Daniela González Lara
Analista
Pareciera increíble que exista quien con exagerada vehemencia clame por que le vaya mal al próximo Gobierno del país, cuando no debería ser tan complicado darse cuenta que desear tales maldiciones sería tanto como matar de una palmada al mosquito que se ha postrado en nuestra propia mejilla. Lo anterior no es otra cosa que producto de la ignorancia y miedo a perder absurdas contiendas entre camorras que se limitan a competir políticamente, no por la urgencia de servir a un pueblo necesitado, mal educado y enfermo, sino con finalidades particulares que casi siempre tienen que ver con la acumulación de la riqueza, el ejercicio desmedido, dictatorial e irresponsable del poder público y demás intereses por el estilo, siempre particulares.
Es también de lamentarse que lejos de hacer un profundo análisis sobre lo que salió mal en los años de gobierno en los que ejercieron el poder, algunos actores políticos en lugar de retirarse con dignidad a hacerse un examen personal de conciencia y curarse de tanta maldad y ambición que les provocó el ocupar puestos de elección para los cuales no estaban preparados a asumir, tengan la desfachatez de creer que con cambiar el nombre de una organización política que gobernó México por más de 80 años o disfrazar las peores prácticas de un partido político bajo las siglas de “independiente”, como lo hemos visto en distintos municipios y estados, pueda funcionarles una vez más para regresar a las mieles que todavía significa ser un legislador o funcionario en este país.
Hoy, a quienes mueve la envidia y la ambición, no por otra cosa que por egocentrismo, continúan incrédulos ante la respuesta de la ciudadanía que acudió a las urnas a manifestar su elección por un verdadero cambio de hacer política en nuestro país, cercana a la gente, de tierra, sin distancias, sincera, haciendo una campaña permanente para escuchar, apoyar y acompañar a quien necesita del Estado como una forma de organización social dotada de soberanía, y que este a su vez, se asuma como el poder supremo que reside en sus nacionales. “No va a haber divorcio entre el ejercicio de gobierno y el pueblo”, dijo el dirigente tabasqueño ante un Zócalo capitalino repleto que escuchaba con atención el discurso donde el nuevo presidente de México agradecía la confianza reflejada en las urnas el 1 de julio, y que cuando hablaba de dicha separación todos los presentes sabíamos de qué se trataba: un abandono y desconocimiento total del pueblo después de que el político de turno cobraba su primer sueldo y compensación de la posición política alcanzada.
Mucha gente critica que el propio Andrés Manuel haya recorrido el país por 12 años antes de ser electo presidente de la Republica, se preguntan con tono de ironía y a manera de reproche que "¿cóno no iba a ganar si tiene todo ese tiempo recorriendo el país haciendo campaña?" Y yo me pregunto más bien si un aspirante a tan digno y comprometido cargo ¿no debería previamente a su pretensión de ser electo hacer lo mismo para conocer de primera mano las necesidades de este país?, y de esa forma crear ese vínculo con la gente que hoy algunos personajes de la alta alcurnia en la política mexicana desconocen asombrados cuál habrá sido “la fórmula mágica” de nuestro actual presidente para lograr tal afinidad con el pueblo que hoy les recrimina a los hampones que los gobernaron su deslinde de las necesidades básicas de los mexicanos y mexicanas, pero siempre sin mostrar el mismo desdén o desprecio al dinero de las arcas nacionales o a los privilegios de ser gobernante en un país donde el salario del trabajador de a pie, no le alcanza para mantener una familia y vivir con dignidad al mismo tiempo.
Me da gusto vislumbrar los cambios que se asoman y que pintan para ir más allá de algunos tópicos que ponen nerviosos a dos que tres actores sociales o medios de comunicación, de que si van a desaparecer las delegaciones estatales o si van a mover las oficinas de las secretarías a otras entidades en la República, un cambio en la forma de hacer política en nuestro país, sin simulaciones, dignificando los cargos públicos a través de acciones con resultados y haciendo que nuestro país siga caminando por la senda del orden, el desarrollo y la paz. Yo sí le deseo lo mejor al próximo gobierno de mi país y que en lo general y en lo particular, nos vaya bien a todos. Gracias por leer, yo soy Daniela González Lara.