Opinion

Los riesgos de una 'presidencia imperial'

Javier Cuéllar
Abogado

2018-07-10

Los resultados del pasado proceso electoral, donde el Movimento de  Regeneración Nacional (Morena) arrasó con prácticamente todos los puestos de elección popular en disputa a todo lo largo y ancho del territorio nacional, son preocupantes, pues en muchos modos equivale a entregarle a Andrés Manuel López Obrador un cheque en blanco; además de la Presidencia de la República, va a controlar las Cámaras de Diputados, Senadores, la mayoría en todos los congresos locales, las presidencias municipales de los ayuntamientos de casi toda la República y demás posiciones políticas colaterales, por lo que este solo hombre va a ejercer un poder tan ilimitado que se antoja absoluto.
Ahora vamos a tener la desgracia de conocer al verdadero AMLO y a los diversos grupos que llegan con él al poder, porque bien nos lo dijo Abraham Lincoln: “Casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder”, y es muy conocido que el poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe absolutamente. Puede resultar relativamente fácil convertir toda esa autoridad recibida en las urnas en un poder arbitrario ejercido al margen de la ley, porque ahora ésta camarilla tiene la facultad de cambiar la ley a su antojo y legalizar su mando. “El poder arbitrario constituye una tentación natural para un príncipe, como el vino o las mujeres para un hombre joven, o el soborno para un juez, o la avaricia para el viejo, o la vanidad para la mujer”, Jonathan Swift.
La única esperanza del pueblo de México de que la camarilla de políticos que en breve tomará el poder tenga una oposición, va a recaer en el periodismo libre que pueda ejercer una crítica razonable a los actos del futuro gobierno, contra la cual el nuevo mandatario electo ha demostrado tener una intolerancia malsana según se puede colegir de su crítica a los simples comentarios del historiador y periodista Enrique Krauze y ampliamente reseñados por la revista Siempre en su número 3393 página 6 y siguientes, donde se apunta que López Obrador ejercerá una Presidencia de corte imperial, sin límites ni contrapesos. El temor de Enrique Krauze y otros pensadores como Gabriel Zaid y Beatriz Pagés se ha convertido en una preocupante realidad.
Con este carro completo entregado por el pueblo de México a las huestes de Andrés Manuel López Obrador y su emergente grupo dominante, no tendrán impedimento para cumplirlas pero tampoco tendrán un pequeño poder que lo espete a cumplirlas, y es evidente que muchas de las promesas de campaña son contradictorias y excluyentes entre sí, algunas de ellas entre sí mismas y la realidad objetiva. El país tendrá que reinventarse desde sus cimientos y esto sólo tiene un pronóstico dictatorial. Al final creo que el criterio que prevalecerá en las diversas camarillas de políticos que tomarán el mando en breve al lado de AMLO, será su ambición por obtener bienes materiales y nunca el bien común, porque “los hombres, tal como son, se inclinan por naturaleza a ir en pos del dinero o del poder, del poder porque vale tanto como el dinero”, Ralph W. Emerson.
Creemos que la intención del pueblo de arrancar del gobierno a una pandilla de políticos arrellanados en sus puestos, fue sanear la función pública y no substituir a esos políticos ladrones por otros políticos ladrones y hambrientos que lleguen a cometer las mismas tropelías que los anteriores, sólo que ahora amparados por un poder absoluto y abusivo. López Obrador ha dulcificado su discurso para con los empresarios, pero esa miel puede ser sólo una refinada hipocresía porque él y mucha de la gente que lo sigue son enemigos jurados del capitalismo y de los empresarios a los que se les han unido una parvada de políticos ladrones que proceden de partidos corruptos hasta los tuétanos. Una fórmula nada halagadora: tiranos y codiciosos. ¡Que Dios nos agarre confesados!

X