Opinion

Un tsunami llamado AMLO

Carlos Irigoyen
Analista

2018-07-05

Hay un contexto histórico que se quebró en 2000, la llegada de la llamada alternancia trastocó la vida política mexicana ante la incredulidad; el 42.5 por ciento de los votantes elegía a un presidente de un partido diferente al que había estado por más de 70 años en el poder; el primer gran quiebre de las estructuras y paradigmas políticos se presentó en una forma clara y contundente, no había vuelta atrás y sí un futuro de acuerdo con el nuevo escenario de este siglo. Pasaron 18 años donde en el intermedio se vivieron dos elecciones más, el domingo 1 de julio de 2018 la historia volvió a presentar un giro previsible en los antecedentes, sustentado en un fuerte sentimiento de cambio e inaudito en los resultados. Nadie en su más febril imaginación hubiera visualizado un escenario tan favorable -al menos en el esquema político- para quien habrá de dirigir el destino de nuestra nación. Morena -independientemente de su propia preferencia estimado lector- avasalló; el 52.96 por ciento votó por la opción de ya sabes quién para presidente de la República. El mazazo ha sido tan despiadado que, si juntamos las otras tres opciones, ¡ni así le llegan al empate!
El efecto AMLO ha sido un tsunami político que nace de la fractura profunda de las estructuras políticas y que al entrar en contacto con la voluntad popular, así como de su hartazgo del duopolio político, dinamitaron cualquier paradigma de votación. Pongámoslo en este plano, la onda expansiva del resultado habrá de dejar sin registro a varios partidos políticos y en entredicho la competitividad de las candidaturas independientes que fueron víctimas del llamado a no hacer un voto cruzado.
A nivel local la oleada no fue la excepción, Morena hizo de Ciudad Juárez una autentica sucursal del movimiento de regeneración. Las estructuras de visitar las casas de manera regular, tener pláticas vecinales y manejar el perfil en redes sociales de una manera constante, les dio un resultado superlativo; en todos los distritos lograron ganar, la Sindicatura es de ellos, como senadores serán los representantes, los diputados federales electos son sus aspirantes y sólo queda por confirmar la consecución de la Presidencia Municipal. A eso hay que llamarle ¡carro y guantazo completo!
El fenómeno de una marca que lleva años posicionándose con una dedicación casi evangelizadora, ha hecho realidad los resultados de la elección. Aquí surgen varias dudas, ¿hubiera sido igual el resultado de no tener un liderazgo como el de AMLO? ¿Hubiera sido el mismo resultado tan apabullante de no estar trabajando constantemente en los recorridos de los distritos? ¿Qué tanto benefició el que sus adversarios les hayan regalado tantas menciones tratando de demeritar su imagen en lugar de dignificar su propia propuesta? Hay una sensación de que el electorado revisó muy poco las propuestas y los perfiles de los candidatos y que confiaron en gran medida en la marca ultra posicionada llamada Morena. El cambio ha sido disruptivo para la marca; en 2016 para presidente municipal obtuvo un 4 porciento hoy ronda el 35. Por distritos-diputaciones locales fue una historia similar: el 2 pasó de 11 a 42, el 3 de 9 a 45, el 4 de 12 a 34, el 5 de 13 a 33, el 6 de 10 a 48, el 7 de 12 a 43, el 8 de 12 a 48, el 9 de 13 a 42, el 10 de 11 a 53 y para síndico fue del 11 al 44. Las proporciones de incremento son descollantes.
La pregunta para reflexión es, ¿qué tuvo que ajustar la marca para poder llegar a estos niveles de penetración que le permitieron obtener casi todo lo que quisieron en las elecciones? La partidocracia, ¿qué dejo de hacer para provocar la aparición de un movimiento que consolidó su posición política de forma vertiginosa? Los independientes, ¿qué tendrán que hacer para ganar mayor competitividad?
La verdad está plasmada en la voluntad popular por medio del voto, como pocas veces en la historia de la democracia mexicana se presenta un panorama tan alineado. Ahora corresponde comenzar a trabajar de manera intensa en cada una de las posiciones que ganó cada persona, toca que los que participarán en las estructuras políticas que gobernarán, no cedan ante la guerra de egos y posturas que seguramente se harán presentes como la gran tentación al estar en el poder casi absoluto. La votación en si ya fue un gran cambio, pero ¿veremos la aplicación de un cambio verdadero o sólo será una retórica vacía y sin sentido de quienes llegaron al poder? Ojalá que no haya caballos de Troya que saboteen la planificación, ejecución, dirección y control del cambio tan impresionante que sugieren los números. ¡Vaya aprendizajes que se pueden lograr! ¡Vaya intencionalidad de cambio! Hoy lo que sigue es simplemente trabajar con más inteligencia y determinación, nos ha tocado vivir de nueva cuenta un momento histórico, aunque muchos lo vean como de potencial histeria; tiempo al tiempo.

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