Opinion

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Yuriria Sierra
Analista

2018-07-06

Ciudad de México.- Se anunció el primer (y dice él, único) ajuste en el gabinete propuesto por AMLO en campaña: ya no será Héctor Vasconcelos quien ocupe la Secretaría de Relaciones Exteriores, sino Marcelo Ebrard. El embajador ocupará un escaño en el Senado, con la mirada puesta en la Comisión de Relaciones Exteriores, que trabaja en conjunto con la Cancillería. Vasconcelos en el Senado, Gabriela Cuevas en la Cámara de Diputados. Lo dijo Andrés Manuel López Obrador en una conferencia convocada el jueves al mediodía. Ebrard, por su parte, será el puente en esa relación hoy tan áspera con Estados Unidos.
Ya hay señales de que se busca completar el trabajo que ha realizado Luis Videgaray en los últimos meses. Y no sólo él, también el equipo negociador del TLCAN. México y Estados Unidos, nuestra relación bilateral más importante no atraviesa su mejor momento, pero la actual Cancillería ha contenido lo que pudo ser una catástrofe. México sigue estando en el radar del gobierno de Donald Trump y, con sus reservas, el diálogo sigue como principal vía de comunicación. El siguiente paso será esperar a que el exjefe de Gobierno nombre a sus colaboradores y subsecretarios, porque ellos también serán eslabón para fortalecer la relación y enfrentar sus retos; ¿quién será subsecretario para América del Norte? Por ejemplo.
Durante su gestión en la CDMX, Ebrard logró buenas relaciones al exterior, tanto así que a su salida se fue como presidente de la Red Global de Ciudades Seguras de la ONU; es buen conciliador. Trump envió un mensaje a AMLO la misma noche del 1 de julio; al día siguiente charlaron por más de 30 minutos. Hay disposición. Marcelo es, sin duda, el mejor hombre de López Obrador para enfrentar ése y los cada vez más sorpresivos retos de un mundo que no deja de presentar inesperados escenarios desde hace un par de años.
Y en otros temas, quienes abusaron al expresar su disposición fueron los empresarios que aparecieron el jueves en un video y donde sacan bandera blanca al próximo gobierno. Luego de un exitoso primer encuentro con el Consejo Coordinador Empresarial, el jueves amanecimos con un nuevo mensaje (a todas luces innecesario). Carlos Danel, de Gentera; Antonio del Valle, de Grupo Kaluz; José Antonio Fernández, de Femsa; Daniel Servitje, de Grupo Bimbo, entre otros, le “tendieron” la mano a Andrés Manuel López Obrador, aunque éste la había estrechado ya un día antes con Juan Pablo Castañón. Innesario.
En un video de dos minutos, este grupo de empresarios envió un mensaje que poco se parece a lo que expresaron sobre AMLO durante la campaña. Lejos quedaron sus correos institucionales donde hablaban de la prosperidad alcanzada en los últimos años y la necesidad de asegurar ese mismo rumbo, como lo hizo Aeroméxico. Ahora todo es futuro, como debió ser siempre, pero tuvo que pasar el 1 de julio para que lo notaran. Un mensaje innecesario cuando el trazo de la reconciliación se hizo la noche del domingo mismo con el mensaje dado, por separado, por José Antonio Meade, Ricardo Anaya, Lorenzo Córdova, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Los personajes que tenían que hacerlo.
Los empresarios habrán entendido que una victoria electoral con más de 52 por ciento de los votos vale más que cualquier capital. Para su mala suerte, AMLO no dio acuse de recibo. Para él, la controversia con ellos quedó en campaña. Así lo demostró el miércoles, aunque parece que aquellos debían sacudirse alguna culpa y pensando, otra vez, en sus propios intereses.
#MeCuentan. Que a Marcelo Ebrard le buscaron hasta por debajo de las piedras alguna irregularidad con la Línea 12 del Metro y no le encontraron absolutamente nada. Una fuente del más alto nivel del gobierno saliente me contó que la hicieron “invertir horas moralmente inexplicables” en intentar encontrar el inexistente gorgojo en el frijol. Hasta que se negó rotundamente a continuar con la pesquisa ética y jurídicamente inadmisible; (ah, y eso me fue contado hace ya unos años. A diferencia de lo ocurrido con los empresarios, esto no fue al calor ni de la victoria ni del nombramiento).

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