Javier Cuéllar
Abogado
Como lo advertimos en una entrega pasada, en las elecciones del día 1 de julio el abstencionismo fue derrotado despertándose un gran interés ciudadano por acudir a las urnas, aunque el resultado de las elecciones no agradó a muchos porque el voto ciudadano casi refundió en el ostracismo los dos partidos políticos principales del sistema político mexicano y a dos que tres partidos políticos parasitarios que únicamente son vividores de los apoyos imaginarios que supuestamente le daban a los partidos mayoritarios como el PRI y el PAN. La contienda electoral ha pasado y ahora lo que sigue es el cumplimiento de las muchas promesas que los candidatos ganadores hicieron durante la campaña, y la atención se centra en lo prometido por AMLO.
Cumplir todo eso va a ser muy difícil y lo que se escucha entre el electorado es que la mayoría de las promesas vertidas por el principal candidato ganador de las elecciones no serán cumplidas y, como siempre, el pueblo se quedará con un palmo de narices. Por lo pronto el precio de la gasolina no bajará según ellos hasta dentro de tres años… ¡Lástima, Margarito! Y así se espera que suceda con la mayoría de las promesas de campaña, que fueron sólo eso, promesas que no estaban aterrizadas en la realidad y que perseguían solamente engañar al electorado para conseguir su voto de momento. Bien nos dice Winston Churchill: “Nunca se miente tanto como en la guerra y durante las elecciones”. Ya veremos que si las cosas no han cambiado es porque siguen igual.
Existen algunos detalles en los que un cambio sí es posible, pero deberán adoptarse decisiones lógicas de economía doméstica familiares a cualquier ama de casa. La norma fundamental nos la da Benjamín Franklin, que nos dice: “El secreto de la riqueza se encuentra más en el gastar que en el ganar”, y ahí es donde el nuevo Gobierno deberá enfatizar decididamente su acción.
Reducir gastos en el Congreso
En una junta con sus correligionarios Andrés Manuel López Obrador les ha pedido que tanto los diputados como los senadores se reduzcan sus sueldos, y ese es un tímido paso en el sentido correcto, pero la solución debe plantearse más a fondo. En forma derrochadora el Poder legislativo de la República adopta un sistema bicameral que resulta sumamente costoso y además existen unos 200 diputados plurinominales que no representan a nadie y que abultan excesivamente la nómina del Congreso. De entrada el Senado no necesita reducirse sus sueldos, lo que necesita es desaparecer. Para realizar la labor legislativa no se requiere para nada una Cámara de Senadores que sólo abulta el trámite y que en realidad poco o nada aporta al proceso legislativo, así es que todos estos senadores deben ser eliminados de la nómina de un solo plumazo.
Por lo que respecta a la Cámara de Diputados es evidente que son excesivos los 500 diputados que actualmente la conforman. Para comenzar deben ser eliminados de un solo golpe los 200 diputados plurinominales que actualmente existen y que violan el principio democrático de la representación, porque a nadie representan, nadie votó por ellos y están cobrando un jugoso sueldo sin cualidad representativa alguna. En ese punto y sin rebajarles el sueldo, nos ahorraríamos casi la mitad del presupuesto de la Cámara de Diputados, que es una millonada que sólo se usa en endulzarles la vida a una recua de holgazanes que nada útil aportan a la vida nacional. Son parásitos de alto copete unos y otros, diputados y senadores que sólo viven a costillas del presupuesto.
Lo mismo sucede con el Poder Judicial. Los ministros de ese alto tribunal y muchos de sus empleados devengan sueldos millonarios que con salarios y prestaciones llegan a alcanzar el millón de pesos mensuales, que son totalmente inmerecidos puesto que su trabajo no vale tanto, vamos ni siquiera la mitad. Con unos 50 mil pesos mensuales estarían sobradamente pagados y hasta nos saldrían debiendo. ¿Para qué quieren tanto dinero? Algunos ya están muy enfermos, lo que realmente necesitan es un buen servicio médico en el ISSSTE. Lo único que pasa es que se convierten en presas suculentas de algunas meretrices y algunos vividores que ven en su explotación un modo de vida poco edificante. Al Poder Judicial completito debe rebajárseles sus sueldos a niveles razonables porque ahí se dilapidan muchos recursos hasta con algunas secretarias que cobran como gerentes de banco sin hacer otra cosa que mecanografiar muy mal.
Si existen muchos rubros en los que se puede ahorrar mucho dinero para pagarles el doble de la miseria que se da actualmente a nuestros adultos mayores de 65 y más. Pero si no se ajustan esos gruesos cinturones de dispendio que existen en la casta dorada gubernamental, no habrá para darles ni cien pesos a nuestros viejitos indigentes.
