Opinion

Peña Nieto, ¿nueva mentira?

Raymundo Rivapalacio
Periodista

2018-08-29

Ciudad de México.- Nadie le había pedido explicación alguna, pero al presidente Enrique Peña Nieto le urge explicar sus yerros sexenales con una reinterpretación de la historia. En uno de los spots difundidos en redes sociales con motivo de su último informe de gobierno, defendió la invitación que le hizo a Donald Trump cuando era candidato presidencial hace dos años. Peña Nieto reconoció que fue apresurado y que no habían visto el enorme resentimiento social en contra del entonces candidato republicano, y justificó que tenían que hacerlo porque sus ataques comenzaban a cobrar facturas en la parte financiera y había que construir puentes en caso de que llegara a la Casa Blanca.
Peña Nieto explicó que la apuesta no resultó tan negativa, porque se lograron avances importantes con Trump en la Casa Blanca. ¿Cómo define el presidente que las cosas resultaron mejor de cómo estaban? Trump quería que México pagara por el muro fronterizo, y no ha dejado de presionar para ello. Dijo que no quería el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y que buscaría negociar uno que se alineara con los intereses económicos de su país, que se cumplió con el acuerdo bilateral anunciado el lunes. Es hostil, majadero y agresivo con Peña Nieto, quien inteligentemente ha evitado la provocación. Pero mantener abierta la relación bilateral no fue resultado de esa visita, sino de que los propios intereses de seguridad nacional de Estados Unidos ven en la estabilidad mexicana una necesidad estratégica para ellos.
¿Estaría México peor hoy en día si no lo hubiera invitado? La pregunta es retórica, pero los costos fueron altos. La memoria ayuda cuando alguien quiere torcer la historia. En una columna publicada en este espacio dos días después de la visita, se apuntó: La visita de… Trump a México causó la crisis política más profunda que ha tenido el presidente. Su gabinete se partió por la invitación, y tres secretarios de Estado se enfrentaron. Por un lado, Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, quien insistió al presidente que cancelara el encuentro, y se ofreció como el chivo expiatorio… y la canciller Claudia Ruiz Massieu quien, al ser excluida del proceso, presentó su renuncia, sin que se la aceptaran. Por el otro, el arquitecto de la reunión, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, quien convenció al presidente de que o se acercaban a Trump o el 8 de noviembre, si ganaba la elección, sería la catástrofe económica para México. El presidente, de principio a fin, respaldó a Videgaray.
La historia de la visita de Trump a México fue descrita por dos altos funcionarios del gobierno y por fuentes diplomáticas en Washington. Revela los pormenores de la decisión más transcendental que ha tomado Peña Nieto en la relación bilateral con Estados Unidos, que ha dañado su relación con el presidente Barack Obama y con la candidata demócrata Hillary Clinton, con probables consecuencias. Al mismo tiempo, sacan a la luz el poder de Videgaray y la ruptura violenta que se dio en el gabinete.
La idea de la visita surgió de una instrucción del presidente, de acercarse a las campañas de los dos candidatos, acorde con su declaración, tras el encuentro en la Casa Blanca, de que su gobierno trabajaría con cualquiera que ganara la presidencia en Estados Unidos. La orden de Peña Nieto fue un llamado a la acción para Videgaray, quien trabajó un acercamiento con Trump a través del jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán.
Los funcionarios mexicanos dijeron que por medio de un empresario mexicano Guzmán contactó al yerno de Trump, el empresario Jared Kushner. El diario The New York Times dijo ayer jueves que la visita a México fue analizada por Trump en agosto, que fue cuando su yerno
–casado con Ivanka– entró en contacto con la cancillería mexicana. No fue así. Guzmán comenzó a hablar con él a petición de Videgaray, quien mantuvo en secreto esas gestiones. Hasta el jueves de la semana pasada se comenzó a abrir dentro del equipo compacto del presidente Peña Nieto la posibilidad de invitar a Trump, cuando se prepararon dos cartas para él y Clinton. La de Trump, de acuerdo con extractos que fueron circulados por la campaña del republicano en Washington, tenía un énfasis en la parte comercial, y en el penúltimo párrafo señalaba el interés del presidente de explicarle, personalmente, lo que significaba la relación bilateral y la contribución de los mexicanos a la economía estadounidense.
Esa carta de tres páginas señalaba que la cancillería mexicana establecería contacto con su equipo de campaña. Las cartas fueron enviadas al embajador de México en Washington, Carlos Sada, quien ese mismo día, a través de emisarios diplomáticos, las entregó en los cuarteles generales de las campañas. De acuerdo con un funcionario, fue un mero trámite. La reunión con Trump ya estaba acordada, y sólo faltaban los detalles de la logística. En la víspera de esa iniciativa, sin saber que todo estaba caminando a espaldas del gabinete, Ruiz Massieu opinó que la invitación a Trump sería contraproducente. La ignoraron. El gobierno de Estados Unidos no sabía tampoco nada, y hasta el fin de semana, según fuentes diplomáticas, la embajadora en México, Roberta Jacobson, recibió una notificación del Servicio Secreto solicitando información de seguridad ante una “próxima visita” de una persona de “alto perfil”. Hasta el martes, Jacobson tuvo la confirmación de que Trump llegaría a México al día siguiente.
Ruiz Massieu, había estado colocando mensajes en Twitter que eran totalmente antiTrump. No sabía, hasta que lo publicó el portal de The Washington Post esa noche, que la visita de Trump era un hecho. Indignada por la forma como en un tema de su competencia había sido relegada, fue a ver al presidente esa noche y renunció. Peña Nieto no se la aceptó. Osorio Chong también vio al presidente y le dijo que cancelara la invitación. Ruiz Massieu se lo había dicho antes a Videgaray, quien le dijo que era imposible. La canciller respondió que sería más barato, políticamente para el presidente, el desaire que recibir a Trump. El secretario de Gobernación fue más allá. Según los funcionarios, le ofreció al presidente que le echara la culpa de la cancelación y que lo despidiera. Su renuncia sobre la mesa para facilitar esa salida al presidente, también fue desechada.
La crisis en el gabinete se profundizó por las reacciones públicas sobre la reunión que llevó al gobierno de Peña a una situación donde parecía un funeral la noche del miércoles y el jueves. Qué tanto el presidente piensa que fue un error recibir a Trump, como le dijeron varios secretarios, es un misterio. Públicamente, Peña Nieto dice que no lo fue, porque Trump era una amenaza y había que encararlo. Trump no se dio por enterado.

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