Opinion

La paternidad en la derrota y la victoria

Francisco Ortiz Bello
Analista

2018-07-14

El triunfo rotundo y contundente de Andrés Manuel López Obrador en la pasada contienda electoral del primer domingo de este mes ha dejado regueros de heridos y muertos por todo el país, políticamente hablando por supuesto. Pero también ha generado ya una serie de reclamos y verdaderos atracos en cuanto a la paternidad de las victorias, porque como bien sabemos, la derrota es huérfana.
Esta inédita condición de triunfo para Morena en todo el país, ha provocado que cientos de liderazgos por todo el territorio nacional se asuman como los artífices de la victoria, como decía al inicio, reclaman la paternidad de un triunfo contundente en cada uno de los estados de la República. Todos sabemos bien que no es así. Y menos aun en los estados del norte del país.
El liderazgo y posicionamiento de López Obrador en el centro y sur de México era algo bien sabido desde hace mucho tiempo. Los 15 millones de votos que obtuvo en la elección presidencial de 2006 y que repitió en la de 2012, son la mejor prueba de que su “clientela” política siempre se mantuvo fiel a la causa a pesar del paso del tiempo, pero sobre todo que estaba perfectamente bien ubicada en esa región de nuestro país.
Los seis estados que conforman el extremo norte de México, más Durango y Zacatecas, siempre fueron para el tabasqueño territorio indómito. En general, estos ocho estados se mostraban renuentes a las tendencias de la izquierda mexicana, fuera con López Obrador o con quien fuera. Con la excepción de Zacatecas, en donde Amalia García gobernó de 2004 a 2010 bajo las siglas del PRD, y luego entregó la estafeta al también perredista Ricardo Monreal, a punto de convertirse pronto en flamante coordinador de las huestes de Morena en el Senado, en donde a pesar del signo perredista del Gobierno, las alcaldías y el Congreso se mantuvieron bastante divididos entre PAN, PRI y PRD. El territorio norte de la nación, pues siempre había sido un galimatías para AMLO.
Pero dejó de serlo. Y gracias al liderazgo local y regional de prominentes morenistas norteños, incluidos perfiles empresariales y de marcada influencia social, desde hace al menos cuatro años, es que inició la “conquista” del norte de México, con los resultados que hoy podemos ver.
Por eso vale la pena analizar este fenómeno político y social que cambió el panorama político de toda una región, que parecía impenetrable para la izquierda mexicana. Sin olvidar por supuesto que, en muy buena medida, los principales responsables del hartazgo y enojo social fueron los partidos gobernantes en esa zona del país, PAN y PRI, cuyos gobiernos se vieron envueltos en escandalosos casos de corrupción, desvío de fondos, abuso del poder y otros similares, además de un total abandono a las causas sociales más sentidas y urgentes lo que terminó por echar en brazos del tabasqueño a toda esa gente dolida y maltratada por gobiernos ladrones, corruptos e insensibles. El caldo de cultivo perfecto para la revuelta social, pacífica pero revuelta al fin.
Pero también hubo un trabajo de filigrana que favoreció aun más la penetración de Morena, al menos en Chihua-hua, y que terminó por vencer las barreras ideológicas de los norteños.
Luego del resquebrajamiento del PRD a la salida de López Obrador, desde 2012 iniciaron los trabajos de conformación de lo que sería Morena. Ya para 2013 existía una estructura formal, cuyo primer Comité Ejecutivo Nacional estuvo a cargo de Martí Batres.
En ese Comité participaron también la chihuahuense Bertha Luján como secretaria, Tomas Pliego en Organización, Paco Ignacio Taibo en Cultura, Bernardo Bátiz, Francisco Ortiz Pinchetti, Clara Brugada, Jesús Martin del Campo y el juarense Juan Carlos Loera de la Rosa.
Precisamente fue Juan Carlos Loera de la Rosa, como encargado de la cartera de Mexicanos en el Exterior quien, entre 2012 y 2015, conforma los primeros comités de base de Morena en ciudades como El Paso, Nueva York, Chicago, Denver, Nuevo México, Los Ángeles y otras más de Estado Unidos. Pero no sólo eso, también llevó a Andrés a Manuel a visitar los comités de base conformados por él en Francia, Londres, España y Alemania. Todo con trabajo y recursos propios.
