Opinion

De pejezombies y pejefóbicos (II)

Sixto Duarte
Analista

2018-07-16

Decía mi amigo David Ramos que irónicamente, López Obrador comenzaba a reivindicar la obra reformista de Peña. Comento esto porque a más de dos semanas de haber ganado la elección, el equipo de López Obrador ha salido a desdecirse de muchas de las posturas que tradicionalmente había abrazado. Primeramente, el próximo secretario de Hacienda señala que habrá ajustes en el precio de la gasolina. Posteriormente, el próximo secretario de Educación ha titubeado respecto a la marcha atrás en la reforma educativa. Luego, Alfonso Romo dice que es improbable una reforma energética. Estas tres posturas son contradictorias con las que tradicionalmente sostuvo López Obrador. De la defensa o crítica de estas posturas se podrá observar el nivel de “doble standard” del pejezombie.
El pejezombie recuerda (o dice recordar) el fraude el 88 en donde el “sistema se cayó” y supuestamente le robaron la elección a Cuauhtémoc Cárdenas, pero acoge en su seno morenista a Manuel Bartlett, el arquitecto de ese supuesto fraude.
El pejezombie estaba fúrico porque hace tres años Carmen Salinas había sido incluida por el PRI como candidata a diputada plurinominal, pero fue a votar por Sergio Mayer para diputado. Los dos tienen derecho a aspirar a un cargo representativo, pero para el pejezombie, nada más Mayer tiene derecho, pues es integrante de Morena.
El pejezombie defiende la inclusión de Napoleón Gómez Urrutia como candidato al Senado (en flagrante violación a la Constitución), pero criticaba al mismo personaje cuando era miembro del PRI, y hasta lo linchaba cuando huyó del país.
El pejezombie atacaba a personajes como Germán Martínez cuando presidía el PAN, o Gabriela Cuevas cuando pagó la fianza para que López Obrador no pisara la cárcel cuando en 2005 se dio el desafuero. Ahora, integra a estos personajes y celebra con ellos la victoria.
El pejezombie siempre ha atacado posiciones ideológicas radicales de ultra derecha, como las de Manuel Espino o el PES, pero ahora, Manuel Espino y el PES no son tan malos pues apoyaron a López Obrador.
Para el pejezombie, Nestora es una luchadora social, no una secuestradora “pues no ha sido juzgada”. En cambio, cualquier exgobernador del PRI es un criminal, a pesar de no haber sido debidamente juzgado. Para el pejezombie no importa que Nestora sea ciudadana norteamericana, pero sí importaba que Juan Camilo Mouriño fuera ciudadano español.
En el caso de las quimioterapias de agua destilada en Veracruz, se realizaron diversos dictámenes por parte de la Cofepris y ninguno concluye que la acusación vertida por Yunes sea real. El pejezombie está consternado por ese acto criminal por parte de Javier Duarte, pero olvida que Javier Duarte es afín a López Obrador, pues se ha acusado al exgobernador de financiar el proyecto de AMLO, situación que lo habría puesto en mala posición frente al poder federal.
El pejezombie ha insultado a cuanta persona no piense como él. Pero que a nadie se le ocurra tocarles al “mijis”, porque se ponen violentos.
El pejezombie argumenta que se tendrá una primera dama (que no le gusta ese título) muy preparada académicamente, y la contrastan con Angélica Rivera. Para el pejezombie, la preparación académica parecería ser prioritaria, pero olvida dos cosas: que no se eligió a Beatriz Gutiérrez, y que López Obrador tardó catorce años en terminar la universidad. ¿Es o no es entonces importante la formación académica?
Por otro lado, el pejefóbico ha evidenciado su profunda intolerancia y actitud discriminatoria a partir de los resultados del 1 de julio. Son diversas las expresiones que ha vertido en contra de López Obrador, su familia, e incluso sus seguidores. De nacos, corrientes, y otras expresiones que evidencian un profundo desprecio por el semejante, no han bajado a López Obrador, y a sus simpatizantes.
El pejefóbico se ha burlado del hijo menor del presidente electo, llamándolo de diversas formas, y haciendo mofa del color de cabello que el niño utiliza. Esta actitud evidencia la carencia de argumentos de la sociedad, al momento de opinar sobre la “res pública”. El pejezombie tiene razón en estar molesto por los insultos vertidos a López Obrador y su familia, mas es incongruente, pues el pejezombie lleva años insultando a Paulina Peña. Un ejemplo más del doble discurso de los fanáticos de la política.
Sé que se podrá decir que este artículo generaliza y se funda en estereotipos respecto de un segmento de la población. Probablemente así sea, pero la pregunta entonces es, ¿se ha dicho aquí alguna mentira?

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