Opinion

Ya sé por quién voy a votar

Manuel Narváez
Analista

2018-06-11

No hay plazo que no se cumpla ni día que no se llegue. Estamos a menos de tres semanas para que los pronósticos se cumplan.
El 1 de julio, ya entrada la noche, confirmaremos, si es que no se les ocurre tirar el sistema o cometer una barbaridad, al que gobernará este país los siguientes seis años.
Está muy cantado quién será pero a diferencia de elecciones anteriores, al menos de las últimas cuatro, en esta ocasión los confeccionadores de las encuestas y los conductores de noticiarios con mayor rating coinciden con el mismo. No hay manera que sea diferente el resultado.
En mis primeras colaboraciones sobre esta elección advertí, sin ser pretencioso, que sería la campaña más puerca en la historia de México. Lo sabía porque el partido en el gobierno no dejaría ir tan fácilmente lo que le costó recuperar tras doce años, ni la generación de nuevos ricos amén de las prerrogativas partidistas y los cargos de elección popular plurinominales, estaría dispuesta a dejar escapar la oportunidad de hacerse con el pastel completo.
Tan predecibles son los políticos mexicanos que siguieron al pie de la letra el guión. Cada día, cada semana y cada mes que ha transcurrido desde el arranque de las campañas fueron pavimentando el camino hacia la derrota. Pese a ser una película muy vista prefirieron reeditar la ruta de la vileza: descalificar, atacar y meter miedo; todavía falta el último tramo: desalentar el voto. Pero creo que ya es demasiado tarde.
Aclaro que no soy adivino ni creé el escenario que hoy se vive. Si existen coincidencias con el que corre en la punta no es por casualidad ya que mi formación ideológica proviene de los principios y doctrina de Manuel Gómez Morín, la que acepté al cumplir mi mayoría de edad y practiqué activamente por casi tres décadas. Mis escritos a lo largo de más de treinta años confirman mi ideario.
A mis excompañeros que se han irritado conmigo les reafirmo que no soy quién para desestimar la legitima perseverancia de los demás. Tan sigo creyendo en la patria ordenada y generosa, e impulsar el bien común que me traje la brega de eternidad. No he dejado de luchar para no ser derrotado, por eso continúo practicando la democracia como amor todos los días.
Si hay que repartir culpas no se necesita confrontar molinos de viento. Ahí, en el cascarón de lo que fueran templos de vocación democrática despachan y controlan los fariseos que ahora lloran cual cobardes, por la descomunal derrota que se les viene encima.
El enemigo a vencer ya no es el monstruo imaginario colectivo que han diseñado con tanto rencor y envidia, sino esos vividores y mercaderes que se colaron como la humedad para ablandar las estructuras doctrinales que nacieron y crecieron como una oposición responsable.
En vez de sacar lo peor como seres humanos y malos perdedores, es oportunidad para continuar con dignidad. Si el resultado no les resulta favorable, qué importa, es mejor que sea así porque abre espacio para reflexionar y curar las heridas. Es un reto para reencontrase y recuperar la entereza que permita extirpar el cáncer antes que se haga metástasis.
Mis coincidencias con aquel: trabajar para contener el flagelo de la corrupción; cerrar el grifo al dispendio de recursos públicos a través de salarios y prestaciones que solo los monarcas tienen; reconocer y apoyar la vocación económica de cada entidad federativa y romper con las complicidades de una oligarquía de empresarios mañosos y políticos corruptos que se han embolsado más de 200 mil millones de dólares desde 1970. Mejor aún: becar a jóvenes, estudiantes y personas de bajos recursos.
El tipo no es perfecto, ni nacimos el uno para el otro, solo es que tenemos coincidencias. En esas coincidencias esta mi esencia como ciudadano mexicano y comprometido, y tienen sellos de recibido en las legislaturas que integré, además cuentan con el aval y respaldo de los que honraban todavía a Gómez Morín.
Con mi voto no firmo un cheque en blanco, sino que otorgo una confianza con reservas para el próximo presidente de México. Reconozco en él a un mortal como yo que quiere hacer las cosas bien. También me obligo a no permitir que los roedores que saltaron a su navío vayan a infestar su gestión y echen por la borda la incipiente esperanza que jura encarnar.
Expuesto lo anterior, ya sé por quién voy a votar. Por él para presidente, solamente.
PD. El 1º de julio se libra una batalla pero la guerra continúa. La siguiente es expulsar a tanto prángana que encontró en las dirigencias partidistas y los cargos públicos la plataforma para hacerse multimillonarios. Es muy fácil reconocerlos porque seducen como Hitler y viven como Carlos Slim.

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