Carlos Murillo
Abogado
Me encuentro en Berlín, Alemania, por un programa de intercambio académico y cultural organizado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y el Internationaler Arbeitskreis e.K. (IAK), donde participa un grupo multidisciplinario de alumnos y activistas que vienen a conocer la realidad alemana y reflexionar sobre distintas temáticas relacionadas con Juárez.
En esta primera semana hay varias visitas y entrevistas. Entre lo más destacado que ocurrió, está una primera lectura de la ciudad desde la gentrificación que se puede observar en algunos barrios, los memoriales a las víctimas del nacional-socialismo, el recuento de la Alemania postcolonial contado por un activista africano y una entrevista con los coordinadores de Transparencia Internacional para Latinoamérica. En un resumen apretado, expondré algunos resultados y los puntos de conexión que encontramos con Ciudad Juárez.
Berlín es una de las ciudades con mejor calidad de vida en el mundo. A pesar de su historia compleja y la multiculturalidad, ha logrado crear una infraestructura urbana que promueve el uso de las bicicletas y un eficiente transporte público que permite el desarrollo de una abundante vida cultural y bohemia; la fuerte economía local de negocios pequeños y las políticas públicas de protección al medio ambiente son elementos destacados; la seguridad en las calles y ser la capital más barata de Europa, entre otras características, hacen de Berlín un atractivo lugar para visitar y para vivir.
Sin embargo, la globalización económica también tiene daños colaterales, mucha gente quiere vivir aquí, así que el precio de la tierra aumenta y la oferta inmobiliaria de vivienda de lujo también se incrementa.
En un edificio donde viven 20 o 30 familias, de un día para otro llegan inversionistas (muchas veces inmobiliarias transnacionales que vienen de Estados Unidos) y los compran, después suben la renta hasta el punto en que -esas familias- terminan abandonando su casa para buscar otro lugar donde vivir en los suburbios, porque son más baratos. Las inmobiliarias los remodelan y los convierten en edificios de lujo. Este proceso se conoce como gentrificación y está ocurriendo en algunas zonas, donde edificios que eran considerados de interés social se convierten en departamentos de lujo de la noche a la mañana. Esto le niega la posibilidad a una familia de bajos ingresos de disfrutar de ciertas zonas de Berlín.
En Juárez el manejo del desarrollo urbano es un problema de todos, desde los asentamientos que están en alto riesgo en las colonias marginadas del poniente, hasta los miles de afectados de clase media por la mala planeación en los fraccionamientos que rodean la calle Valle del Sol, por mencionar dos ejemplos. Estas prácticas de favorecer a líderes de colonos para asentar familias en zonas inhabitables por el clientelismo y –por otro lado– permitir a los empresarios que desarrollen fraccionamientos y parques industriales atendiendo solamente a los intereses económicos, es una forma de obtener un beneficio ilegítimo del mercado inmobiliario, como el caso de la gentrificación en Berlín. La sociedad debe participar en estos procesos para evitar injusticias.
Por otro lado, el uso de las bicicletas y el eficiente transporte público es otra característica de Berlín, esa práctica permite el cuidado del medio ambiente, porque reduce el uso de los vehículos particulares. En ese sentido, Juárez está a años luz de tener un transporte público de esta calidad, a pesar de ser un polo de desarrollo económico, Juárez es un municipio pobre y castigado en cuestión de presupuesto.
Durante la visita a la ciudad, conocimos el memorial a las víctimas que tenían alguna discapacidad y que fueron asesinados por el régimen nacional-socialista. Los familiares de las víctimas y los activistas lograron que este memorial al aire libre fuera construido cerca del centro de Berlín apenas en 2014, así como este, también hay otros memoriales a los judíos, a los gitanos, a los homosexuales y a los políticos socialdemócratas, todos ellos perseguidos por el nacional-socialismo.
Estos memoriales permiten mantener vivo el deseo de no repetición y que no desaparezca de la memoria colectiva un hecho tan doloroso. En Berlín, las heridas también están en las calles, en las paredes, en los edificios, en lo que queda del muro de Berlín, la ciudad muestra esas heridas que representa la muerte de millones.
En Ciudad Juárez también hay memoriales, algunos impuestos por la sociedad civil y otros por el mismo Gobierno (en cumplimiento con las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos) estos memoriales recuerdan a las víctimas de la violencia. Finalmente la condición humana así es, en todos lados hay quien decide causarle daño a otro, pero en definitiva debe haber más memoriales, es plausible que existan memoriales a las víctimas de Villas de Salvárcar o el Campo Algodonero, pero no deben ser los únicos, hay cientos de víctimas más que deben ser recordadas en el espacio público para evitar el olvido.
Una de las visitas más interesantes fue con un activista de Tanzania que nos platicó sobre la Alemania postcolonial, nos explicó que en la época en que los países europeos invadieron otras regiones para instalar colonias en América, Asia y África, los alemanes no se quisieron quedar atrás y lograron invadir dos regiones de África.
Como sucedió en todo el mundo, los países colonizadores saquearon las riquezas de los países colonizados y esclavizaron a sus habitantes, cientos de miles de africanos fueron llevados a Europa como mano de obra e inclusive participaron en la Primera Guerra Mundial como auxiliares de los alemanes.
Los activistas africanos en Berlín han luchado por que el Gobierno alemán se disculpe y que no se pierda en la memoria este hecho para que no se repita. Hasta ahora han tenido logros pequeños, como cambiar el nombre de una calle y, con sus propios recursos, instalaron un memorial para las víctimas. Su lucha continúa más de cien años después.
Finalmente, esta semana estuvimos en las oficinas de Transparencia Internacional, donde se promueven acciones contra la corrupción y se evalúa a los gobiernos a través de varios instrumentos, uno de ellos –el más famoso– es el Índice de Percepción de Corrupción, donde México aparece en los últimos lugares. Nos explicaron la complejidad de estas mediciones, así como los puntos favorables y las principales críticas.
La corrupción es un fenómeno muy complejo, pero ellos están haciendo un esfuerzo por cambiar la realidad de países como el nuestro, en esa labor es clave la sociedad civil y la prensa, porque finalmente son quienes, con su participación, logran que las autoridades se sientan observadas y, con ello, se logra reducir la corrupción, una charla muy interesante con quienes diseñan e implementan las iniciativas de un organismo internacional. Más de esto se necesita en Juárez.
Además de las entrevistas, las diferentes lecturas que puede tener la ciudad de Berlín enriquecen la experiencia, todos los que estamos aquí queremos un mejor Juárez y hemos concluido que venir a otra ciudad nos permite conocernos mejor, para poder cambiar.