Opinion

Imperativo que se devuelva todo lo robado

Benito Abraham Orozco
Analista

2018-07-14

Una vez pasadas las elecciones del 1 de julio, y aminorados en gran medida los enconos provocados en la disputa electoral, ahora corresponderá a los diferentes actores político-electorales buscar la reconciliación que tanto nos ha lastimado en múltiples ámbitos.
Para tal propósito, indudablemente se requiere de un buen entendimiento con y entre la clase política y empresarial, pues finalmente ellos son quienes influyen preponderantemente en el rumbo económico del país. En sus manos se encuentra el ofrecer a la sociedad las condiciones adecuadas para su bienestar.
Seguramente también se buscará la distensión con las cúpulas de otros sectores que igualmente se encuentran resentidos por las posturas adoptadas en el transcurso del proceso electoral ya concluido, pues los agravios vertidos desde las precampañas no fueron menores. En otras palabras, “se dieron con todo”.
No obstante, la reconciliación principal debe ser con el pueblo en general, pues es éste quien ha padecido los estragos de las enquistadas corruptelas que a diestra y siniestra se han venido cometiendo con el erario. Es quien ha tenido que lidiar con el desprecio de funcionarios públicos nefastos, que sólo se han interesado en medrar para beneficio propio y de sus familias.
Hace aproximadamente un año, en el artículo “Hablando de corrupción: ¿qué tal un borrón y cuenta nueva?”, propuse que ante la coyuntura de hartazgo de la sociedad, y ante el cambio de Gobierno federal y gobiernos estatales –en algunas entidades- para el presente año, sería pertinente ir pensando y diseñando un borrón y cuenta nueva en materia de corrupción (entre otras medidas para sacar adelante a nuestro país), empezando de cero en el marco de una amnistía en la que, aquellos servidores o exservidores públicos, empresarios, particulares, etc., que sean o hayan sido corruptos, confiesen y devuelvan todo lo adquirido o condonado indebidamente, sin que posteriormente les sean perdonados delitos que no hayan dado a conocer en esa oportunidad única.
De ser devueltos esos miles de millones de dólares de los que actualmente están disfrutando un sinnúmero de “respetables” personajes de la vida nacional, estatal y municipal, y se reintegraran a la sociedad en hospitales, medicinas, escuelas, carreteras, presas, viviendas verdaderamente dignas, transporte público eficiente, tractores para el campo, fuentes de empleo, becas, etc.; esa sería la mejor manera de reconciliarse con el pueblo. Ese sería un verdadero acto de justicia para nuestra lastimada patria.
¿Cómo concebir a un trabajador que carece de lo necesario para ofrecerles a sus hijos educación, vestido, alimentación, esparcimiento, etc., mientras los corruptos ofrecen a sus vástagos carros de lujo, viajes suntuosos, educación en costosos colegios, entre otros beneficios?
¿Será justo que mientras una humilde ama de casa busca ofertas que puedan permitirle vestir modestamente a su familia, las emperifolladas “damas de sociedad” acudan a tiendas de lujo en el país o en el extranjero a adquirir ropa de diseñador con el dinero que es de todos? ¿Por qué permitir que esos sátrapas se queden con lo que tanto le ha costado al pueblo?
Para verdaderamente redimir a los mexicanos, es imprescindible que se les devuelva todo lo que les pertenece, considerando seriamente ese borrón y cuenta nueva. 

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