El Ejército y las policías tienen sueldos razonablemente justos, es una deshonestidad comprar su lealtad con mayores estipendios, si realmente tienen un ápice de patriotismo deben ser leales por sí mismos y por su honor, no por un puñado de billetes. Por su parte debe premiarse su honestidad con estímulos y promociones pero no con puerco dinero que ni siquiera tenemos.
El peligro de que la Gendarmería y los militares serán corrompidos por las bandas de narcotraficantes se conjura de un solo golpe, legalizando el uso de las drogas tal y como se está haciendo en la mayoría de los estados de la Unión Americana. ¿Qué caso tiene proteger de las drogas la frontera de los Estados Unidos cuando ellos son los primeros que están legalizando su trasiego? ¿Qué caso tiene realizar nosotros un gran sacrificio en recursos y vidas humanas para combatir a las mafias del narcotráfico cuando en Estados Unidos poco o nada se ataca a las grandes corporaciones del narco negocio? ¿Por qué nos hemos de gastar millonadas en mantener en la cárcel a una serie interminable de adictos que mejor debieran estar bajo tratamiento contra sus adicciones? ¿Por qué nos hemos de gastar tantos esfuerzos y recursos en frenarles a ellos la inmigración de centroamericanos y sudamericanos cuando ellos debieran de construir a su costo su muro y todo lo que se les ocurra para detener su inmigración ilegal? En todas estas cosas se ha realizado un derroche irracional que ha contribuido enormemente a la quiebra del Estado mexicano.
La contrarreforma educativa
Dar marcha atrás en la reforma educativa va a implicar reintroducir al gremio magisterial toda la enorme corrupción que implica la maestra Elba Esther Gordillo y toda la banda de aviadores, comisionados y renteros que abundan en el SNTE. La quiebra de la SEP será más grave porque con el apoyo de López Obrador nadie podrá detenerlos. La lucha contra la corrupción en la Secretaría de Educación será una quimera y el problema se agravará dando al traste con el escaso nivel educativo que se había recuperado. La pose de campaña es demagógica y contraproducente. Los estudiantes pagarán un alto precio con su ignorancia y mala preparación, y los maestros seguirán siendo el gremio y el sindicato más corrupto de América Latina rivalizando solamente con el sindicato de PEMEX. La regeneración del proceso educativo en México será una quimera cruel y lastimera.
PEMEX no tiene remedio
El problema de corrupción que implica PEMEX no tiene solución. ¿Para qué construir refinerías? ¿Para qué si mucha de la gasolina y diésel que se produce se lo roban muchos de los empleados de la propia PEMEX sobre los que pesa el estigma de huachicoleros? Lo único que debe hacerse es vender PEMEX, a ver quién quiere comprarnos una empresa plagada de rateros y empleados flojos y corruptos con un sindicato que más parece una cueva de ladrones que otra cosa. Lo más sano sería que varios accionistas y propietarios privados adquirieran esa empresa y que como sus dueños cuidaran sus activos y propiciaran su progreso, porque en manos de los políticos mexicanos y del sindicato petrolero las finanzas de la empresa han sido un desastre por tanta pillería de que ha sido víctima, porque PEMEX se hizo para robar, no para trabajar.
La inseguridad: el problema toral
Pero al margen de las promesas sin cuento ni cuenta que hicieron todos los gobernantes electos en los pasados comicios, tendrán que lidiar con el problema más grave que afronta toda la nación mexicana y especialmente Ciudad Juárez: la inseguridad y la gigantesca ola de asesinatos que está hundiendo a la nación en un baño de sangre, y lo que todos tememos es que no se ve que tengan ni siquiera un plan medianamente diseñado para confrontar a toda esta delincuencia que azota a los mexicanos.
Si estos nuevos gobiernos lograran restablecer el orden constitucional y la paz pública en niveles razonables daríamos por cumplidas todas sus promesas y se erigirían en el mejor Gobierno que hubiera conocido el país en los últimos tiempos. Este objetivo es vital para ellos y para todos. La República no puede vivir en medio del caos que nos plantea diariamente la delincuencia organizada y desorganizada. Tenemos que darles el beneficio de la duda y estar atentos al desempeño de estas nueva camarilla de políticos priistas de nuevo cuño para evaluar su desempeño en un tiempo razonable. Los primeros cien días serán cruciales y no podemos más que desearles toda la buena suerte del mundo para beneficio de la patria. Esa es la gran esperanza de México.