasaron seis meses, ya en 2018, cuando de nuevo se da a conocer que se va a contratar más deuda a corto plazo. Ahora serán 900 millones de pesos, a una tasa de .55 + TIIE. La explicación es que debe pagarse a proveedores del Sector Salud, ante el colapso en el surtimiento de medicamentos. Muchos de esos proveedores tenían tres años esperando pago, y muchos de ellos se quedaron igual de manera inexplicable. El dinero se fue a pagar a proveedores favoritos y gasto corriente. Se dieron vuelo los amigos de Corral cobrando los pendientes y hasta por adelantando.
Los anaqueles en las farmacias siguieron vacíos; sufriendo los miles de chihuahuenses en los hospitales del Sector Salud por falta de infraestructura básica.
En los estertores de 2016 se trató de reformar la ley de deuda pública estatal para evitar deuda a corto plazo para pagar gasto corriente, pero fue el propio gobernador Corral quien haciendo uso del veto, lo impidió. Luego la coacción del Ministerio Público contra los diputados hizo el resto. La reforma no salió. Hoy la estrategia financiera puede llevarse a cabo sin problema alguno, con un agregadito suculento: la inversión pública privada.
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A marchas forzadas, en la última sesión de la 65 Legislatura que terminó el jueves, se echó la carne al asador para sacar, a como diera lugar, la autorización que entregará el manejo del agua residual en la ciudad de Chihuahua al sector privado. Ninguna diferencia con el duartismo que al término de su respectivo régimen obtuvo seis mil millones con la famosa bursatilización. Como buenos gemelitos, una parte se gastó el exgobernador, otra la usó Javier Corral.
No se trata de que cualquier negocio esté aprobado por los diputados. Son 75 millones de pesos anuales para gastos de operación durante 10 años, más los intereses por 130 millones de pesos derivados de inversión inicial por 180 millones. Es una danza de pesos y centavos que ronda los 950 millones, de acuerdo con las estimaciones presentadas.
Obvio que la suspicacia obliga a la desconfianza. Morena puso el dedo en la llaga: el negociazo es de Madero y sus amigos, que manejaron desde la administración de Javier Corral la primer planta tratadora de agua, durante una concesión provechosa, en la que sacaron jugo de la infraestructura para, al final, dejarla abandonada en calidad de chatarra.
Lo mismo pasó con la siguiente planta echada a volar años después. Ambas fueron recuperadas por la Junta Municipal y hoy, de manera irónica, en lugar de buscar una deuda a corto plazo para que funcionen –receta automática de los genios financieros de Corral–, se acude a la concesión transexenal del negocio.

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La deuda no es la única crítica a su ejercicio financiero.
La opacidad con que la ha manejado es también marca de la casa. La información pública es escasa. Y si la hay, se trata de datos a medias.
Esa deuda a corto plazo se maneja con total discrecionalidad. Inyectado el recurso, se pierde la huella del mismo como pisadas en el agua. Entra al torrente del gasto corriente. Permite financiar marchas e incursiones disparatadas en lo electoral, así como encuentros con sus  examigos perredistas cuyo partido ha quedado al borde de la extinción.
Los señalamientos de subejercicio que tanta ampolla le sacan, los pasa de largo y se defiende como gato patas arriba. Hizo un escandalo cuando La Jornada le espetó esos 4 mil 965 millones en su primer año.
También le sacaron ronchas las acusaciones de déficit por 3 mil 599 millones y las deudas a proveedores por mil 317 millones.
El gobernador, sin duda, está perdido en el día a día y sólo sabe extender la mano. Ya le pidió a López Obrador, antes de que tome posesión, mil 300 millones para cerrar el año con fuente en el manejo discrecional del fideicomiso que siempre criticó y del que echaba mano el vulgar ladrón. Hoy él toca esa puerta con singular descaro y cinismo.
No hace caso a las recomendaciones del sector privado que pide mayor eficiencia en el manejo del gasto, adelgazamiento de la burocracia, revisión de sueldos, transparencia, venta de bienes y manejo adecuado de licitaciones.
Incluso ya no recuerda que en aquel lejano 2015 se debatía a muerte en tribuna y con eco de los medios de comunicación de Chihuahua que tanto critica, acerca de la insostenible deuda de su estado, una deuda histórica, una mancha de opacidad, donde propuso, extasiado, un sistema nacional de rendición de cuentas y un mecanismo para poner tope a la deuda de los estados.
Se le olvidó que en su cierre de campaña, aquel 30 de mayo del 2016, con Gustavo Madero a un lado, prometió liberar a Chihuahua de la deuda.
Hoy, no sólo incumplió, sino que hizo de la deuda su principal argumento de gobierno. Con desparpajo la patea hacia adelante. Que nadie lo moleste en el green.

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P.D. indispensable: Ayer conocieron los diputados morenistas juarenses, Gustavo de la Rosa Hickerson, ‘El Pichú’, y varios más la práctica del “úsese y tírese” utilizada campechana y discrecionalmente con sus aliados y hasta amigos por el gobernador, Javier Corral.
De la Rosa y al menos otros dos legisladores del partido de Andrés Manuel López Obrador operaron para que la primera presidencia del Congreso del Estado en la “histórica nueva Legislatura de la entidad” quedara en manos del partido de Corral, el PAN.
La puja por esa posición fue carnicera desde el jueves por la noche. Exhibió también el escaso carácter del líder de la bancada de Morena, Miguel Colunga, quien de inicio tenía conseguido un frente opositor de mayoría contra el PAN pero a la hora de la votación fue rebasado por los legisladores de Morena procorralistas. Una diputada de ese partido practicó la vieja receta de la indignidad no asistiendo a la sesión para permitir que el blanquiazul maniobrara la votación a su antojo.
El gobernador pagó el favor con su ausencia ayer a la hora de ser instalada la nueva Legislatura. No le acaba de gustar “tanta” voz en contra que de cualquier manera tendrá en el órgano legislativo. Envió en su representación ni siquiera al número dos de Palacio de Gobierno, César Jáuregui Robles, sino al medio pelo del secretario de Hacienda, Arturo Fuentes Vélez.
Fue una jornada histórica de rechazo, desaire y desprecio hacia el Poder Legislativo. Corral tampoco permitió que asistiera el presidente del Tribunal de Justicia, Pablo Héctor González.
A ver si le quedan ganas a “El Pichú” de la Rosa, a su parentela de Morena cerca de Corral y a sus compañeros diputados de Juárez, de seguir meneando el caldo gordo para su excelencia el gobernador... ¡Estos modales chaparrunos y sometidos no han sido tomados de su máximo jefe en la tribu, AMLO!

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