Opinion

Todos somos mexicanos

Javier Cuéllar
Abogado

2018-06-12

En el principio todo el universo político mexicano era el caos y la violencia, los mexicanos se estaban destruyendo a sí mismos en una serie de matanzas inexplicables y desconcertantes. Las muertes frisaron el millón y no tenían para cuando detenerse, por el contrario la sangría tenía visos de aumentar sin que se le viera un final, esa guerra intestina era el espanto de las madres, de los padres, las hermanas, las esposas y de todos.
En el Olimpo de los aztecas, en el Altiplano, se reunieron los dioses del momento, Plutarco Elías Calles y el embajador de los Estados Unidos en México, el señor Dwight Whitney Morrow y vieron que la matazón que estaba ocurriendo desde la época de la Revolución era mala y decidieron crear un sistema político adecuado para los mexicanos y para que las fuerzas triunfantes de la Revolución, las que quedaban, pudieran tragarse la riqueza de la nación en cierta paz y diseñaron lo que se conoce como Sistema Político Mexicano (SPM por sus siglas en español) y dijeron, “Hágase la Luz” el día 4 de marzo de 1929 y la luz se hizo y vieron que eso era bueno.
Luego dieron órdenes a uno de sus siervos más fieles para que fundara un partido de oposición convenientemente disciplinado de derecha democrática para que los comunistas no se desbordaran del huacal y los descontentos tuvieran un cauce dócil y convenientemente controlado. Así el señor Manuel Gómez Morín fundaría el PAN el 17 de septiembre de 1939 con lo que se completaba un esquema de control que abarcaba las principales líneas de acción política del panorama nacional, y vieron que eso era bueno.
Este sistema político ha sido exitoso puesto que le ha permitido al grupo político emergente de la Revolución Mexicana ejercer el control político del país desde 1910 a la fecha controlando en forma más o menos eficaz el derramamiento de sangre y dando cauce a la disputa por el poder y la riqueza en nuestro país. Colateralmente se le crearon al sistema una buena cantidad de asociaciones políticas obreras, magisteriales, profesionales, empresariales, sociales, religiosas y de diversos tipos para controlar a todas las fuerzas que pudieran surgir dentro del panorama político nacional. El sistema generalmente ha funcionado aceptablemente y ha proporcionado al país casi cien años de paz y ha permitido que algunas sucesiones presidenciales se dieran en santa paz como la de Vicente Fox y la de Felipe Calderón en la Presidencia de la República y un nutrido grupo de gubernaturas, presidencias municipales y escaños en el Congreso.
Pero como sucede muchas veces, siempre hay descontentos y tornillos sueltos dentro de la trasmisión automática. Da la impresión de que Andrés Manuel López Obrador no es una parte pactada del SPM y por lo tanto, ha desbocado una cierta desconfianza entre la elite dirigente del SPM y lo mismo sucede con un pequeño grupo de clubs políticos que a últimas fechas han aparecido en el panorama nacional. Pero en algo debemos estar de acuerdo: la mayoría de los liderazgos políticos que puedan existir en México han nacido y se han creado en el SPM ya sea en el PRI o en el PAN o en sus satélites más o menos identificados con la corriente oficial. De hecho saltan de un lugar a otro pero su génesis natural es el SPM.
Por eso causa cierta extrañeza que algunos condenen la presencia de líderes como Javier González Mocken que, abandonando el PRI, ahora milite en las siglas de Morena reprochándole su origen priista. ¿Pues de dónde querían que viniera si casi todos los liderazgos importantes eran priistas? Ser priista o panista es algo así como ser mexicano de origen. Lo que debe importar es su comportamiento personal y su prestigio, no su lugar político de nacimiento. Debe ser más importante su habilidad política para atraer más o menos buenas simpatías a cualquier movimiento político emergente.
En ese sentido, Javier González Mocken y por citar a otro, el licenciado Cruz Pérez Cuéllar, son liderazgos personales que han demostrado mucha eficiencia, al margen de que hayan sufrido ciertos repudios o enconos con algunas dirigencias de sus partidos de origen. Su entorno político de nacimiento no debe tener tanta importancia como si la debe tener su eficiencia y su honestidad personal y al respecto esos liderazgos son inobjetables como lo es el hecho de que un niño sea bautizado por sus padres recién nacido en tal o cual religión. Todos somos mexicanos y tenemos derecho a participar en la actividad política de nuestro país en el bando que más nos guste o nos llegue a simpatizar, lo que incluye la posibilidad futura de cambiar de partido o de grupo. Lo importante es la conducta personal no la del partido de origen.

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