Opinion

Carta al secretario de Educación

Lourdes Almada Mireles
Analista

2018-07-19

En días pasados, este medio publicó información de Servicios Educativos del Estado de Chihuahua (SEECH) que refleja la situación de la educación en nuestra entidad. La información presentada indica que el porcentaje de estudiantes de secundaria que reprueban el año escolar en nuestro estado es tres veces mayor que a nivel nacional. Durante el ciclo escolar 2016-2017, 13.6 por ciento reprobaron en Chihuahua, mientras en el resto del país el porcentaje fue de 4.9 (El Diario de Juárez, 8 de julio).
Según la nota de Fernando Aguilar, las estadísticas muestran que ocurre algo similar en primaria, “donde el índice de no acreditados es doblemente superior en esta entidad frente a la media nacional”.
La información es más grave si se considera el porcentaje de niñas y niños que no logran ingresar a la secundaria. De acuerdo con el informe de UNICEF sobre la realidad de la infancia y la adolescencia en Chihuahua, del total de alumnos que ingresaron a primaria en la generación 2001-2002, únicamente 71.5 por ciento permanecían dentro del sistema escolar para el ciclo 2011-2012. Es decir que a los 16 años prácticamente el 30 por ciento había sido excluido de la escuela: 12.6 por ciento la había abandonado durante la primaria y otro 5 en el tránsito a la secundaria.
En síntesis, de cada cien niños que iniciaron la primaria en nuestra entidad, únicamente 82 lograron ingresar a la secundaria; otros 11 no concluyeron la secundaria. Al tratarse de promedios, es evidente que hay zonas en las que el porcentaje de adolescentes fuera de la escuela es mucho mayor. Estos datos no son nuevos. Diversos sistemas de indicadores y estudios académicos han mostrado desde hace más de 10 años que los porcentajes de adolescentes fuera de la escuela en Chihuahua son los más altos del país. Se ha mostrado además, en diversos estudios, que la situación de Juárez es siempre más grave que la reflejada por los promedios estatales y nacionales.
Los adolescentes de nuestra cuidad padecen múltiples problemas que requieren ser atendidos con urgencia. Las dificultades para permanecer en la escuela y los altos índices de reprobación tienen causas comunes. En el caso de Ciudad Juárez están directamente relacionadas con las condiciones socioeconómicas y psicoafectivas. Por una parte, condiciones como la pobreza, el hacinamiento y la inaccesibilidad de las escuelas limitan el derecho a la educación. Vinculados a estos factores, se encuentran también otros como la violencia a la que están expuestos y las adicciones. Según diversos líderes sociales, en las zonas del norponiente y el suroriente de la ciudad hay víctimas de homicidio todos los días y cuatro de cada 10 jóvenes que atienden en centros educativos de CASA Promoción Juvenil A.C., tienen problemas de adicciones.
La realidad es cada vez más grave y la actuación de las autoridades sigue siendo sumamente limitada. A dos años del actual Gobierno estatal, no se conoce un plan de acción que lleve realmente a atender el problema. Me cuento entre quienes creyeron que este Gobierno actuaría de manera distinta, con mayor compromiso para abordar las problemáticas que nos aquejan, con prioridad hacia los más pobres. Sin embargo, las respuestas son similares a las de gobiernos anteriores.
Ante la presentación de los datos, que por cierto fueron tomados de sus propias fuentes, la respuesta es la de sorprenderse y desconocer tales realidades. “No me suenan los números”, declaró Judith Soto, subsecretaria de Educación y Deporte en la Zona Norte, cuando se le cuestionó sobre los índices de reprobación.
¿Qué es lo que debe ocurrir para que los gobiernos reconozcan la realidad y “resuenen” con los datos? ¿Qué  debe ocurrir para que asuman su responsabilidad de garantizar el derecho a la educación, reconociendo los profundos déficits y generando acciones y políticas para atender las causas de la deserción y el rezago escolares? Si la crisis de los años pasados no movió las voluntades, ¿cuál fondo habremos de tocar?
¿De qué manera tenemos que participar y exigir los ciudadanos para que la educación se convierta en un derecho real y accesible para todas nuestras niñas, niños y adolescentes? Si no avanzamos en esta materia, difícilmente lograremos construir una ciudad distinta. Transformar la realidad que ahora vivimos requiere el esfuerzo de todos. Tenemos mucho por hacer.

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