Opinion

Viene por 'unidad' el nuevo jefe universitario

LA COLUMNA
de El Diario

2018-07-31

• Viene por ‘unidad’ el nuevo jefe universitario

• Repetirán Corral y Fernando operación Anaya-Zepeda

• Bartlett, el primer costo a la imagen de AMLO

• Acosador sexual en Educación, la doble moral

La intención de Palacio de Gobierno es que el nuevo rector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) surja de un ‘sano acuerdo de unidad’, y que el bueno sea preferentemente el doctor, Ernesto Morán García, el exdirector del Instituto de Ciencias Biomédicas, al que se la deben todos los grupos internos universitarios porque dos ocasiones anteriores asumió el ‘sacrificio’ correspondiente para que otros fueran rectores.
El lunes hubo sesión de Consejo Universitario. Hubo discusión y alegatos, algunos de corte marxista-leninista (largos y mega aburridos). Casi cuatro horas de toma y daca para liberar la convocatoria.
Dio la impresión de que aquello andaba suelto; es decir, que el proceso electoral remaba libre y soberano a diferencia de toda, toda completita la corta historia de la universidad, controlada la sucesión por el gobernador en turno.
Ayer en La Columna dejamos al aire algunas interrogantes sobre ese particular pero también anunciamos que ayer mismo estaría en Ciudad Juárez el secretario general de Gobierno, César Jáuregui Robles, para refrendar que esta elección no será distinta a las anteriores.
Cada uno de quienes han hecho públicos los íntimos secretos de su corazón como posibles sucesores de don Ricardo Duarte, deberán posponer esa decisión y sumarse al candidato de unidad. Obvio, como dice la muchachada, luego de un pertinente proceso de negociación que si bien no deje a todos explotando de felicidad sí bastante satisfechos.
A nadie convendrá oponerse si recuerdan aquella historia de Gerardo Reyes tan conocida en el campus universitario: apostó por la libertad, la democracia y la bendita independencia, peleó contra Felipe Fornelli Lafón más que William Walace por la libertad de Escocia en el Corazón Valiente del aclamado Gibson. Solamente se ganó un año sabático del que continúa sin regresar. Todo perdido, incluida la dorada jubilación.
Claro, estamos hablando de otros tiempos y otras circunstancias tanto políticas como administrativas aunque el escenario parezca una película repetida. Los candidatos ejercerán su derecho de pataleo y estirarán la liga. Puede presentarse también el que busque coronar el ideal del doc Gerardo Reyes. La verdad no estamos en tiempos de los pirómanos come lumbre.
Si alguno de los suspirantes que no es el de unidad busca ir más lejos es porque debe portar mejores armas políticas que el susodicho. Será nuestra obligación investigar a fondo si el esquema ya decidido puede ser quebrantado, y desde luego, si puede tener éxito.
Es periodísticamente emocionante el reto aunque a los idealistas no les debe caer nada bien el terapéutico ejercicio.
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En muy chiquitos pero Javier Corral y su muchacho Fernando Álvarez están por repetir el célebre episodio llamado Ricardo Anaya-Damián Zepeda.
No contemplan ellos la realidad político-electoral que les acaba de aporrear a nivel nacional y estatal. Su aspiración no es remolcar del fondo del océano el barco hundido y restaurarlo, sino exclusivamente mantener sus nombres inapelables uno como gobernador del estado, el otro como presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Acción Nacional (PAN).
El grueso de los panistas considera a Fernando el peor de los presidentes que el blanquiazul chihuahuense haya tenido. Cuando hay derrotas brotan las exageraciones y los superlativos, de acuerdo, pero sin agregarle signos de sorpresa ni admiración los meros sucesos no permiten hablar positivamente del trabajo partidista llevado a cabo ni por Corral ni Álvarez.
Ambos tienen planeada la reelección de Fernando al frente del panismo como si fuera sujeto de premio y no de reprimenda. Todos los candidatos que perdieron se le han echado a la yugular por esa pretensión. Ni palabras de aliento recibieron de apoyo, menos recursos. Los que ganaron han señalado a voz en cuello que obtuvieron triunfos por sus propios méritos, sin ayuda alguna de la dupla Corral-Álvarez.
Álvarez Monge es virtual diputado local por la vía plurinominal. Doble agravio para sus críticos internos, pues no únicamente agandalló esa posición, sino que tomará también la coordinación parlamentaria de los diputados panistas en el Congreso.
No a la designación sí a la elección interna, les gritan los panistas al gobernador y a su líder partidario. Oídos sordos la respuesta. Fernando tiene como toda razón de existencia obedecer al patrón Corral y Corral no tiene otro motivo de vida que escucharse a sí mismo y proceder en consecuencia así pierda en elecciones democráticas una y otra vez.

