Carlos Irigoyen
Analista
Más de 160 muertos en el mes de junio, un mes al que todavía le falta un par de días. ¿Qué está pasando en el entorno que nos sigue trayendo tanta violencia? ¿Será que acaso se están dando estos reajustes de los que tanto se dice y se rumora en los grupos delictivos? ¿Será que realmente no tenemos argumentos de combate a la inseguridad? Mas allá de eso, ¿será que no tenemos una educación que nos permita darles y reafirmar valores comunitarios a los niños pensando en el adulto del mañana? Es sombrío el corto plazo y el horizonte no se percibe tan claro. Nuestra sociedad está enferma de manera crónica, y no sólo eso; las ‘aspirinas’ que se le han estado administrando sólo han servido para esconder el dolor, la infección viene por dentro, está necrosando el tejido y eso hará que la reparación entre más tardada, mayor cantidad de esfuerzos requerirá. En términos de administración de riesgos, ya no podemos hablar de una alteración de las condiciones o de dificultades, estamos en presencia de variables que generan problemas y en algunos casos verdaderos cismas financieros y sociales.
Tan solo como ejemplo, la renegociación del Tratado de Libre Comercio, así como la política de migración que impulsa Donald Trump. Nuestra ciudad está en un punto neurálgico en ambos contextos, como un lugar que tiene más de 300 maquiladoras asentadas en la ciudad -incluso ordenada por parques industriales- y que de darse las modificaciones que busca llevar a cabo la parte norteamericana, daría un golpe muy fuerte al modelo económico de la ciudad, sólo imaginemos (y la verdad es que no son cosas chin… como dice El Chicharito), ¿qué pasaría con el empleo de más de 260 mil personas que están ocupadas por la industria de la manufactura? ¿Qué pasaría con los sectores de servicios que giran alrededor de la industria? Necesitamos que quienes dirigen las negociaciones del TLC trabajen de manera diligente en el entendimiento de los intereses de la comunidad fronteriza y que eviten montarse en posturas poco productivas de defender un “nacionalismo” exacerbado por la exposición de los reflectores. Estamos en una etapa donde nuestra ciudad debe crecer y diversificar su modelo económico, el horno no está para bollos. Y luego el asunto migratorio, un tema que en la agenda del presidente norteamericano siempre ha sido motivo de frases aberrantes y vergonzantes, de doble moral si consideramos que sus padres son migrantes y que esté casado con una migrante. En tiempos donde muchas naciones aprovechan la fuerza que les da el grupo migrante para incrementar su valor como nación, incorporando su talento a la cadena productiva, en Estados Unidos les dan el título de ser un problema. Somos un punto natural de deportaciones, ¿estaremos preparados para recibir un incremento de población por este concepto? ¿Cuáles son las políticas que empleará el Gobierno para administrar esta condición en nuestra ciudad?
¿Será a base de programas asistencialistas como lo quieran sobrellevar? Juárez tiene problemas cuando de planificar la ciudad se habla. Es una ciudad dispersa, que crece a lo ancho y deja tremendos “hoyos negros” en su mancha urbana. A mayor población, mayor la necesidad de acceso a servicios de alumbrado, pavimentación, transporte, agua, luz, entre otros. Lo que ha pasado en términos de protección civil en los últimos días nos indican lo endeble que puede llegar a ser la infraestructura para tratar desastres. Dantesco el escenario que captaron las imágenes de diversos medios en el incendio de la empresa aceitera, como ciudadano sentí pavor de lo que les pudiera pasar a los vecinos, frustración de ver como los esfuerzos de tanta gente en la empresa se verán coartados y rabia de ver cómo los bomberos a pesar de sus esfuerzos no podían salvar el lugar; no tenían los recursos ni la forma de hacer frente a aquel montón de lumbre. Juárez está sujeta en alfileres; si no es la violencia, es la contingencia de protección civil o es el látigo de la desigualdad social, pero al final no hay forma de que nuestra comunidad tenga un nuevo rumbo. Hay una sensación de vacío, de duda, de crueldad, de desasosiego entre la comunidad fronteriza, cada vez más hartos de las condiciones prevalecientes, cada vez más molestos ante la indolencia e indiferencia de aquellos que debiendo de hacer una labor por sacar adelante la ciudad, no lo hacen de forma contundente; y sí, cada vez más sorprendidos de la galbana con la que se comportan algunos sectores sociales, amedrentados en sus más básicos derechos como seres humanos y violentados hasta el extremo por las condiciones en las que se desarrolla nuestra historia citadina. Ante tales escenarios, el purgatorio de Dante se antoja como una caricatura, el cielo como un deseo distante y el infierno como la referencia de una colección de sucesos que coartan la calidad de vida en la frontera.
Vaya cosas, los juarenses nos ganaremos el cielo tras haber transitado con mucha resiliencia por la intimidad del infierno.