Simultáneo a ese trabajo, en 2013, ese primer CEN de Morena trabajaba a marchas forzadas para cumplir con los requisitos marcados por el entonces IFE, para alcanzar el registro como partido político nacional, mismo que alcanzaron satisfactoriamente en octubre de 2014.
Mientras tanto, en Chihuahua y de forma paralela a la conformación de comités de base en el extranjero, el mismo Juan Carlos Loera de la Rosa decide iniciar una muy agresiva estrategia territorial: la entrega del periódico “Regeneración” y la conformación de más comités de base en las colonias de Juárez. Fue así que, en compañía de un puñado de amigos y seguidores, Loera de la Rosa inicia la “conquista” de los juarenses para Morena.
Aquel primer equipo de trabajo estuvo conformado por Ana Carmen Estrada, Elizabeth Guzmán, Ulises García, Helem García, Leticia Ortega Máynez, Xóchitl López así como Gustavo de la Rosa y Sergio Loera de la Rosa. Ese fue el pequeño equipo inicial que, con el paso del tiempo, se multiplicó notablemente pero ellos empezaron el incansable trabajo de “misioneros” que llevaban la palabra de Morena, y de Andrés Manuel, hasta el último rincón de Ciudad Juárez.
Desde esos tiempos, hablando de 2014 a 2016, Loera de la Rosa contó siempre con el apoyo decidido de la diputada federal Ariadna Montiel, ya que a partir del 2016 el reclutamiento de militantes para Morena –ya con registro como partido político nacional– y la conformación de comités de base, se disparó a pasos agigantados.
Es entonces cuando Juan Carlos Loera recibe el apoyo de Mario Alberto Saldaña en Nuevo Casas Grandes, de Marcelino Gómez en la capital Chihuahua, de Pablo Leos en Cuauhtémoc, de Fernando Duarte en Parral y de Omar Holguín en Delicias, con lo que su trabajo de organización, adoctrinamiento y reclutamiento se intensifica durante esos dos años.
Entre 2016 y 2017 se multiplican las visitas de López Obrador al estado gracias al intenso activismo de Loera de la Rosa y su equipo, así como a la gestión y organización del chihuahuense Rafael Espino, quien todo el tiempo estuvo muy cerca a Alfonso Romo, hoy virtual jefe de la Oficina de la Presidencia de la República.
Visitas individuales a la capital del estado, a Ciudad Juárez, a Delicias, a Jiménez, a Camargo, a Cuauhtémoc y luego pequeñas giras a tres o cuatro ciudades para concluir con la que sin duda alguna fue la “gira estrella” de Andrés Manuel por suelo chihuahuense, 10 ciudades en 8 días, principalmente por la zona serrana de la entidad, Jiménez, Guerrero, Namiquipa, Ciudad Madera, Saucillo, Guadalupe y Calvo, entre otras. Periodísticamente me tocó cubrir toda esa gira completa y desde entonces, por lo que advertí, lo había venido diciendo: el fenómeno López Obrador hizo efecto en Chihuahua y pocos lo creyeron.
Por cierto, es conveniente destacar que es precisamente en esa gira por Chihuahua, donde López Obrador hace por primera vez su propuesta de becas para los jóvenes, de estudio y laborales, con el lema “Becarios sí, sicarios no”, a propósito de las condiciones de los jóvenes en la Sierra chihuahuense.
Por eso ahora que, desenfadada y cómodamente, los recién llegados a Morena pretenden adjudicarse triunfos o méritos, vale la pena decirlo: subirse a la ola del tsunami en la cresta más alta, no tiene ningún mérito. Acaso el haber olfateado a tiempo el triunfo del tabasqueño, pero nada más.
Muchos de los candidatos de Morena que obtuvieron triunfos ni siquiera campaña hicieron. Al menos no como sí las hicieron los contendientes de otros partidos y fuerzas políticas. Bien por falta de recursos, de equipo, de creatividad o ingenio, pero no hicieron campaña. Ganaron claramente por el fenómeno López Obrador.
Chihuahua capital es el mejor ejemplo de lo que menciono. A pesar del posicionamiento y fuerza de Morena, no pudieron vencer la hegemonía política de la panista Maru Campos. La Presidencia Municipal de Juárez es otro buen ejemplo, el candidato ganador de la coalición, el neomorenista Javier González Mocken ganó apenas por 981 votos de diferencia, un escaso margen de 0.20 por ciento, dos décimas de punto porcentual que quedaron muy lejos de las cifras arrasadoras en otras candidaturas.
Honor a quien honor merece. Los buenos resultados de Morena en Chihuahua tienen nombres y apellidos que aquí hemos consignado además, por supuesto, del de Andrés Manuel López Obrador.

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