Daniela González Lara
Analista
A escasas semanas de las elecciones en nuestro país, tanto en el plano nacional como local, se observan distintos fenómenos que van definiendo los márgenes en que se habrá de desarrollar la jornada electoral, con los resultados que algunos esperan y otros temen. Esta vez me refiero al llamado ‘voto oculto’, que es el término que distingue al elector que esconde sus preferencias por temor a ser juzgado o cuestionado por la opción que eligió para representarlo.
Igual que ocurrió con la salida de Reino Unido de la Unión Europea y con el anticipado pronóstico mundial que erróneamente aseguraba el triunfo de Hillary Clinton en las elecciones de Estados Unidos, este comportamiento del votante nos recuerda que en cuestiones electorales nada está dicho, y que como dijo alguna vez Yogi Berra, el filósofo del beisbol: "Esto no se acaba hasta que se acaba", pues en política así como en el rey de los deportes, puedes ir perdiendo por 10 carreras a falta de un out, y dar la vuelta al marcador.
Ahora la tendencia que se dibuja ya no es anular el voto como lo vimos en anteriores procesos electorales, ahora en esta elección que pinta para ser copiosa, se percibe una marea silenciosa que pocos ven venir, un votante que ante la aguda crítica y el escrutinio de la elección que hizo para emitir su voto, prefiera callar o mentir en su intención para no confrontarse con el atacante cuestionador, que ante el humor iracundo y desequilibrado que es fácil percibir en las redes sociales, es comprensible que exista quien se reserve ese derecho de expresión.
El voto que se oculta también es el voto del desencanto, de aquel elector que con cierta fe o inocencia consideró que un proyecto sin base alguna podría ser viable, y al momento de darse cuenta que ese candidato lo defraudó, le mintió y lo robó, esconde su intención para no quedar ante su entorno social como un chiquillo engañado. Lo interesante de esta figura es que en esta elección ese mismo elector se presenta a la casilla esta vez con información que antes no tenía, con los datos de que quien nuevamente le está pidiendo el voto ya lo engañó antes y seguramente lo hará otra vez, ahí es donde se da la paradoja del cambio que arroja datos que cambian los pronósticos de las casas encuestadoras más respetables. Esta vez, igualmente, votará aquel personaje que siempre esconde sus preferencias, y que cambia de unas elecciones a otras; por ejemplo, los electores que votaron por el PAN con Vicente Fox y que se quedaron esperando “el cambio verdadero”, y que después, votaron por Peña Nieto confiando inocentemente en “el nuevo PRI”, serán un factor que definirá la elección del 1 de julio, porque esos mismos votantes ahora tienen una opción con oportunidades reales de ganar las elecciones con el partido de “ya sabes quién”.
También existen los candidatos que ocupan espacios de poder a través de terceros en las administraciones públicas y que están obligando a los empleados a trabajar en sus campañas electorales, a ellos les digo que no existe peor estrategia que confiar la votación en un empleado o empleada que es obligado a trabajar horas extras, sin pago alguno, debajo del sol ardiente de Juárez, abandonando a sus familias y además, bajo la amenaza de perder su trabajo, a esos candidatos, les recuerdo que el voto de nadie les pertenece, y que el primero de julio en la soledad y secrecía de una mampara con una leyenda que nos recuerda que “el voto es libre y secreto”, justo ahí, se revertirá lo que solamente con amenazas han logrado. Llegará el momento en que no se expliquen qué sucedió con el respaldo que sentían en los mítines que nada más llenaban con intimidaciones y chantajes a los empleados de la administración en turno. Surgirá la remontada de “los otros”, pues todavía no existe algoritmo cierto que vea venir las transformaciones sociales históricas en un país o en una localidad, es algo que se palpa en la calle, en la voz de un taxista que todo el día mide el pulso de una ciudad, en el tímido pero firme comentario de una madre de familia al pagar cada vez más alto el costo de la canasta básica, en la fuerza de un estudiante que se esmera por terminar sus estudios cuando existe gente que sin preparación alguna ocupa puestos públicos, en todos ellos está la esperanza de que ahora sí, el cambio está cerca, está en nuestras manos y la cita es el próximo primero de julio, ¡todos y todas a votar! Gracias por leer, yo soy Daniela González Lara.