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Manuel Bartlett debe tener algún encanto político especial que subyuga a sus interlocutores así sean los más radicales panistas, los más duros perredistas, los más corruptos petistas o los más obstinados morenistas. Por su humanidad han escurrido los más terribles calificativos... pero ahí está. César Jáuregui, el secretario general de Gobierno, le acaba de asestar uno genial, acaso inspirado en el pan de Julias: “es un político nefasto que se mimetiza donde le conviene. Carece de moral”. Fueron ambos senadores y se conocen meridianamente.
Es Bartlett senador por el Partido del Trabajo. Gana un dineral, más de medio millón de pesos seguramente sin requerirlo pues antes fue gobernador de Puebla, secretario de Gobernación, secretario de Educación Pública, presidente nacional del PRI, donde ganó lo que quiso. Por la patria podría trabajar sin sueldo, si quisiera.
Bartlett fue acusado de operar el supuesto fraude electoral de Chihuahua en 1986 cuando el triunfo fue otorgado a Fernando Baeza y la derrota adjudicada al panista Francisco Barrio; en 1988 fue acusado de dirigir la famosa caída del sistema que entronizó a Carlos Salinas en la Presidencia de la República y ocasionó la derrota de Cuauhtémoc Cárdenas. Es voluminosa su lista de ‘atrocidades’.
El exgobernador poblano ha sido perdonado por todos los agraviados. Será que esos agravios no han sido considerados personales. Javier Corral inclusive marchó tomado de su brazo en alguna manifestación en la Ciudad de México.
Impensablemente Bartlett ahora ha sido trepado a Morena. Fue anunciado como el futuro director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Cuauhtémoc Cárdenas brindó su apoyo y legitimidad a López Obrador en momentos que el hoy presidente electo armaba el rompecabezas final de sus principales cuadros morales de la campaña electoral. Hoy no debe estar muy contento el michoacano.
Las reacciones en contra han sido múltiples, considerablemente más que las habidas con la llegada al equipo morenista de la exmagistrada e inminente secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Es posible que López Obrador soporte la avalancha de críticas pero Bartlett es el inicio del desgaste de su imagen... antes siquiera de tomar protesta constitucional como el nuevo titular del Poder Ejecutivo en el país.
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El caso de Rodolfo Bermejo Rodríguez, director del Instituto Chihuahuense de Infraestructura Física y Educativa (Ichife) es otro botón de muestra sobre la doble vara con la que ejecuta sus sanciones la Secretaría de la Función Pública del Gobierno del Estado.
Desde mediados de 2017 el ultra dhiaco funcionario de Educación fue denunciado por acosar sexualmente a dos empleadas bajo su cargo. Primero fueron ellas despedidas que el individuo en siquiera ser separado de su cargo para llevar a cabo las investigaciones correspondientes.
La primera denuncia fue interpuesta ante el Instituto Chihuahuense de las Mujeres (Ichimujeres) según la confirmación a El Diario por parte de su titular, Emma Saldaña Lobera.
Después las afectadas llevaron su queja a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) quien emitió una recomendación contra el funcionario, dirigida al secretario de Educación Pública, Pablo Cuarón.

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