Opinion

Y tú, ¿cómo manejas?

Carlos Irigoyen
Analista

2018-08-23

Y de congestión, vaya tráfico que experimentamos los juarenses desde el lunes anterior; se atoró el devenir del trafico… se estranguló la cartera; la vuelta a la escuela fue lapidaria para el ingreso familiar.
Los esfuerzos por hacer que fluyera el tráfico fueron infructuosos y una vez más muchos ciudadanos fuimos testigos de cómo los improperios, la poca paciencia, la falta de civismo fueron la tónica en el diario devenir; si a eso le agregamos que no hay una cultura de tránsito que nos permita atender las señales de circulación de una manera responsable, el resultado se interpreta como un conjunto de personas con alto estrés citadino y un comportamiento descabellado por querer avanzar rápidamente.
Lo peor es que como padres les damos un ejemplo de barbarie a los hijos pretendiendo que cambie la sociedad en sus comportamientos cuando no somos capaces de ajustar los propios en el entorno cercano como lo es el mismo carro.
El tráfico se ha hecho insoportable en la frontera, da lo mismo la avenida de las Torres, la Vicente Guerrero, la Triunfo de la República, la Panamericana, no se diga la Ejercito Nacional o el Paseo de la Victoria; el número de carros ha hecho que las vialidades se vuelvan insuficientes para la fluidez.
Si lo vemos desde el Inegi hay casi 600 mil vehículos con motor y si la perspectiva es de los que están en circulación son casi 500 mil; lo que se percibe en un tráfico desordenado, con muchas anomalías y poca cultura vial. El 55 por ciento de la población se transporta por medio de un vehículo a su trabajo y no es en vano, el Inegi registra casi 6 mil accidentes anuales; es decir casi ¡17! accidentes diarios.
Después de todos estos números, nos urge como sociedad evaluar qué estamos haciendo para poder ayudar en la implementación de una cultura vial que favorezca la prevención de los accidentes y los problemas viales, aunque también es importante que las instituciones hagan su parte y no sean seducidos por el canto de las sirenas de la corrupción.
Una de las consecuencias más graves del aumento indiscriminado de automotores es la contaminación del aire, una situación que se agrava más por no hacer obligatorio el engomado ecológico; no como una percepción recaudatoria pero sí como parte de un programa de prevención y manejo de la contaminación ambiental.
El medio ambiente de nuestra zona fronteriza nos ofrece con mayor frecuencia escenarios sumamente contaminados y ni como sociedad ni como gobierno se le ha prestado una mayor atención, las consecuencias suelen ser graves porque combinadas con las temperaturas extremas se puede caer en la generación de condiciones sumamente adversas para la población.
La otra batalla, la de una sociedad cada vez más insensible que acusa y menosprecia el ser atento al manejar, ¿cuántas veces ha sido usted testigo de cortes de manga para denostar la conducta de otra persona? ¿Cuántas veces de insultos a la autoridad porque no cede a los caprichos de algunos conductores? El uso indiscriminado del celular mientras se conduce un automotor, el ir moviéndole al sonido para buscar una canción, el manejar cansado, todos son causales de problemas que en un lapso reducido de tiempo pueden incluso acabar con la vida; de ir manejando bajo los influjos del alcohol o drogas mejor ni hablamos, son el pan nuestro de cada día con consecuencias fatales, ¿de verdad no habrá poder que nos haga recapacitar sobre estos problemas que ponen en riesgo la vida de muchas personas?
El real trafico ya se destapó desde el lunes pasado y no habrá descanso hasta la primera semana de diciembre cuando empiecen a salir de clases. Por lo pronto habrá que ajustarnos a la nueva oleada de tráfico que incluye a los carros con placas rojas y los carros “chocolates”. Agreguemos a ese tráfico a los motociclistas, algunos muy conscientes de lo que pasa en la jungla de acero y a los que les importa muy poco la poca cultura de manejo que tenemos; del espacio para los ciclistas es una utopía, sólo les pedimos a los conductores que seamos respetuosos con quienes se aventuran a salir a andar en bicicleta por las calles de Juárez.
La conclusión es que el grado de estrés de la población aumentó exponencialmente, hay que tomar más tiempo para recorrer las distancias y ser más educados al momento de manejar, no perder la cordura ante las imprudencias y desatenciones de algunas personas que creen que saben manejar, el estar detrás de un volante, meter cambios o acelerar no son garantía de tener el control de un carro; es sólo el principio de entender la tremenda responsabilidad que implica la cultura vial, asumir que hay que respetar al peatón, ser amable con los demás y sobretodo entender que el hacer comunidad no es gritar grotescamente al otro su forma impertinente de manejar.
¡Hay que saber maniobrar un automóvil y manejar nuestras emociones!

 


 

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